El acceso a la información hace que muchos consumidores estén alerta sobre posibles riesgos asociados al consumo de distintos productos. La industria alimenticia fue de las primeras en entender el mensaje y lanzar iniciativas de trazabilidad para ofrecer al consumidor – mediante un simple ‘click’ – toda la información relativa al origen del alimento.
La industria textil no quiere quedar afuera, y en ese camino, pone la mira en el sector algodonero. El algodón se usa en el 40% de los textiles mundiales y fue el blanco de recientes reclamos sociales, entre los que se destacan publicaciones alegando restos de químicos en dispositivos femeninos en Estados Unidos y Europa. Pero además, el cultivo que sustenta a más de 300 millones de agricultores en 80 países es vulnerable a los desafíos del cambio climático, como la escasez de agua y la presión de plagas.
BCI: Better Cotton Initiative
En este contexto, Better Cotton Initiative (BCI) es el programa de sustentabilidad de algodón más grande del mundo. Se trata de una iniciativa que brinda capacitación sobre prácticas agrícolas sustentables a más de 2 millones de productores de 21 países. Compuesto por más de 1.400 miembros de la cadena entre minoristas, proveedores y fabricantes, organizaciones de productores y de la sociedad civil, BCI ya cuenta con el respaldo de gigantes como Adidas, Levi Strauss, IKEA, H&M, entre otras marcas.
En la campaña 2017-18, los productores certificados BCI produjeron más de 5 millones de toneladas de algodón «Better Cotton» en 5,3 millones de hectáreas, suficiente cantidad para hacer más de 2.5 billones de pares de jeans.
Este volumen representa el 19% del algodón que se cultiva a nivel mundial. Pero para lograr un impacto significativo, BCI apunta a llegar a un mayor número de productores. El objetivo a 2020es representar al 30% de la producción mundial, aproximadamente 8,2 millones de toneladas.
El comercio de algodón BCI
El comercio de algodón BCI se realiza por ‘cadena de custodia’ o ‘Mass Balance’ (balance de masas). Al no requerir la segregación física del producto a lo largo de la cadena, esta metodología resulta simple, rentable, y por lo tanto alienta a la compra de mayores volúmenes de material certificado.
Cada fardo BCI cosechado es identificado, y cada kilogramo equivale a 1 crédito BCI. Dichos créditos serán requeridos por los actores de la cadena que quieran suministrar algodón certificado para, por ejemplo, confeccionar una prenda. Así, es la compra y venta de créditos la forma en que las marcas aseguran el apoyo a la producción de algodón sustentable, independientemente del destino final del algodón físico.
BCI en Argentina: desafíos y el rol de Aapresid
La iniciativa cuenta con socios estratégicos en los distintos países, responsables de desarrollar capacidades especificas a nivel local que permitan a los productores implementar el estándar y obtener la licencia BCI.
En Argentina, la producción algodonera enfrenta desafíos que incluyen la marginalidad geográfica, los problemas climáticos y ambientales, la inestabilidad política, la legislación, la educación y los niveles de pobreza.
En este contexto, la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aaapresid) lidera un proceso para adquirir la licencia BCI a nivel país. Esto permitiría comenzar la implementación del Estándar a nivel local y la capacitación a productores para hacer frente a las distintas problemáticas. Pero para esto, Aapresid necesitará del apoyo de todo el sector, desde los productores hasta la industria, pasando por la articulación público-privada y referentes técnicos.
¿Cómo se benefician los productores?
La certificación BCI propone un sistema de mejora continua apoyado en un enfoque holístico y contando con herramientas que permiten trazabilidad en los procesos de campo. La certificación cubre los tres pilares ambiental, social y económico, y tiene la particularidad de estar diseñado para asegurar el intercambio de prácticas y alentar la acción colectiva entre actores.
Si bien en nuestro país el consumidor no paga un “plus” por acceder a información relativa al origen del producto, son las empresas quienes traccionan la cadena hacia atrás, entendiendo el concepto de ‘costo de transacción’ como fundamental para la sustentabilidad de su negocio. Esto significa que las iniciativas de certificación sirven como apalancamiento para el correcto funcionamiento de su cadena comercial.
Bajo el mismo concepto, aquellos productores que entienden su rol dentro del ecosistema de agronegocios se embarcan de forma proactiva en estas iniciativas, que les permiten tomar la delantera transparentando sus procesos y logrando un equilibrio entre producción y ambiente que asegure la continuidad del negocio.
Un productor que lleva adelante normas de calidad es aquel que tiene un enfoque hacia la eficiencia, la protección de su producción y recursos. En un cultivo exigente en agua e insumos como el algodón, la medición de principios activos, calidad de suelo y agua, las rotaciones, la siembra directa, la protección y capacitación a los empleados son acciones clave para una producción eficiente.
Pero además, los productores que implementan estos esquemas son aquellos que tiene una visión integral del negocio y ven más allá del campo.
Argentina tiene la oportunidad de asumir un rol proactivo e iniciar el camino hacia la licencia como país productor de BCI. Será cuestión de empezar a trabajar de forma conjunta.
Fuente: Prensa Aapresid