Las plagas animales en horticultura

¿Qué es una plaga animal?

El concepto de plaga es antropocéntrico, para denominar a los organismos que interfieren con los intereses del hombre (Anónimo, 1957). Existen numerosas definiciones, sin embargo para esta publicación, la más adecuada es: toda aquella especie de artrópodo o nematodo fitófago (herbívoro) presente en un agro-ecosistema (cultivo hortícola bajo cubierta o a campo), que puede desarrollar poblaciones abundantes y causar daños al cultivo disminuyendo su producción o deteriorando la calidad del producto, con el consiguiente perjuicio económico (Horn, 1988) (Figura 1).

¿Cuántos tipos de plagas animales existen?

Según Berryman (1987); Vigiani (1990) y Barbosa (1998), las plagas animales se clasifican en las siguientes categorías:

Plagas Clave: son pocas especies que se encuentran siempre presentes en un cultivo. A su vez se reconocen dos subcategorías: a) Naturales (aquellas presentes en condiciones naturales del agro-ecosistema) y b) Inducidas (se convierten en dominantes como consecuencia de una práctica de manejo del cultivo (ejemplo: uso reiterado y continuo del mismo plaguicida)).

Plagas ocasionales: son poblaciones que crecen abruptamente (picos poblacionales desmesurados) causando daños tolerables. El incremento súbito se debe generalmente a alteraciones del balance natural, irregularidades climáticas o bien a una modificación del hábitat por la intervención humana.

Plagas potenciales: comprende a la gran mayoría de especies fitófagas presentes en un agro-ecosistema, que prácticamente nunca causan graves pérdidas por las que se justifique iniciar una estrategia de manejo sanitario. Sin embargo, pueden llegar al status de plagas, si las prácticas de manejo son modificadas favoreciéndolas.

Plagas migratorias: son especies con gran capacidad de movilidad y que causan daños cuantiosos, en ciertos períodos del año, a los cultivos.

¿Por qué aparecen las plagas animales en los cultivos hortícolas?

Se han desarrollado una serie de hipótesis para responder a esta pregunta. Entre ellas se destacan, según Root (1973), las siguientes:

 Hipótesis de la concentración del recurso: en los agro-ecosistemas altamente simplificados (monocultivos), existe una extrema reducción de la diversidad (estructural (y dentro de esta, la específica, varietal y fenológica) y, funcional). Esto lleva a que el cultivo, el recurso alimenticio de las plagas, se encuentre disponible combinando una alta disponibilidad, calidad y fácil localización por parte de los individuos fitófagos, provocando consecuentemente su incremento poblacional abrupto. Esto puede explicarse si se considera que, en la naturaleza, todos los recursos disponibles tienden a ser utilizados. Mientras, que en un agro-ecosistema complejo (policultivo), la diversidad de texturas, colores y olores liberados por las distintas especies vegetales dificulta la ubicación del alimento por parte de los artrópodos-plaga.

Hipótesis del enemigo natural: la baja diversidad de un monocultivo genera una simplificación de la cantidad y calidad de micro-hábitats presentes. Estos brindan las condiciones necesarias para el establecimiento y supervivencia de la fauna benéfica con funciones importantes, como los enemigos naturales (sitios de refugio, oviposición, fuentes de alimentos alternativos) Es por ello, que en los monocultivos los biocontroladores (enemigos naturales) de las plagas no se establecen por no encontrar las condiciones óptimas para su desarrollo, afectando drásticamente su abundancia. Ambas hipótesis coinciden en que la principal causa de la aparición de plagas fitófagas es la baja diversidad vegetal presente en los agro-ecosistemas.

¿Qué mecanismos existen para manejar las poblaciones plaga?

La dinámica poblacional de las plagas está definida por las particularidades de su ciclo de vida, como así también, por la exposición e intensidad en que accionan los agentes de mortalidad bióticos y abióticos. Existen mecanismos en los agro-ecosistemas en los que actúan factores naturales que modifican las tasas de natalidad y mortalidad de las poblaciones plaga. Los mismos están establecidos por las interacciones entre la plaga y su nivel trófico inferior (vegetales cultivados y espontáneos) denominado Bottom-up; y también por la plaga y su nivel trófico superior (enemigos naturales) llamado Top-down. Ambos mecanismos suelen actuar conjuntamente con diferente intensidad relativa. En este sentido, el crecimiento de las poblaciones plaga está regulado por la disponibilidad de lo que consumen y por quién las prede, parasite o enferme en forma simultánea (Sarandón, 2002).

¿Cómo utilizar los mecanismos de Bottom-up y Top-down en una estrategia de manejo de plagas?

Las herramientas del mecanismo Bottom-up son aquellas tendientes a modificar la calidad del recurso alimenticio (cultivo) para que no sea apetecible o fácilmente localizable por las plagas. Dichas herramientas, en general, tratan de contrarrestar las causas del origen de las plagas asociada a la hipótesis de la concentración del recurso, ya mencionada oportunamente. Ejemplo de ello es el diseño del paisaje utilizando asociación de cultivos y/o de variedades resistentes. Mientras que las técnicas del mecanismo Top-down son las que tienden a contrarrestar las otras causas del origen de las plagas asociada a la hipótesis del enemigo natural. Ejemplo de ello es la implementación del control biológico (en cualquiera de sus tipos (clásico, inoculativo, inundativo o por conservación) por la intervención de enemigos naturales (Gliessman, 2002; Sarandón, 2002). Todas estas herramientas deben además sincronizarse con otras como el control cultural (todas aquellas prácticas que favorezcan el crecimiento y desarrollo del cultivo en detrimento del de las plagas). Algunos ejemplos de ello son: seleccionar correctamente la variedad/híbrido a cultivar, de acuerdo a la región agroecológica, partir de semillas y/o plantines sanos, monitoreo del estado sanitario del cultivo en forma semanal, ventilar (en caso de invernáculos), deshojar, desbrotar en tiempo y forma, eliminar todos los restos vegetales fuera del lote productivo, colocar trampas adecuadas (cromáticas, con feromonas, físicas, luz, etc.) en función de la plaga detectada, entre otras. También puede sumarse al resto de las medidas de la estrategia sanitaria, el control químico (uso de plaguicidas), siempre y cuando, se supere el nivel máximo de tolerancia (máximo nivel de daño que tolera el cultivo sin manifestar pérdidas de rendimiento) de la plaga en cuestión, para justificar técnicamente la cura. Además, los plaguicidas deben estar registrados para el cultivo en cuestión, se deben rotar en lo posible para evitar resistencia y también deben ser lo más selectivos posibles para no afectar a los enemigos naturales ni resto de fauna benéfica como polinizadores (Argerich et. al, 2011).

Conclusiones

La horticultura es una actividad intensiva. Esta condición productiva, acompañada de un inadecuado manejo, conduce a un incremento de la inestabilidad y vulnerabilidad de los agro-ecosistemas, con la consecuente manifestación de problemas, que se traducen en limitantes productivas, como la aparición de plagas, por el debilitamiento de los mecanismos Bottom-up y Top-down. Sin embargo, el manejo de plagas, en el marco de una agricultura sustentable requiere una reformulación del abordaje del problema. Se trata de comprender que es imposible la erradicación de plagas, con lo cual, es primordial, implementar una estrategia de manejo sanitario (conjunto de técnicas usadas complementaria y simultáneamente) que permitan mantener las poblaciones de plagas dentro de niveles de daño que no perjudiquen los cultivos. Para ello, es necesario y fundamental comprender y conocer la estructura (cultivos, malezas, plagas, enemigos naturales, polinizadores, microorganismos del suelo, etc.), el funcionamiento y las interacciones que ocurren entre ellos en el agro-ecosistema. En este sentido, para poder definir la estrategia de intervención sanitaria, se debe conocer el sistema, ya que no se puede manejar algo que no se conoce (Strassera, 2009). Las técnicas a utilizar en conjunto y complementariamente tienden a favorecer al cultivo en detrimento de las plagas (aumentar y conservar los enemigos naturales de presencia espontánea y/o liberados, y a modificar la calidad del recurso para que no sea preferido ni fácil de encontrar por las mismas).

 

Fuente: INTA por María Eugenia Strassera

Más información agropecuaria cliqueá aquí