El tambo entrerriano del que todos hablan: tiene energía solar, monitorea el ordeñe con cámaras y produce leche certificada

El tambo La Rosalía es el primero que se autoabastece de energía con paneles solares en Entre Ríos. Las vacas son alimentadas con pasturas y balanceado preparado en una planta en el campo, a partir de granos producidos en la empresa y en tierras alquiladas, lo que garantiza la trazabilidad y la calidad de la ración. El campo también es el primero en producir leche certificada que sirve de materia prima para la exportación de lácteos a Europa y a otros países. Además, en la sala de ordeño se dispusieron cámaras que permiten monitorear permanentemente los procesos desde cualquier parte del mundo.

La empresa La Rosalía trabaja 455 hectáreas propias en Espinillo, cerca de Paraná, dedicadas a la producción de leche y de cultivos agrícolas. Además, opera un campo satélite cercano para la recría de hembras y campos de terceros donde se completa la agricultura que permite autoabastecerse de granos.

“Instalamos paneles solares en el campo porque no teníamos suficiente abastecimiento de energía desde la red pública para atender todos los requerimientos del tambo”, recuerda Laurentino López Candioti, gerente general de esta empresa familiar.

“La decisión se tomó buscando un ahorro, pero también para subsanar el déficit de entrega por parte de la empresa que abastece de electricidad rural a Entre Ríos”, enfatiza.

“La demanda total del campo fluctúa alrededor de 10.000 a 11.000kW, un valor alto. Con los paneles solares nos aseguramos 6500-7000kW, que es el consumo específico del tambo, lo que lo convierte en autosostenible en términos energéticos. El resto se toma de la línea para atender los requerimientos de la planta de silos y del personal”, completa.

Para abastecer el consumo mencionado, en la Rosalía se instalaron 220 paneles solares combinados con inverters, que transforman la corriente continua generada por los paneles en alternada, con la que funcionan los aparatos eléctricos. En el caso del tambo, se trata de corriente trifásica de 380 voltios.

El sistema trabaja en forma dual y tiene la posibilidad de tomar electricidad de la línea los días sin radiación suficiente; también tiene la facultad de alimentar a la red pública cuando la producción de energía supera las necesidades del tambo; para eso se instaló un contador dual que mide los flujos eléctricos en ambos sentidos.

La inversión en paneles e inverters insumió 120.000 dólares, a lo que hubo que agregar la estructura para su instalación, el traslado de los cables subterráneos, el medidor dual y un sistema de control on line que indica cuánta energía se está produciendo en cada momento. La vida útil de los paneles se estima en 12-15 años.

La Rosalía produce leche de calidad certificada de acuerdo con las exigencias de la Unión Europea. Esas normas obligan a poner el foco en todos los procesos del establecimiento y a atender protocolos de seguridad buscando la excelencia. Entre estos últimos figuran la estricta sanidad del rodeo mediante la certificación un veterinario, el control del estado de las ubres de las vacas y la prohibición de uso de uso de antibióticos, prostaglandina y otras sustancias potencialmente perjudiciales para la salud humana. Además, la leche debe cumplir con parámetros máximos de células somáticas y de bacterias.

Estructura

Las normas también exigen determinadas especificaciones en la infraestructura del tambo: almacenamiento y transporte de leche en tanques de acero inoxidable, a menos de 4 °C, y pisos de hormigón y paredes pintadas con pintura epoxi. También debe haber trampas para roedores, programas de control de insectos y diseños especiales para los desagües y el escurrimiento.

Por último, hay exigencias administrativas: registros detallados de entregas de leche y camiones precintados y con seguimiento satelital. También se debe llevar un registro de agroquímicos y de los productos de limpieza utilizados.

“Teóricamente, el órgano encargado del control de los procesos es Senasa, pero en la práctica también debe ser el productor, con voluntad propia, porque vienen auditorías europeas sin previo aviso”, advierte López Candioti.

¿Los beneficios? “Tener leche de calidad certificada me permite ser elegido por la industria que consigue contratos de exportación de lácteos a la Unión Europea u otros países”, cuenta Laurentino. “Así, hemos hecho acuerdos con la empresa San Ignacio para la fabricación de dulce de leche con destino a España, Italia, Reino Unido y Alemania, y también entregamos leche a Freddo y a La Montevideana en verano, que tienen similares exigencias que los europeos para la fabricación de sus helados”, agrega.

En el tambo, la leche no es retirada diariamente por el camión de una usina, sino que se acopia en el campo y se entrega en Rosario trasladándola con equipos que llevan 28.000 litros.

¿Cómo se traduce la calidad certificada en el precio de la leche? Los compradores del producto de La Rosalía pagan el precio máximo del Siglea más un 3 por ciento de bonificación.

En la búsqueda de la disminución del impacto ambiental, además de los paneles solares, en La Rosalía también se redujo el uso de herbicidas y se usan sólo insecticidas de baja toxicidad de banda verde, al tiempo que se tomaron medidas para reducir el riesgo de erosión. Asimismo, se usa menor cantidad de los detergentes necesarios para la limpieza del equipo de ordeñe y de los tanques de almacenamiento de leche.

En síntesis: La Rosalía es una empresa que produce superávit ambiental, a partir de energía limpia y natural. Al mismo tiempo, agrega valor al producto generado, gracias a la estricta sanidad del rodeo, a la calidad de la alimentación suministrada -garantizada por materias primas totalmente trazadas- y al confort de los animales, asegurado por la funcionalidad y asepsia de las instalaciones; todo muy controlado con registros y auditorías permanentes. Es un modelo que se adelanta al futuro de la producción lechera y puede ser tomado como referencia para movilizar decisiones de incorporación tecnológica e inversiones de los tamberos en actividad.

 

Fuente: La Nación/ El Entre Ríos

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