Aapresid: acercando las hileras de soja para incrementar la producción

La luz, el agua, la nutrición y la arquitectura de la planta son algunos de los factores que el productor debe considerar al momento de analizar las ventajas de cultivar soja en surco estrecho. En la primera jornada del XXVI Congreso de Aapresid “Sustentología”, el ingeniero agrónomo Luis Ventimiglia analizó cada uno de estos puntos y aportó datos sobre su impacto en el rinde.

En la primera jornada del XXVI Congreso de Aapresid “Sustentología” que se desarrolla en la ciudad de Córdoba, el ingeniero agrónomo Luis Ventimigilia dio una interesante exposición sobre los beneficios de cultivar soja en surcos estrechos. Para ello, enumeró los distintos factores que inciden en una mejora en las condiciones de producción y aportó datos sobre cómo utilizar estrategias de siembra que mejoren el rinde.

Para comenzar su exposición, Ventimiglia hizo un poco de historia y se remontó a los inicios del cultivo de soja a escala comercial en Argentina, que tuvo lugar en los años 60 y que, tras desarrollarse fuertemente en la década posterior, encontró el pico de su expansión en la campaña 2015/2016, con más de 20 millones de hectáreas sembradas. Tas destacar el aporte de la siembra directa para simplificar la implantación de este cultivo y la aparición de la soja transgénica, Ventimiglia se detuvo en el cambio sustancial que significó la distancia entre hileras en la siembra de soja.

 

“De sembrarse en surcos amplios (de 0,7 m), pasó a otros tales como 0,52 – 0,46 – 0,35 y menores aún. No cabe duda que la siembra a 0,7 m ya no se realiza en nuestro país. Ahora bien, de los otros espaciamientos, ¿cuál es el más adecuado?”, interrogó Ventimiglia, y aclaró que no existe una única respuesta al respecto dado que en Argentina la soja se cultiva en distintas geografías, con ambientes y climas muy variados. No obstante, en base a consideraciones de estudios sobre la fisiología del cultivo y los factores ambientales, sostuvo que se pueden precisar algunas cuestiones para determinar la eficacia en cada caso.

“La luz es un factor clave para construir biomasa y posteriormente rendimiento. La siembra de soja en surcos estrechos captura una mayor cantidad de luz en un menor tiempo. Cuando no se llega a captar la máxima radiación en el período crítico del cultivo, hay una caída inexorable del rendimiento”, dijo, sobre este factor.  Y luego se refirió al número de plantas, y señaló que a medida que estas aumentan por unidad de superficie también lo hace el índice de área foliar.

 

Sin embargo, este indicie no siempre se correlaciona positivamente con el rendimiento. Al respecto destacó que más importante que este factor es el arreglo espacial que se le brinda al cultivo. “Dentro de densidades lógicas de siembra (18 a 42 plantas por metro cuadrado), arreglos cuadráticos parecerían ser los más apropiados”, ejemplificó.

La arquitectura de la planta también aparece como otro aspecto a tener en cuenta. En este caso, aquellos cultivares de menor capacidad de ramificación, o de grupos de madurez bajo, se verán beneficiados. “Esto no quiere decir que un cultivar de otras características no se pueda adaptar a siembras en surcos estrechos, esto siempre es posible, siempre y cuando se trabaje con densidades acordes a cada tipo de material”, acotó.

Ventimiglia también se refirió a la estructura de planta como un factor que tiene su incidencia. A modo de ejemplo mencionó que aquellos cultivares con hojas lanceoladas poseen una mayor capacidad fotosintética por unidad de área foliar que su contraparte de hoja normal. “Esto se debe a una combinación de factores, tales como la cantidad de cloroplastos por unidad de hoja, como así también a que dentro de un mismo sistema de siembra y densidad, la luz en cultivares con esta característica, pueden profundizar más dentro de la canopia, haciendo que una mayor cantidad de hojas inferiores permanezcan activa durante más tiempo”, aportó. La intercepción lumínica, dijo, también aparece como uno de los factores que explica la obtención de mayores rendimientos en surcos estrechos comparada con la siembra en surcos amplios.

 

En cuanto al agua, destacó que una buena disponibilidad de este elemento en los períodos reproductivos es sinónimo de mayores rendimientos, y que su eficacia es mayor en siembras en surcos estrechos, con más biomasa. “La producción de mayor biomasa en períodos reproductivos puede brindar una más alta cantidad de yemas reproductivas y mayor almacenamiento de carbohidratos. Estos serían en definitiva los precursores de la obtención de mayores rendimientos. A su vez, un menor espaciamiento entre hileras permite que las plantas produzcan más ramas y una mayor cantidad de nudos por ramas. Al producirse las chauchas en los nudos, cuando el número de estos aumenta, podrían generar una mayor cantidad de legumbres por planta, siendo este uno de los principales componentes de rendimiento”, precisó.

 

La fertilidad fue otro punto destacado en el aprovechamiento con la siembra en surcos estrechos. Según afirmó, una distribución espacial más equidistante permite una menor competencia, tanto dentro, como entre hileras. Al respecto, explicó: “Los nutrientes de baja movilidad en el suelo podrán ser capturados más fácilmente por las plantas, al producirse en el interior del mismo un entramado radicular, esto por otra parte contribuirá a mejorar la calidad del suelo, ya sea por el aporte de materia seca que hacen las raíces, como así también por la formación de meso y macroporos que dejen las raíces cuando las mismas se descomponen, dejando canalículos para que se mueva el agua, el aire, y sea un facilitador del crecimiento de los cultivos venideros”.

 

Por último, Ventimiglia recordó que un aspecto no menor por los días que corren es el concerniente a las malezas, ya que la resistencia o tolerancia de muchas de ellas al uso de determinados principios activos de uso masivo es un problema cada vez más creciente. “Todas las malezas, al igual que los cultivos, necesitan de la luz. Por lo tanto una gran ventaja que presenta la siembra en surcos estrechos es que en pocos días el suelo está totalmente cubierto. Esto hace que las malezas encuentren un nuevo obstáculo para su nacimiento y crecimiento. Por supuesto que con esto solo no se va a solucionar el problema, el ataque y convivencia con las malezas tolerantes se conseguirá con la integración de prácticas virtuosas”, apuntó.

 

Cobre el final de su exposición, y a modo de conclusión de la misma, aportó datos vinculados a los rendimientos obtenidos en surcos estrechos. Para eso, mencionó estudios realizados que cuantificaron en 11 kilos por hectárea el incremento de rendimiento por cada centímetro de acortamiento del entresurco por acortar el espacio entre surcos de 100 cm a 18 cm.

“Normalmente, el gran aumento en el rendimiento se consigue cuando se pasa de un espaciamiento grande a uno menor -por ejemplo- pasar de 70 cm a 35 cm, luego cuando se disminuye el espaciamiento más, si bien es factible mejorar el rendimiento, el aumento no es proporcional al alcanzado anteriormente y por otro lado, no se consigue para todos los grupos de madurez”, advirtió.

 

Estos trabajos demostraron que, para comparaciones de materiales ubicados entre el grupo II al V, sembrados a 0,35 m entre hileras, alcanzan en promedio, 220 kg/ha más de rendimiento que los mismos materiales sembrados a 0,52 m. Estos aumentos de rendimiento se logran entre otras cosas por:

-Distribución más uniforme de las plantas en el espacio, lo que lleva a una mejor utilización del recurso suelo y a una disminución de la competencia intra específica.

-Mayor capacidad de la soja para competir con las malezas, permitiendo en ciertas circunstancias una disminución en la cantidad de aplicaciones de herbicidas.

-Mayor y más rápida captación de la energía lumínica.

-Menor proporción de agua evaporada del suelo y mayor proporción de agua transpirada por parte del cultivo.

-Mejor aprovechamiento de la fertilidad del suelo.

-Menor propensión del cultivo al vuelco y altura de inserción de la primera chaucha más alta (facilidad de cosecha).

-Mejor distribución de las raíces en el suelo.

 

Para cerrar su exposición, Ventimiglia sintetizó: “No cabe duda que poder acercar hileras en soja representa obtener una mayor producción. Muchas veces un incremento de 1 a 2 quintales/ha parece poco, sin embargo, cuando esa cantidad se las multiplica por la cantidad de hectáreas que se realizan, el número ya no es tan pequeño”.

Fuente: Prensa Aapresid