¿Por qué el girasol no rinde lo que podría? Tres claves para destrabar su potencial oculto

¿Por qué el girasol no rinde lo que podría? Tres claves para destrabar su potencial oculto

Aunque el girasol es un cultivo estratégico para la Argentina —por su adaptación a distintas regiones, sus mercados diferenciados y su rol en la diversificación agrícola— todavía no alcanza todo su potencial productivo. Un reciente estudio realizado por la FAUBA, INTA, ASAGIR y otras instituciones reveló que el rendimiento promedio podría ser hasta un 40% mayor si se implementaran algunas mejoras clave en el manejo del cultivo.

El trabajo, publicado en la revista Field Crops Research, analizó la llamada “brecha de rendimiento”, es decir, la diferencia entre lo que se cosecha actualmente y lo que se podría obtener con las mejores prácticas. Según Ignacio Rodríguez, investigador principal del estudio y miembro del Grupo Don Mario, se trata de un espacio de mejora concreto: “Aunque los rindes actuales son buenos, hay margen para subir la vara. Ese diferencial es una oportunidad concreta para producir más con lo que ya tenemos”.

Brechas, causas y soluciones

Los datos muestran que, a nivel nacional, el rendimiento del girasol podría aumentar entre un 34% y un 40% si se aplicaran tres estrategias clave:

  • Mejorar la fertilización con fósforo (P) y nitrógeno (N)

  • Elegir variedades con mayor potencial genético

  • Adoptar sistemas de labranza más eficientes

La investigación se centró en datos de entre 2010 y 2016, utilizando modelos de simulación, ensayos comparativos de rendimiento y estadísticas oficiales. También se tomaron en cuenta los resultados de productores CREA de alta eficiencia.

“El modelo permitió calcular el rendimiento potencial de cada zona girasolera con mucha precisión”, explicó Jorge Mercau, profesional del INTA San Luis y parte del equipo técnico. El software utilizado, CROPGRO, fue calibrado especialmente para adaptarse a las condiciones argentinas, incluyendo el tipo de suelo, clima y variedades cultivadas.


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De zona a zona, distintas causas

El informe identificó variaciones regionales marcadas. En el sudeste bonaerense, por ejemplo, el principal limitante fue la escasa fertilización. En el norte del país, en cambio, los bajos rendimientos se explican en gran parte por el uso de labranza convencional.

Pablo Cipriotti, docente de la FAUBA y coautor del estudio, remarcó que el análisis por zonas permite afinar las recomendaciones: “La brecha va del 25% al 50% dependiendo la región, y eso exige estrategias localizadas. No hay una receta única”.

Simular para avanzar

Uno de los avances clave del estudio fue el uso de modelos de simulación para estimar el rendimiento potencial, una herramienta que superó los límites de métodos tradicionales. Además, se ampliaron las zonas de análisis de cuatro a doce, lo que permitió una mirada más precisa.

El equipo también recurrió al Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada (ReTAA), elaborado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, para profundizar en las causas de las brechas, aunque aún quedaron áreas sin explorar. “No hay información suficiente sobre el control de enfermedades, que también incide en el rinde”, advirtió Antonio Hall, referente histórico del girasol en la UBA y CONICET.

Lo que viene

La investigación dejó bases firmes para futuras mejoras. Cipriotti adelantó que en una próxima etapa planean validar los resultados del modelo con ensayos de campo y analizar otras variables, como la fecha de siembra y el tipo de labranza.

Como conclusión, Jorge Mercau destacó el impacto productivo de este trabajo: “Nos permite entender mejor el cultivo y generar información útil para el productor. Todo con el objetivo de que el girasol vuelva a ocupar más superficie en el agro argentino”.

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