Aprovechar el RAC de caña de manera sustentable como estrategia para reducir la huella de carbono

Así lo demuestra una investigación del INTA y CONICET, que estima por primera vez en nuestro país el potencial de captura de CO2 en un sistema suelo-caña.

El balance de carbono del suelo agrícola (la diferencia entre el carbono que se retiene en el suelo y el que se emite a la atmósfera) está sujeto a las prácticas de manejo que se realizan sobre él. En el caso de un lote con caña de azúcar, la quema o remoción del rastrojo afecta directamente el balance; mientras que la fertilización nitrogenada lo hace de manera indirecta a través de la biomasa generada o su efecto sobre la microflora del suelo. Por lo tanto, estas prácticas inciden en las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI) y el potencial del suelo para secuestrar carbono.

Dentro de los GEI relacionados al balance de carbono y que son fuertemente alterados por las prácticas de manejo que el hombre realiza, se encuentran el dióxido de carbono (CO2) y el metano (CH4). El desbalance entre las entradas y salidas de carbono del suelo desde y hacia la atmósfera viene contribuyendo al incremento del “efecto invernadero” que provoca el cambio climático global.

El grupo de investigación en Ecofisiología de Cultivos de la EEA Salta -liderado por el Dr. Martín Acreche (INTA-CONICET)- y el Grupo Caña de Azúcar de la EEA Famaillá (Tucumán) desarrollaron ensayos experimentales en la temática, en el marco de la tesis doctoral del Dr. Jorge Chalco Vera (INTA y CONICET).

El objetivo de la investigación fue determinar el efecto del quemado de rastrojo después de la cosecha y la fertilización nitrogenada en la dinámica de las emisiones de CO2 y CH4 en el sistema suelo-caña de azúcar; también, comparar dichas emisiones con las de un monte nativo y discutir un balance teórico del carbono del suelo basado en las emisiones.

Las mediciones se realizaron durante tres campañas consecutivas en lotes ubicados en el campo experimental del INTA Famaillá, situado en el centro del área cañera de Argentina. Los datos obtenidos demostraron que la emisión de CO2, además de estar asociada a la dinámica de la temperatura y precipitación, puede ser contrarrestada en parte por la aplicación de un fertilizante nitrogenado que genere mayor biomasa, es decir mayor entrada de carbono, y contribuya a reducir el proceso de descomposición de la materia orgánica dado que el nitrógeno adicional está fácilmente disponible.

La emisión de CO2 puede ser contrarrestada, en parte, por la aplicación de un fertilizante nitrogenado que genere mayor biomasa y contribuya a reducir el proceso de descomposición de la materia orgánica. 

Además, manifestaron que las pérdidas a través de las emisiones de CO2 durante el ciclo del cultivo en los tratamientos con rastrojo quemado fueron mayores que la entrada de carbono que provino del rastrojo remanente. Por lo tanto, quedó demostrado que la quema promueve la pérdida de carbono del suelo perjudicando su fertilidad y productividad futura.

La quema de rastrojo promueve la pérdida de carbono del suelo, perjudicando su fertilidad y productividad futura. 

Los resultados de la investigación permitieron estimar los balances potenciales de carbono del suelo, demostrar la viabilidad del “secuestro” o acumulación de carbono en el sistema y estimar la extracción potencial para un uso sostenible del rastrojo de la caña de azúcar. En este sentido, el Dr. Chalco Vera explicó que “el sistema suelo-caña de azúcar en Tucumán tiene un potencial de secuestro estimado en 2,03 toneladas de carbono por hectárea por año. Por lo tanto, pensar que el sector cañero de Argentina pueda certificar un protocolo de producción sostenible y contribuir significativamente a los compromisos internacionales del país para mitigar sus emisiones de GEI, mediante prácticas de manejo que prevengan la quema del rastrojo, sería altamente factible”.

El sector cañero argentino puede contribuir significativamente a los compromisos internacionales del país para mitigar sus emisiones de GEI al implementar prácticas de manejo que prevengan la quema de rastrojo.

El especialista destacó la importancia de proveer al sector de datos basados en investigaciones locales y contrastadas a nivel internacional. “Son datos que destacan la importancia de preservar parte del rastrojo como una forma de mantener o aumentar el carbono orgánico del suelo. También, muestran la importancia de medir los flujos de CO2 durante el ciclo de cultivo para determinar el balance de carbono en el suelo”.

Recientemente, este trabajo fue publicado por la Revista Agriculture, Ecosystems & Environment (https://www.sciencedirect.com/). El Dr. Acreche subrayó que “los resultados de esta investigación son los primeros para el cultivo de caña de azúcar en nuestro país y plantean una línea de base para una utilización del rastrojo en función de mediciones locales de los flujos de carbono. Sin embargo, se necesitan más experimentos para determinar la cantidad potencial de aprovechamiento sostenible del rastrojo para otros fines”.

Finalmente, el investigador destacó que “si la industria sucro-alcoholera de Argentina tiene la expectativa de participar en el creciente mercado mundial de bioenergía que se está generando deberá ajustarse a las demandas de sustentabilidad ambiental del mercado internacional, donde los requerimientos de factores de emisión y estrategias de mitigación son fundamentales para ser oferente y poder exportar”.

 

Fuente: INTA por Jorge Elías Chalco Vera, Martin Moises Acreche