El tractor fue diseñado principalmente para realizar trabajos de tracción (fuerza) sobre un
suelo agrícola deformable. Uno de los atributos de mayor interés para los usuarios es la potencia del
motor. Este parámetro es el resultado del producto entre la fuerza y la velocidad del vehículo; de estas
dos variables el tractor prioriza la fuerza por sobre la velocidad de avance. En consecuencia, para poder
realizar trabajos que demandan altos esfuerzos de tracción, el tractor debe ser lo suficientemente
pesado, de lo contrario, aunque el motor del tractor tenga potencia aceptable, no podrá cubrir esa
demanda de fuerza, independientemente de la relación de transmisión seleccionada y los neumáticos
montados.
Por otro lado, la velocidad de avance es un factor clave de labores como siembra, pulverización
y segado, entre otras. Es una variable pocas veces controlada por el operario que lleva adelante las
tareas. En el caso de la siembra, difícilmente se logre buen copiado del suelo por encima de los 7 km/h
por parte del tren de siembra atentando contra la uniformidad de dicha labor con disminuciones
directas en el rendimiento del cultivo; o como en el caso de la pulverizadora, que al igual que la
siembra, aumenta las desuniformidades de la aplicación generando áreas con subdosis y/o sobredosis
de producto aplicado. Como así también se modifica el caudal de campo, que difícilmente el operador
pueda darse cuenta del inconveniente.
Para ejemplificar, una pulverizadora de arrastre con pastillas 02 distanciadas 50 cm y a una
velocidad de 10 km/h el equipo estaría aplicando 78 l/ha. Si como consecuencia de desconocer la
velocidad adecuada, el operario conduce a 11 km/h, el caudal de campo será 71 l/ha (9% inferior).
Debido a que la dosis de fitosanitarios se ajusta al caudal de campo, en estos casos se estaría aplicando
una dosis inferior a la deseada (subdosificación), con todos los problemas que esto puede acarrear.
Por ello resulta de suma importancia controlar la velocidad de avance del tractor, para lo cual
se sugiere realizar la siguiente medición: se marca a través de dos estacas una distancia de 100 m y
luego se mide el tiempo transcurrido para recorrer esa distancia con el tractor y el implemento
acoplado en situación de trabajo.
A efectos de simplificar los cálculos, en la Tabla 1 se presenta la relación entre el tiempo
transcurrido y la velocidad del tractor.
Se sugiere registrar para las principales labores la marcha y las vueltas del motor (revoluciones
por minuto, RPM) a las que se realizaron las determinaciones para no repetir esta operación. Para ser
más eficientes en el uso del combustible siempre es conveniente atender la demanda de fuerza con
una marcha más alta y menores RPM del motor.
Fuente: INTA por Enrique Federico Behr, Ricardo Armando de Carli