Semillas de soja y trigo tolerantes a sequía

En 2012 el equipo dirigido por Raquel Chan logró repercusión internacional al desarrollar la primera tecnología transgénica desarrollada íntegramente en Argentina: la HB4.

Actualmente, en el caso del trigo, su liberación final depende del dictamen de la Dirección Nacional de Mercados Agropecuarios y en el caso de la soja HB4 se espera la aprobación de China para su comercialización.

En un contexto donde se producen pérdidas de toneladas de alimentos por las sequías se le suma que los cultivos más importantes a nivel mundial -soja, trigo, arroz y maíz- tienen un crecimiento inferior con respecto a lo que aumenta la población mundial. “Hay que desarrollar tecnologías para que no lleguemos a un momento en el que haya guerras por la comida”, sostiene la doctora Raquel Chan, investigadora superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), directora del Instituto Agrobiotecnológico del Litoral (IAL, CONICET-UNL) y profesora titular de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).

La tecnología HB4 como hito: repercusión nacional e internacional

Con la tecnología HB4 las plantas tienen una tolerancia superior en periodos de sequía y un rinde mucho mayor. Como diferencial este gen mejora la capacidad de adaptación de las plantas a situaciones de estrés, sin afectar su productividad. “Eso no quiere decir que estas plantas crezcan en el desierto. Ningún ser vivo puede vivir sin agua, lo que hace esta tecnología es permitirles tolerar un lapso de tiempo mucho mayor con una ingesta de agua menor a lo largo de todo su ciclo de vida y una pérdida de rendimiento menor. O sea, dependiendo del nivel de déficit hídrico, una planta que no tiene la tecnología se muere o rinde muy bajo”, explica Chan.

Para lograr tal desarrollo se combinaron varias cuestiones: un momento ideal de asociación público-privada, apoyo estatal, empeño de la empresa y de los investigadores para sacar adelante el proyecto en forma conjunta.

En octubre de 2015 se cumplieron todos los requisitos regulatorios que exige el actual Ministerio de Agroindustria a través de las oficinas de la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA): que la tecnología no afecte al medio ambiente; y el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA): que el alimento que se va a producir no tenga elementos tóxicos ni alérgenos para el ser humano ni para los animales.

En el caso del trigo HB4, si bien ya se han logrado los dictámenes favorables tanto de CONABIA como de SENASA, su liberación depende de la Dirección Nacional de Mercados Agropecuarios, que analiza el impacto comercial de ser el primer país en el mundo en liberar un trigo de estas características. Para el caso de soja HB4 en este momento se está a la espera de la aprobación en China porque hay un convenio internacional por el cual ninguna soja transgénica puede salir a la venta en Argentina si China no hace su aprobación en nuestro país, porque es nuestro principal importador.

El origen de la tecnología HB4

Junto a su equipo, hace más de 15 años, Chan se propuso estudiar cómo las plantas se adaptan al medio ambiente sin saber que su desarrollo traspasaría las barreras del laboratorio.

En 2004 el CONICET y la UNL patentaron una construcción genética que contenía el gen de girasol Hahb-4 y lo licenciaron a la empresa argentina Bioceres conformando una alianza pública privada exitosa. Cada uno hizo su aporte y llevaron adelante un proyecto que fue transformar plantas de soja, maíz, alfalfa, trigo y otros cultivos con el gen Hahb-4 y ensayar y ver si ese gen le generaba tolerancia a la sequía. Estudiar su comportamiento en el invernadero y posteriormente en el campo fue un desarrollo de años en donde participaron especialistas en distintas disciplinas como la biología molecular, la genética, la agronomía y la bioinformática, entre otras. En 2012, se mejoró la tecnología original y se patentó el gen modificado HB4.

Otras tecnologías incipientes

Con el mismo método de trabajo en el laboratorio se hallaron algunos genes que en el sistema modelo generan características benéficas a nivel agronómico: tolerancia a la inundación, mayor biomasa, tolerancia a insectos, mayor producción de semillas. “Las inundaciones tienen también efectos devastadores, las plantas se mueren por sequías, pero también por inundaciones. Encontramos al menos dos tecnologías que al introducirlas en las plantas generan tolerancia a la inundación”, sostiene Chan.

Fuente: CONICET