En la zona más castigada de Santa Fe y abandonada por el Gobierno, Milei capitalizó el “voto castigo”

Sequía en Pergamino - buenos Aires

En el departamento de 9 de Julio, en el noroeste de Santa Fe, lindante con las provincias del Chaco y Santiago del Estero, cuya ciudad cabecera es Tostado, La Libertad Avanza (LLA) sacó más de 18% de ventaja sobre Juntos por el Cambio (JxC) y duplicó los votos de Unión por la Patria (UP). En ese distrito santafesino, en 2019, Alberto Fernández le había ganado por 10% a Mauricio Macri.

Sucede que este departamento fue de los que más sufrió, y aún padece, los efectos de la sequía y donde los productores ven morir sus animales, pasan horas acarreando agua -cuando consiguen- y sentimientos de abandono, bronca y tristeza son los que priman frente a la gestión del Gobierno.

Jorge Mercau, productor ganadero de la zona le dijo al diario La Nación: “Nos sentimos completamente abandonados”, al tiempo que manifiesta que no se sorprendió por el resultado de las elecciones, que calificó de “voto castigo” por la situación del país. Hasta hace un mes, era el presidente de la Sociedad Rural de Tostado, donde arrienda un campo ganadero.

Siente tristeza y bronca respecto de los bajos niveles de asistencia que recibieron allí por la sequía. “Es una vergüenza la manera en la que se comportan con el sector. Las ayudas que nos dan no alcanzan ni para pagar los camiones de agua. Con 500.000 pesos un productor no puede hacer nada”, señala.

Porcentajes. En el departamento 9 de Julio, LLA obtuvo el 43,92% de los votos. En tanto, JxC logró el 25,13%, dividido en 16,23% para Patricia Bullrich y 8,89% para Horacio Rodríguez Larreta. UP cosechó 21,36%, con 19,01% para Sergio Massa y 2,32% para Juan Grabois. Este resultado contrasta con el de las PASO de 2019. Ese año Alberto Fernández obtuvo 47,68% y Mauricio Macri el 37,74%.


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9 de Julio sufre su cuarto año consecutivo de escasas precipitaciones. Los productores alertan que las napas, en muchos casos, están por debajo de los 14 m y el agua existente es de muy mala calidad. Por eso, el ganado consume agua con niveles de sales entre 10 a 14 g/l cuando en un rodeo de cría lo común es de 9 g/l como máximo.

Los campos están secos y los productores están forzados a transportar agua en camiones y a comprar fardos o suplementos, lo que implica su descapitalización por mayores gastos. Muchos ya vendieron más de la mitad de su ganado, mientras que otros ya consideran abandonar la actividad, si es que ya no lo han hecho.

En retirada. Tal es el caso del propio Mercau, quien tras más de 60 años comenzó a vender su hacienda para dejar la actividad. “Se convirtió en algo completamente improductivo, lo único que estoy haciendo es perder mi capital”, dijo. Empezó con la venta de los novillos, luego con los terneros y las vacas viejas. El año pasado tenía 700 cabezas y actualmente le quedan 200. “Solo me queda el rodeo de cría, que voy a vender en la feria de este mes porque ya no puedo aguantarlo más en el campo. Me es completamente imposible, así que prefiero venderlo antes de fundirme”, adelantó.

En tanto, su colega, el productor ganadero Nicolas Wepler, también del Departamento 9 de Julio, los resultados electorales son la prueba del descontento que hay en la actividad ganadera con el Gobierno. Explicó que, en complejo contexto de la sequía, la única ayuda que podían recibir, que eran las declaraciones de emergencia, no fueron un beneficio. “Fue una pérdida de tiempo mía y del contador en llenar papeles que no sirven para nada”, se quejó.

Por otra parte, a otro productor, Gerónimo Senn, le preocupa que el sector carezca de herramientas financieras de fácil acceso para paliar el momento. “La sequía resultó un golpe sumamente impactante. Estamos viviendo una de las peores sequías, con un acompañamiento del Gobierno muy escaso. Lo que para ellos es mucho, para nosotros es poco o nada”, afirma. Las ayudas económicas de créditos a los productores por 600.000 pesos “son completamente insuficientes dadas las corridas cambiarias”, dijo.

Al borde de la quiebra. Y aclaró: “No queremos que nos regalen nada, pero tampoco hay líneas financieras que ayuden a paliar semejante situación”. El productor explica que está recurriendo a desfinanciar un negocio propio de productos veterinarios, para destinar fondos al campo y mantener la producción. “Tengo dos cajas y eso de alguna forma me está salvando, aunque no evita que esté al borde de la quiebra. Los costos de producción que enfrento son altísimos e insostenibles para financiarlos con una producción genuina”, explicó.

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