La producción de semilla, el nicho de desarrollo con valor agregado que ofrece el NOA
El desarrollo económico y en infraestructura que generan las empresas semilleras es poco conocido. Por eso, en el Congreso Maizar 2025 hubo un panel donde expusieron dos empresas familiares que producen semillas de maíz en Los Altos, en Catamarca, zona que provee las simientes para los productores del NEA y NEA. Estuvieron brindando sus testimonios Lucía Scarafía, de la firma Campo Yaquicho, y Cristian Bartolucci, de Mistol Ancho, en un panel que contó con la moderación de Juan Erdmann, de la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA).
La producción de semillas en el Noroeste Argentino (NOA), particularmente en la zona de Los Altos, en Catamarca, se ha consolidado como un modelo clave de agregado de valor en origen. Este desarrollo ha sido impulsado por empresas como Campo Yaquincho y Agropecuaria Mistol Ancho, ambas con una presencia significativa en esa provincia del norte argentino, que participaron en un panel del Congreso Maizar 2025, moderado por Juan Erdmann, de la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA)
Erdmann caracterizó la producción de semillas como el inicio de la cadena de valor, tanto para el maíz como para cualquier otra especie. En el caso específico del maíz, explicó, una hectárea de producción de semilla puede abastecer la siembra de aproximadamente 150 hectáreas para producción de granos.
La actividad contribuye al crecimiento agrícola a través del aporte del mejoramiento genético, logrando ganancia genética y desarrollando tolerancias a condiciones de estrés (biótico y abiótico) y resistencias a plagas, indicó, y explicó que presenta una alta tasa de rotación de lotes debido a las condiciones de producción y las regulaciones del sistema de fiscalización. Por ejemplo, los cultivos antecesores deben ser muy cuidados y no se pueden sembrar consecutivamente.
Lucía Scarafía, de Campo Yaquincho, describió a la empresa como una agropecuaria familiar, con casi 30 años de trayectoria en la zona, que se dedica principalmente a la producción de semillas de maíz tropical, aunque también cultiva soja, maíz de consumo, trigo y legumbres. Cristian Bartolucci contó que Mistol Ancho tiene como actividad principal la producción de semillas de maíz, soja, trigo y cultivos de servicio, y fue fundada por sus padres.

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Scarafía y Bartolucci destacaron que la actividad, que implicó desarrollar una infraestructura especializada, contribuye significativamente al crecimiento agrícola mediante el mejoramiento genético, aportando tolerancia a estrés biótico y abiótico, y resistencias.
Catamarca se ha posicionado como la cuarta provincia productora de semillas a nivel nacional, gracias a las particularidades de la zona de Los Altos. La característica fundamental de este sitio es su idoneidad para producir híbridos tropicales y subtropicales de maíz, que no se adaptan fácilmente a otras regiones productoras del país. Además, cuenta con una ventana de siembra específica de julio a agosto, distinta a la de otras zonas. “Las producciones de verano son la excepción, porque sabemos que la floración es delicada. Debido a ello, la norma es producir en invierno”, agregó Bartolucci.
Esta región no solo produce semillas para su propia área, sino que abastece el 100% de la semillas de maíz que van a sembrar los productores del NOA y NEA argentinos, dijo Scarafía. Esta función estratégica asegura que los productores del norte tengan acceso a materiales adaptados a sus condiciones y de la mejor calidad posible.
El desarrollo de la producción de semillas ha requerido y permitido importantes inversiones en infraestructura, especialmente en sistemas de riego (incluyendo equipos automatizados y con eficiencia energética), capacitación de personal y desarrollo de energía.
Bartolucci destacó la alta demanda hídrica en la zona del NOA donde producen, en comparación con otras áreas del país. Dimensionó esta diferencia señalando que en otras zonas se puede regar con agua complementaria entre 200 a 300 milímetros, mientras que en la zona de Los Altos pueden llegar necesitar 800 milímetros anuales de aporte de riego.
Esas inversiones fueron posible gracias a que la producción de semillas, particularmente las de maíz, proporciona un flujo de fondos seguro y estable y una calidad de demanda que no existía previamente en la zona.
Ambos panelistas destacaron que, gracias al riego, la producción de semillas opera prácticamente como una industria, con siembras de diferentes especies lo largo de todo el año, a diferencia de la agricultura convencional, que tiene marcada cierta estacionalidad.
La producción de semillas de maíz es intensiva en mano de obra, especialmente durante el despanojado y la cosecha. “Por campaña, se movilizan alrededor de 800 personas directamente en estas labores, además de generar mano de obra indirecta para técnicos, logística, proveedores de insumos, transporte, vivienda y alimento”, agregó a modo de ejemplo Scarafía.
Esta actividad ha desarrollado todo un entramado social y económico en la zona, fomentando el arraigo productivo, la innovación y la capacitación, y mejorando la calidad de vida de los habitantes locales.
El reciente desafío de la chicharrita ha tenido un impacto significativo. Si bien generó miedo inicial, también abrió una oportunidad: resaltó la necesidad de utilizar semillas especialmente adaptadas a las condiciones de la zona, reforzando la ventaja competitiva de producir híbridos tropicales localmente. Los productores y semilleros han respondido con adaptación y seriedad, implementando protocolos basados en experiencias de otros países, como Brasil.
Estos protocolos incluyen trampeos y monitoreos semanales para medir poblaciones del vector y aplicaciones de insecticidas si se requiere para mantener las producciones bajo control.
Las empresas productoras de semillas garantizan que en sus áreas de multiplicación no hay reproducción de la plaga, gracias a los intensivos controles en las aproximadamente 4.000 hectáreas dedicadas a semillas de maíz en esta campaña. Consideran esta actividad como esencial para garantizar el abastecimiento de semillas al norte del país, siempre manteniendo los cuidados necesarios, incluyendo el control de maíces espontáneos. Y entienden que, lejos de ser parte del problema, son parte de la solución al producir semillas adaptadas y aplicar estrictos protocolos de control.
Erdmann cerró el panel afirmando que el modelo de producción de semillas en Los Altos, Catamarca, representa un desarrollo clave para el agregado de valor en el NOA, impulsando la inversión, generando empleo, capacitando a la mano de obra y garantizando el suministro de semillas de alta calidad y adaptadas a la región, al tiempo que se adaptan a nuevos desafíos, como el spiroplasma.
Fuente: MAIZAR