Intensificación sustentable y diversificación productiva. Contribuciones para escenarios deseables

Un plan estratégico sustentable debe contemplar un modelo de desarrollo que garantice el crecimiento económico y bienestar a la población. Con una población que supera el millón de habitantes, la provincia de Entre Ríos cuenta con el mayor porcentaje de población rural (14%) entre las provincias pampeanas (INDEC, 2010). Esta característica está asociada con aspectos tales como i) historia de inmigración-colonización, ii) producciones regionales consolidadas, iii) similitudes con los ambientes más productivos de la pampa húmeda, iv) ciudades y pueblos distribuidos en forma regular, v) articulación pública-privada vigente y vi) creciente agregación agroindustrial. Adicionalmente, un alto grado de instituciones con presencia territorial permite ser optimista al plantear un plan estratégico 2030 para la provincia. La historia de las naciones más avanzadas del planeta muestra que los alimentos, la energía y el agua fueron componentes esenciales para el desarrollo. Entre Ríos, con más de 2 millones de hectáreas agrícolas y casi cinco millones de hectáreas de ambientes con potencial de uso ganadero, más de 7000 cursos de agua dulce, agua subterránea y creciente potencial de uso de energías renovables, se presenta como una provincia en donde un nuevo nivel de desarrollo es posible a partir de una diversificación-intensificación basada en un agricultura sustentable que maximice los beneficios netos que la sociedad recibe, tales como alimentos, empleo y servicios ecosistémicos (Tilman et al., 2002). Sin embargo, aquel nivel de desarrollo se alcanzará si todos los actores involucrados encuentran la habilidad colectiva que permita integrar en mayor grado la sociedad entrerriana con la ciencia y las políticas públicas. Una revisión de las demandas de la sociedad muestra que éstas son puntuales, variables en escala y dimensiones, portadoras de institucionalidad, pero fragmentada sectorialmente. Un modelo de desarrollo para una provincia afecta la vida cotidiana de sus habitantes y debería ser un valor dentro del cuerpo de conocimiento básico de la sociedad. Esto requiere un esfuerzo sostenido y coherente por parte de la academia, la ciencia y demás actores públicos y privados en explicar, explicitar y mostrar los beneficios concretos que el avance y progreso en el modelo tiene sobre la calidad de vida de los ciudadanos.

El sistema científico localizado en la provincia es potente en términos de individuos, producción científica y literatura académica. Es conocido que muchos de nuestros investigadores tienen reconocimiento a nivel nacional y global a través de publicaciones en revistas científicas con significativos aportes al conocimiento en distintas disciplinas. Sin embargo, las instituciones asociadas a la generación de ciencia y tecnología tienen un grado de vinculación limitada o incipiente con el sector productivo, en especial las pequeñas y medianas empresas (PYMES), cuya demanda implícita o explícita de innovación muchas veces no es atendida por el sistema de ciencia y tecnología. En ese contexto, un plan estratégico sería clave para ordenar las prioridades de los científicos hacia las necesidades del territorio, ya sean de corto y/o largo plazo. Así, la búsqueda de evidencia científica (natural y social) continúa siendo una prioridad para la formulación de estrategias de desarrollo ajustadas al contexto que define el territorio (Garneet et al., 2013). Las políticas públicas, mediante un estado presente y activo, encuentran un límite en cuanto a temática y tiempo. Si bien el desarrollo forma parte de lo discursivo, muchas veces no se traduce en acciones integradas en planes de acción consensuados. Desde el INTA, en el marco de su trabajo territorial, se propone trabajar articuladamente para concebir y sentar las bases de un crecimiento productivo y sustentable dentro de un plan estratégico de desarrollo provincial con horizonte 2030. Se trata de un trabajo participativo (sociedad, ciencia, y política pública) para la elaboración de un plan de acción que contemple: i) el crecimiento económico a partir de una intensificación sustentable de la producción primaria;

ii) la diversificación productiva con valor agregado local bajo el nuevo paradigma de la bioeconomía;

iii) el bienestar de la sociedad a partir del cuidado del ambiente y generación local de empleo formal y oportunidades para emprendedores. La metodología propuesta incluye actividades de exploración colectiva en donde, mediante mecanismos de participación, los diversos actores (públicos y privados)

i) exploran escenarios posibles,

ii) construyen un futuro deseable y

iii) convergen en un plan de acción para lograrlo.

Esta metodología fue diseñada por el Institute for Sustainable Development and International Relations (IDDRI) en el marco de una iniciativa denominada “Senderos para la Transformación Agrícola” (IDDRI, 2016) destinada a asistir a los países en desarrollo en sus trayectorias de transformación de los sectores agrícolas y de producción. China, Reino Unido y Uruguay fueron los países que primero la usaron. En el caso de Uruguay, el estudio estuvo centrado en la producción de carne vacuna, identificado como el sector cuya transformación era prioritaria para lograr un sector primario más productivo y sustentable. El Gobierno de Uruguay fue uno de los actores en el ejercicio participativo y el curso de acción identificado fue tomado como política pública para el sector. La metodología es básicamente un estudio de prospectiva, en el sentido de que no implica predicción de futuro ni perspectivas (generalmente asociadas a escenarios inerciales y altamente previsibles). La prospectiva procura la identificación de futuros posibles y deseables a partir de identificar las incertidumbres y tendencias básicas que diseñan el futuro, la selección minuciosa de las categorías de acción (ej: producción, biodiversidad, clima, conservación de suelos, infraestructura, empleo) que definen los escenarios posibles y la selección de un escenario deseado o anhelado. Con ese escenario (identificado, valorado y cuantificado) es posible iniciar un ejercicio de vuelta al presente (diagnosticado por indicadores simples y robustos) en un recorrido donde surgen las principales palancas y barreras que necesitan ser activadas y removidas, respectivamente. Esto permite ir estableciendo en forma lógica los principales cursos de acción (para el mediano y largo plazo). Posteriormente, en una fase de implementación, se avanza en la apropiación, instalación y escalado hacia actores principales, sociedad en general y tomadores de decisiones (público/privado).

El INTA de Argentina cuenta con un Centro de Investigación en Ciencias Políticas, Económicas y Sociales que trabaja articuladamente con el instituto francés en temáticas de prospectivas. El maíz parece ser una de las cadenas con más posibilidades de contribuir a la sustentabilidad ambiental y social en un esquema de intensificación y diversificación. En efecto, a través de un nuevo nivel de integración vertical agrícola-pecuaria, la continuidad y crecimiento de las industrias alimenticias establecidas y el potencial de bioindustrias tales como bioenergía, biomateriales y bioquímica, el ciclo que se inicia con una semilla de maíz se podría amplificar en una dimensión capaz de resultar en una nueva ruralidad (ruralidad bio-industrial) donde un desarrollo armónico entre lo económico, lo ambiental y lo social sea parte del paisaje entrerriano.

 

Fuente: INTA por Oscar Rodolfo Valentinuz