La producción de pasturas en los nuevos escenarios productivos posibilitaría la recría de terneros a campo en el SO de Santa Cruz

El INTA y la UNPA de Río Turbio evalúan y analizan los resultados productivos de la fertilización de vegas, siembra de verdeos, pasturas y la confección de reservas forrajeras. Estas prácticas tienen por objetivo mejorar la cantidad y calidad de alimento para el ganado, y por ende incrementar la receptividad de los establecimientos. Los resultados de los trabajos permiten concluir que la ganadería está lejos alcanzar de su potencial y la producción de forraje posibilitaría, entre otras actividades, la recría de terneros a campo en la región Sur Oeste de Santa Cruz.

A nivel global y en Argentina, la ganadería está cada vez más ligada a la posibilidad de producir pasturas, siendo una pieza clave para la transformación tecnológica. Como dicen algunos referentes del sector “para ser un buen ganadero primero hay que ser un muy buen productor de pasto”.

En este sentido desde el INTA y la UNPA de Río Turbio se trabaja  en la fertilización de vegas, siembra de verdeos, pasturas y la confección de reservas forrajeras. Estas prácticas tienen por objetivo mejorar la cantidad y calidad de alimento para el ganado, y por ende incrementar la receptividad de los establecimientos.

La implantación de pasturas perennes es una práctica costosa, pero bien realizada y mantenida de manera adecuada los resultados son muy satisfactorios y su aprovechamiento puede llegar a ser mayor a los 10 años, reduciendo significativamente el costo de amortización.

De las pruebas y ensayos realizados en la región se concluye que es conveniente seleccionar una mezcla de gramíneas y leguminosas, porque entregan una mayor producción y calidad de forraje, además de que la leguminosa realiza un aporte importante de nitrógeno al suelo.

En cuanto a los sitios se recomienda buscar lugares con buen desarrollo de suelo, bien provistos de materia orgánica y protegidos de los vientos, como por ejemplo los valles. Para lograr una implantación exitosa, es conveniente realizar, al menos dos años de verdeos de invierno para obtener una buena cama de siembra y luego sembrar la pastura. Luego de la siembra es fundamental realizar un control de malezas ya que su germinación provoca una competencia intensa con el cultivo que estemos sembrando.

Los registros obtenidos en lotes de producción en cultivos de cebada en secano y con una mínima fertilización de base, registraron rendimientos medios que varían, según el tipo de suelo, entre 9100 y 11900 KgMS/Ha.

Al tercer año se puede implantar una pastura perenne que en su primer año puede entregar una rendimiento de 3000 KgMS/Ha, pero en los años siguientes el rendimiento promedio puede estar entre 8500 y 11700 KgMS/Ha.

Por otro lado se evaluaron las calidades nutricionales del forraje, que en promedio para los momentos de aprovechamiento fueron: para el verdeo 9,1 % proteína bruta (PB) y 70,6 % de digestibilidad (Dig) y para la pastura 15,4 % PB y 67,6 % Dig.

Una evaluación de los recursos forrajeros disponibles en la zona puede verse en la figura 2. Donde se observa la diferencia en el mayor rendimiento de las pasturas cultivadas (verdeos y pasturas) respecto a los recursos nativos (estepa y vega). Además se agregaron los rendimientos de los fardos obtenidos de los cultivos, que constituyen una alternativa de uso de verdeos y pasturas. Puede llamar la atención que los fardos de las pasturas y verdeos tienen mayor receptividad que los cultivos, esto se debe que el índice de cosecha para los fardos es mayor.

Los cálculos de receptividad y producción de carne se realizaron para terneros destetados de 200 Kg que pasan a novillos de 350 Kg. Se estimó la receptividad en base al consumo de materia seca de los animales (2,5 % Peso Vivo), la cantidad total de raciones que puede producir cada recurso forrajero por hectárea y la producción teórica de carne que podría obtenerse con cada uno de ellos. Los valores de producción de carne se estimaron con el programa “Cálculo de raciones para bovinos de carne” (Mufarrege, 2000), el cual indicó que los forrajes evaluados son deficientes en proteínas, excepto la pastura. Este déficit debería ser corregido para alcanzar las ganancias potenciales de peso. En este caso se utilizaron los valores promedio de ganancia, que si bien son teóricos surgen de registros tomados en la zona.

El relevamiento de algunos establecimientos ganaderos permitió estimar la producción de carne, que aproximadamente fue de 10,65 Kg/ha.año, otros autores indican para Patagonia Sur un valor aproximado a los 14 Kg/ha.año, lo que nos indica, lo lejos que estamos de los niveles “potenciales” de productividad, incluso teniendo en cuenta los recursos forrajeros nativos.

Si a estas prácticas le sumáramos la posibilidad de riego complementario y una adecuada fertilización, los rendimientos pueden incrementarse en más de un 100% (Cosio et al., 2013; Mayo et al., 2016).

Por otro lado se estima que las existencias bovinas de Santa Cruz no alcanzarían a cubrir 20 % del mercado local, lo cual nos da la pauta de que hay mucho espacio para crecer en la venta de animales y en la producción carne.

Es necesario mencionar que para incorporar cultivos forrajeros es recomendable empezar gradualmente, sumándolos a la planificación del establecimiento, ya que es una práctica que no se puede generalizar para todos los ambientes. Probablemente se requiera mucha superficie para cubrir los requerimientos de un rodeo completo, pero si se hace un uso estratégico sobre algunas categorías (recría de terneros, vaquillonas de reposición, vaquillonas de segundo servicio) sus resultados pueden ser favorables.

Con estos resultados podemos concluir que la actividad ganadera está lejos de alcanzar el potencial productivo, que se puede mejorar manejando los recursos forrajeros nativos, evaluando sistemas de pastoreo más eficientes que eleven el índice de cosecha y por lo tanto la receptividad.

Mediante la incorporación de verdeos y pasturas se mejora la producción de pasto de 2 a 18 veces con respecto a los recursos nativos, que al mejorar la calidad también aumenta la ganancia de peso. Pero el principal efecto se produce por la diferencia de forraje producido. Todo esto nos hace pensar que una recría de terneros a campo es factible.

 

Fuente: INTA por Rodolfo Christiansen, Juan Pablo Mayo