Las claves para una siembra de alfalfa eficiente

Especialistas del INTA elaboraron una serie de recomendaciones para lograr una siembra eficiente de alfalfa. Las sugerencias técnicas -que el equipo denomina los “alfatips”- incluyen estrategias agronómicas, regulación de maquinaria y otras técnicas de manejo del cultivo.

Argentina es el segundo país de importancia en la siembra del cultivo de alfalfa, después de Estados Unidos, con una superficie sembrada a nivel nacional de 3,4 millones de hectáreas. Asumiendo una persistencia -la vida útil del cultivo-, en promedio de 4 años, anualmente se estarían renovando casi 850 mil hectáreas.

La alfalfa, como especie pura o consociada, integra más del 58 % del total de las forrajeras de la región pampeana argentina. En esta área, se cultiva principalmente en condiciones de secano y es por excelencia la principal especie forrajera del país, así como la base de la producción de carne y leche de la región pampeana.

Además, en la actualidad, existen cada vez más productores que se dedican exclusivamente a la producción de heno, especialmente megafardos de alfalfa, con diferentes destinos, ya sea para consumo interno o exportación.

Las claves de una siembra eficiente de alfalfa: los #alfatips

  1. Fecha de siembra: para la región pampanea la fecha de siembra óptima es a principios del otoño (marzo-abril), debido a que se cuenta con temperaturas medias óptimas para la germinación y emergencia, buena disponibilidad de humedad de suelo, menor presencia de malezas agresivas y se favorece el desarrollo raíz y corona.
  2. Stand óptimo de plantas a 90-120 días de la siembra: deberíamos encontrarnos con un stand alrededor de 250-350 plantas/m2 , esto nos garantiza el inicio de un cultivo con buena cobertura de plantas/m2 , que será potencialmente más productivo, con menor posibilidad de competir con malezas y con una mejor vida útil.
  3. Densidad de siembra: para definir la densidad de siembra, recomendamos sembrar entre 360 y 440 semillas viables/m2 , de esta manera, si asumimos una eficiencia de implantación o coeficiente de logro del 45%, entre los 90 y 120 días contaríamos con el stand óptimo recomendado. Para expresar este valor en kilogramos de semilla/ha, se deberá conocer el Valor Cultural de las semillas (VC) que incluye el poder germinativo (PG) *pureza (P)/100, el peso de mil semillas desnuda en gramos (PMS) y el porcentaje de peleteo o pildorado de las mismas (% P).

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Kg de semillas/ha= (N° semillas viables/m2 x PMS (g)/ VC) + %P

Es importante recomendar la utilización de semilla fiscalizada, donde aseguremos un poder germinativo y pureza mínima del 85% y 98,5%, respectivamente; cuantificar el peso de las mil semillas, dado su peso muy variable (1,8 a 3 g). Un dato no menor es considerar que el peleteado incrementa el peso de mil semillas alrededor del 30% o más, con resultados variables conforme a cómo se haya hecho el proceso. En consecuencia, se hace necesario tener en cuenta este hecho para calcular la correcta densidad a sembrar (kg/ha).

  1. Elección del cultivar: al momento de definir qué cultivar sembrar se debe considerar la elección del grado de reposo, características productivas y resistencia a plagas y enfermedades. Para ello, desde INTA Manfredi se conduce la Red Nacional de Evaluación de Cultivares de Alfalfa, donde se evalúan anualmente en diferentes puntos del país los cultivares comerciales con sus características. Esta información está disponible en formato revista “Avances en Alfalfa”, que se encuentra disponible en la página web de INTA.
  2. Fertilización inicial: para definir la fertilización a realizar es crucial realizar un muestreo y análisis de suelo para luego determinar los nutrientes o tipos de enmiendas que sean necesarios de aportar. El cultivo de alfalfa necesita suelos con pH cercanos a la neutralidad, con buena provisión principalmente de nitrógeno, fosforo, azufre. En el caso del nitrógeno las grandes cantidades requeridas son provistas a través de la fijación biológica del nitrógeno. En suelos ácidos la fijación biológica de nitrógeno y la disponibilidad de fosforo se reduce, en consecuencia, el encalado puede ser una alternativa para su corrección. Según estudios realizados por INTA, con valores inferiores a las 20 ppm de fósforo disponible hay respuesta a la fertilización, y en suelos pobres en materia orgánica y con texturas gruesas es frecuente encontrar respuesta a la aplicación de azufre.
  3. Cultivo antecesor: dependiendo el esquema de rotación de cada lote, los mejores cultivos antecesores serán aquellos que aportan un menor volumen de rastrojo al momento de la siembra de la alfalfa y los que liberen el lote en forma temprana. Ejemplo de ellos son: moha para rollos, girasol, trigo, soja ciclo corto, maíz para silaje. Sin embargo, una buena siembra comienza con una buena cosecha, porque más allá de poder cosechar granos o forrajes, también se está cosechando información y se prepara la cama de siembra para el próximo cultivo. Esto incidirá directamente en la distribución y cantidad de ese rastrojo, la fecha en que se libera el lote, control de malezas previos y, algo no menor, las condiciones de humedad al momento de siembra.
  4. Distancia entre hileras a la siembra: los mayores rendimientos se observan con siembras en líneas paralelas entre 15 a 17,5 cm de distancia entre hileras. Sin embargo, debido a la falta de maquinarias en el sector productivo es habitual encontrarse con siembras en líneas paralelas a 21 cm, provocando caídas en el rendimiento que superan el 20%. Para salvaguardar esta disminución se suele utilizar la siembra comúnmente llamadas “tipo raviol o cuadriculada” y “sesgada”. Sin embargo, estudios llevados a cabo por el INTA en diferentes regiones del país dan cuenta que estos arreglos de siembra, versus la siembra a líneas a 21 cm, no generan beneficio en la producción e incrementan el costo operativo por tener que realizar una doble pasada de sembradora; y en muchos casos incrementando la densidad para lograr un mismo stand de plantas. Otros inconvenientes comunes por este arreglo que afectan la producción, es el aumento de la velocidad de siembra para llegar en tiempo y en forma.
  5. Sistema y profundidad de siembra: como se verá más adelante el sistema puede ser siembra directa o convencional y, dado el pequeño tamaño de la semilla, la profundidad de siembra deberá ser entre 1 a 1,5 cm y se relaciona directamente con el porcentaje de emergencia del cultivo, por lo tanto, es un factor de regulación muy importante.

 

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Fuente: INTA por Fernando Miguel Scaramuzza, Silvia María Olivo, Santiago Néstor Tourn

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