La bioeconomía reformula el papel de la agricultura

La Bioeconomía ya se instaló como uno de los temas centrales para Aapresid. Pensando en como impacta sobre los sistemas productivos, desde la institución se realizó una entrevista al economista Eduardo Trigo  para profundizar en qué consiste la Bioeconomía y su relación con la producción agropecuaria.

Eduardo Trigo  es economista y consultor, PhD en Economía Agraria de la Universidad de Wisconsin. Está asociado a la Universidad Austral, (Centro Agronegocios y Alimentos de Rosario) y a la Secretaría de Alimentos y Bioeconomía. Ha trabajado con el Ministerio de Ciencia y Tecnología para instalar la visión bioeconómica en distintas áreas.

A modo de introducción, Eduardo definió: “La Bioeconomía es básicamente la optimización de lo biológico en el proceso económico. Es el uso de recursos, procesos y tecnologías biológicas para la producción de bienes y servicios. Estamos hablando de un cambio de paradigma de desarrollo, vinculado a nuevos desafíos y oportunidades emergentes de los avances en la ciencia y la tecnología.”

Además, realizó un breve repaso histórico de cómo se han aprovechado los recursos biológicos. “Durante varios millones de años los cultivos tenían un espacio definido y podían mejorarse dentro de ciertos límites bastante establecidos, que básicamente apuntaban a mejorar la relación de productividad. En una pocas décadas esto se transformó radicalmente, por ejemplo,  antes el cártamo producía fibra, pero hoy puede producir quimosina, lo cual presenta un nuevo paradigma económico y la posibilidad de un cambio significativo en las relaciones de producción, el cual es indispensable para hacer frente a los incrementos de población, el aumento en la demanda de alimentos y la aceleración de procesos de cambio climático, que se vienen en las próximas décadas”, puntualizó Eduardo.

“La economía fósil – a través del aprovechamiento del petróleo como base de su matriz energética – pone en circulación fotosíntesis (la base de la biomasa) de hace 40 millones de años, en un ciclo que tarde o temprano impacta las condiciones ambientales. La bioeconomía nos plantea un  ciclo circular a través de una suerte de fotosíntesis en tiempo real, lo que implica generar biomasa a través de los cultivos, para luego transformarla en energía y materiales en las biorefinerías, en un ciclo que se reproduce año a año y minimiza el impacto negativo sobre el medio ambiente”, explicó el economista. A su vez, aclaró que la intensidad de conocimientos y oportunidades de innovación aplican tanto a la producción de la biomasa “biotecnología verde” (adaptación, rendimiento, calidad), agricultura de precisión, gestión del clima, como también hacia adelante: biomateriales, bioenergías, microbiología.

Otro concepto brindado por Eduardo es el de economía circular el cual plantea aumentar al máximo la permanencia de los recursos en los sistemas: “entra un recurso, salen productos  y residuos que son utilizados en la producción de otros productos, y solo al final algo se descarta al ambiente. La bioeconomía se monta sobre esa idea y lo que hace es reemplazar el origen del proceso, a través de incorporar, en lugar de recursos fósiles, recursos de la fotosíntesis en tiempo real.”

Implicancias para la agricultura

 Con respecto a las consecuencias que conlleva la bioeconomía en el sector agropecuario, Eduardo afirmó que ésta reformula el papel de la agricultura en la economía y en la sociedad. Se deja de pensar en los commodities y productos agropecuarios  como el núcleo central y se pasa a pensar en  nuevos opciones para la agregación de valor y nuevas formas de relación agricultura-industria.

Una ventaja en este sentido es que respecto a la industria del petróleo, la industria de la biomasa tiene escalas muy diferentes, ya que las inversiones, por ejemplo en una biorefinería, son sensiblemente menores. Además, presentan diferentes criterios de localización y requerimientos logísticos.

“Empiezan a surgir nuevas características donde lo que predomina la territorialidad, ya que la biomasa “viaja mal” (tiene mucho volumen y poco precio, la energía concentrada en el producto es muy baja) por eso la lógica es el aprovechamiento local: agregado de valor en origen.  Esto implica transformar la estructura de producción existente la cual está basada en sacar la energía y venderla en función del grano. Por ejemplo, se produce maíz y se vende maíz. Las decisiones empresarias y políticas, están pensadas alrededor de esto”, desarrolló Trigo.

Panorama

La importancia de la bioeconomía para nuestro país, es innegable. “Ya en el año 2015 representaba el 15% del PBI y en términos de producción de bienes y servicios el 50% a nivel nacional. Pero el tema no pasa por lo cuantitativo, sino por lo que la bioeconomía significa una nueva opción para el desarrollo del país. Desde fines del siglo XIX nuestro desarrollo ha estado básicamente sustentado en vender materias primas a las cadenas de valor internacional; esto fue suficiente para que en un momento fuéramos la 6ta economia del mundo, pero parecería que ya no es suficiente para atender las demandas de bienestar de la sociedad actual. La Bioeconomía montada sobre más o menos las mismas bases del pasado modelo, nos permite pensar re-insertarnos en el mundo desde una perspectiva y sistemas de valor diferentes. Esta es la gran oportunidad que representa”, afirmó Eduardo.

En esta línea, aclaró que hoy el Agregado de Valor en Origen implica una redistribución del empleo y puede generar una mejora en el ordenamiento territorial de Argentina. Desde principios de esta década, se está analizando cómo implementar este nuevo paradigma lo cual implica cambiar las políticas de gobernanza de los recursos naturales, de infraestructura, de ciencia y tecnología. “Para esto la inversión es un pilar central. La mayoría de estos cambios son responsabilidades del Estado, pero las verdaderas transformaciones vienen a nivel local para que se desarrollen los procesos virtuosos de la Bioeconomía. Las políticas económico-laborales, los esquemas y las inversiones en infraestructura, el apoyo al emprendedor, reflejan “lo que fue” (sistemas exportadores de commodities) y deben adaptarse al nuevo contexto  de oportunidades”,  sostuvo Trigo.

El economista también planteó la necesidad de un cambio organizacional y de escala donde el rol de los productores agropecuarios es central para impactar sobre la mirada política del gobierno local: “Hoy estos gobiernos prácticamente no participan en la generación de riqueza. Un buen ejemplo, es el energético, que hasta hace muy poco era  un sistema unitario de distribución de energía, y  desaprovechaba las cuencas energéticas locales.”

“Hoy no estamos discutiendo un nuevo modelo de desarrollo, sino sobre cómo distribuimos lo que produce un modelo que tiene poco futuro. Lo importante es que este es un paradigma que se viene, es decir, estamos discutiendo los cambios locales pero finalmente será el mundo el que adopte e implemente estos nuevos modelos”, manifestó Trigo y concluyó con optimismo, que hoy Argentina se maneja sobre un modelo de suma 0, donde lo que se discute en la redistribución entre agricultura e industria; la bioeconomía es la oportunidad de para a un modelo de  suma positiva; algo indispensable para un futuro de crecimiento inclusivo y sustentable.

 

Fuente: Aapresid

 

 

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