Animarse a montar un tambo

El caso de la familia Imhoff en la zona Santa Fe Centro.

Cinco años atrás, la familia Imhoff ingresó al grupo Centro Oeste Santafesino, integrante de la región CREA Santa Fe Centro. Al visitar por primera vez el establecimiento –de unas 150 hectáreas productivas (una parte del campo es una cañada), lo primero que destacaron los tamberos del grupo es que se trataba de un ambiente ideal para producir leche.

El establecimiento se encuentra a unos 1500 metros del asfalto y cuenta con una pendiente que evita inundaciones en situaciones de lluvias excesivas. Además, está apenas a 3,5 kilómetros del pueblo de Gessler, que tiene escuela primaria y secundaria.

La idea de montar un tambo comenzó entonces a tomar vuelo, especialmente porque el planteo ganadero de ciclo completo, junto con la agricultura en campo arrendado, no estaban generando márgenes satisfactorios. Lucila –la mayor de los hermanos Imhoff– fue una de las principales impulsoras del proyecto lechero, al que se abocó tras recibirse de médica veterinaria. El fallecimiento de su madre aceleró el traspaso generacional y Julián –agrónomo– comenzó a hacerse cargo del área productiva de la empresa familiar. Los tres hermanos restantes no trabajan en el establecimiento, aunque son socios en igualdad de condiciones dentro de la sociedad anónima y participan activamente de las reuniones CREA.

“Si bien el contexto no es el mejor para la lechería, al analizar gestiones comparativas de tambos se observa que las empresas más eficientes nunca perdieron dinero, incluso en las situaciones más complicadas”, explica Julián.

Fue así como empezaron a vender la invernada para generar el capital necesario para montar un tambo. Luego siguieron las vacas. Y compraron los equipos –ordeñadoras, comederos automáticos, bretes y demás– con el propósito de lanzar el tambo en 2016.

Pero ocurrió que ese año, la cosecha gruesa –realizada en 270 hectáreas de campo arrendado fracasó por los excesos hídricos registrados en esa campaña. Hubo entonces que posponer  los planes hasta recomponer los números de la empresa.

Recién el anteaño pasado empezaron a comprar vaquillonas Holando –a muy buen precio debido  a la crisis que viene registrando la actividad– para comenzar a poblar el tambo. “Adquirimos  70 vaquillonas, las recriamos hasta la edad de servicio y las inseminamos. La primera tanda  de pariciones tuvimos que venderla, porque no llegamos a terminar el tambo; recién este año pudimos poner la segunda tanda en producción”, comenta Julián.

En marzo pasado se sumó otro lote de 50 vaquillonas, y en abril, gracias a un crédito a siete años con una tasa de interés del 19% anual gestionado a mediados de 2017, pudieron arrancar con la producción lechera.

“Actualmente tenemos unas 70 vacas en ordeño y en septiembre deberíamos estar cerca de 130, con el objetivo de llegar lo antes posible a las 200 vacas en ordeño para cubrir la capacidad máxima del campo y del tambo”, indica el empresario CREA. Un matrimonio con hijos se instaló en el campo  para hacerse cargo del tambo. Los turnos de ordeño –elegidos por los trabajadores– comienzan a las 5 y a las 16. Además, el establecimiento cuenta con un encargado agrícola (que también reside en el predio). La leche es comercializada a través de un broker que recolecta la producción de diferentes tambos de la zona para venderla en bloque a un precio más competitivo.

“Nos apoyamos mucho en el grupo CREA. Fue muy útil recibir consejos de empresarios experimentados en la materia, dado que muchos ya pasaron por donde estamos ahora y están completamente dispuestos a darnos una mano en lo que sea necesario”, señala Julián.

“La parte más difícil viene ahora, porque luego de arrancar con la producción, tenemos que trabajar para lograr los índices de eficiencia productiva que  nos propusimos inicialmente. En la zona hay muy  buenos empresarios lecheros de los que podemos  aprender”, asegura el empresario santafesino.

“Entendemos que el cambio de actividad será favorable; el negocio ganadero y la agricultura en campo alquilado no estaban generando ingresos atractivos. El propósito es llegar a una base de 2500 litros diarios para luego crecer hasta los 3000 en el mediano plazo, aspirando a superar  los 5000 litros cuando el tambo funcione en su máxima capacidad”, concluye.

El artículo completo puede leerse en la última edición de la Revista CREA.