En siembra directa, el zapallo duplica los rindes

En el INTA Hilario Ascasubi demostraron que con la incorporación de esta práctica conservacionista el cultivo alcanzó los 50.000 kilos por hectárea. Sumado al riego por goteo, ahorran 20 % del combustible, hasta un 50 % en agua y reducen un 65 % las tareas de laboreo.

En la geografía del Valle bonaerense del río Colorado predominan los suelos arenosos con bajos niveles de materia orgánica y gran susceptibilidad a la erosión. Sin embargo, las condiciones climáticas y el riego la convierten en una de las zonas hortícolas más importantes del país. Para potenciar la producción de cucurbitáceas y hacer más sustentable los sistemas productivos, investigadores del INTA Hilario Ascasubi –Buenos Aires– producen diferentes especies de zapallos bajo siembra directa y riego por goteo.

“Por la gran cantidad de recursos, tiempo e insumos que demanda la producción de cucurbitáceas decidimos incorporar la tecnología de siembra directa y fertirriego por goteo a los cultivos de hortalizas pesadas”, señaló Juan Pablo D´Amico, investigador de esa unidad del INTA.

En el Valle del Río Colorado, la producción tradicional de zapallo se caracteriza por la cantidad e intensidad de labores –tractores que remueven el suelo una y otra vez– y láminas de agua que inundan los surcos donde crecen las plantas, lo que implica una baja eficiencia en el uso de todos los recursos involucrados.

En este sentido, José Luis Tedesco –vicepresidente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid)– destacó el trabajo de investigación permanente que realiza el INTA en todas las regiones del país, a las que se suman las actividades en conjunto con Aapresid. “Nos parece súper interesante que se busquen alternativas sustentables para ser aplicadas en cultivos de importancia regional”, expresó.

“Si bien, hay algunos puntos que marcan diferencias con la siembra directa tradicional –la cosecha de hortalizas requiere mover el suelo– queremos poner en valor los resultados contundentes de esta experiencia”, manifestó Tedesco quien reafirmó: “La incorporación de tecnología puede marcar la diferencia”

Cubrir el suelo con restos vegetales de cosechas anteriores previene la erosión, ayuda a conservar la humedad y reduce la cantidad e intensidad de las labores que se realizan a lo largo del ciclo productivo.

“En este caso, no estamos hablando de siembra directa en cultivos tradicionales –soja, maíz, trigo o girasol–, sino que estamos mostrando que el mismo concepto de sistema sustentable bajo siembra directa se puede aplicar a las hortalizas pesadas, conocidas como: zapallo y cebolla, entre otras”, acentuó el Vicepresidente de Aapresid quien agregó: “Con esto se logra que el sistema sea más sustentable”.

Cubrir el suelo con restos vegetales de cosechas anteriores previene la erosión, ayuda a conservar la humedad y reduce la cantidad e intensidad de las labores que se realizan a lo largo del ciclo productivo. Además, la localización del riego y la fertilización mediante el goteo mejora considerablemente los resultado.

La cobertura del suelo no sólo mejora la estructura del propio recurso, sino que, además, permite un control más eficiente de las malezas y reduce el uso de herbicidas.

Además de los ahorros en la cantidad de tareas vinculadas con el cultivo, la adopción de la tecnología se puede traducir en número concretos: el zapallo anquito rindió hasta 50.000 kilogramos por hectárea. “Nuestros ensayos duplicaron los mejores rendimientos obtenidos en esta zona con riego por surco y fueron cuatro veces superior al promedio”, afirmó D´Amico.

Patricio Varela, referente en tecnologías de riego, hace más de tres años que estudia cuál es la mejor manera de producir zapallo con labranza cero y fertirriego por goteo. “Queríamos combinar el riego por goteo y los beneficios de la siembra directa, debido a que previene la erosión y reduce la degradación del suelo y, además, sumamos ventajas como reducción en el uso de combustible, agua y energía para riego”, resaltó Varela.

La cobertura del suelo no sólo mejora la estructura del propio recurso, sino que, además, permite un control más eficiente de las malezas y reduce el uso de herbicidas. “Los cereales de invierno como cultivo de cobertura o como rastrojo de cosecha muestran una mejor performance gracias al control de malezas que se logra y a la persistencia de la cobertura”, expresó el investigador del INTA.

A lo largo de estos tres años, las experiencias se realizaron con centeno como cultivo de cobertura y rastrojos de trigo y maíz en zapallo anquito.

A lo largo de estos tres años, las experiencias se realizaron con centeno como cultivo de cobertura y rastrojos de trigo y maíz en zapallo anquito. También evaluaron alternativas de intercultivo trigo-zapallo tetsukabuto.

De acuerdo con Varela, “respecto de la mejor condición productiva de la zona, el zapallo bajo siembra directa, sumado a la tecnología de fertirriego, demandó sólo el 35 % de las labores, 30 % del agua estimada para riego y 85 % de las tareas de laboreo habituales”.