El sector agropecuario se encuentra en una situación similar a tantas vividas anteriormente, caracterizada por las dudas sobre la evolución de la macroeconomía y por la inestabilidad del mercado global. A esto se suma una caída de precios, en medio del avance del calendario de la campaña 2024, que apunta nuevamente a sembrar entre 35 y 37 millones de hectáreas con una producción estimada, dependiendo del clima, de 135 a 140 millones de toneladas. Frente a una potencial de 40/42 millones que marcan las proyecciones de la Fundación Producir Conservando para fin de la década.
Este estancamiento en el área sembrada y la producción de los últimos años condiciona el ingreso de divisas por exportaciones, esenciales para la economía nacional. Sin embargo, sin una macroeconomía estable que genere confianza, es difícil avanzar. Además de la desburocratización del estado y actualización de normas, se necesitan políticas que proporcionen un marco microeconómico para el crecimiento sostenible de la agrobioindustria.
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Medidas microeconómicas necesarias
La caída de precios y la asimetría entre el tipo de cambio para la venta de producción y la compra de insumos, en el contexto de las retenciones vigentes, dificultan la toma de decisiones para la próxima campaña. Es crucial implementar propuestas que bajen costos rápidamente y mejoren la infraestructura a mediano plazo. Estas medidas incluyen la incorporación de nuevas tecnologías, respeto a la propiedad intelectual en semillas, mejoras en estándares sanitarios y de calidad, y una disminución de la informalidad y competencia desleal en las cadenas productivas.
Objetivos y proyecciones
Se proyecta una mejora de 20 mil millones de dólares en ingresos por exportaciones, pasando de 37,5 mil millones a 57,8 mil millones a mediano plazo. En el complejo granario, se invierten anualmente cerca de 25 mil millones de dólares en gastos directos para implantación y protección de cultivos. Si se suman los gastos de comercialización y cosecha, la cifra llega a 38/40 mil millones de dólares, excluyendo el valor de arrendamiento de la tierra.
Conclusión
Aunque el contexto actual presenta desafíos considerables, existe un margen significativo para mejorar el marco microeconómico de la agroindustria. Las medidas inmediatas para reducir costos y mejorar la infraestructura pueden proporcionar la estabilidad necesaria para el sector, promoviendo un crecimiento sostenible y mayores ingresos por exportaciones.