🌧️ Lluvias que destruyen rutas y campos: la sorprendente solución que el INTA está probando

🌧️ Lluvias que destruyen rutas y campos: la sorprendente solución que el INTA está probando 

¿Qué pasaría si te dijeran que se puede “cosechar” el agua de lluvia y frenar la destrucción de caminos y campos con simples terrazas? Eso es exactamente lo que un grupo de especialistas del INTA está haciendo en el Valle de Lerma, Salta. Y los resultados ya se están viendo.

Las lluvias intensas del verano en esta zona del norte argentino no solo dejan calles intransitables y viviendas inundadas, también arrasan con la tierra fértil y generan peligrosas cárcavas. La erosión hídrica se convierte así en una amenaza silenciosa para la producción agropecuaria, la infraestructura rural e incluso la seguridad de las comunidades.

Pero un grupo de investigadores del INTA Salta decidió cambiar el rumbo: implementaron un enfoque llamado manejo agrohidrológico, una mezcla de ingeniería, agronomía y conservación de suelos que está dando de qué hablar.

“Nuestro objetivo es simple pero poderoso: controlar la erosión, regular los caudales de agua durante las crecidas y almacenar el agua de lluvia para distintos usos”, explica López Morillo, especialista del proyecto.


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¿Cómo lo hicieron? El proyecto arrancó con drones, mapas y estudios del suelo. Luego, vinieron las obras: terrazas de desagüe de 3 kilómetros de largo y pequeñas represas estratégicas. Y los resultados no se hicieron esperar: se redujo la erosión, se frenó el avance de cárcavas y, como si fuera poco, se logró recolectar agua de lluvia útil para producción y otros fines.

¿La clave? Adaptarse al terreno como si fuera un traje a medida

Para que las terrazas funcionen, cada detalle cuenta: desde el tipo de suelo hasta la pendiente. Agustín Franzoni, otro de los expertos, advierte que una inclinación de más del 0,4 % puede ser suficiente para que todo se desmorone. Por eso, aplicaron soluciones como bordos hidráulicos para frenar el agua y evitar que gane velocidad destructiva.

Además, el manejo agrohidrológico no se limita a una técnica: puede incluir forestaciones, rotaciones de cultivos, cauces cementados y más. Todo depende del lugar y del productor.

“Más que una receta, es una caja de herramientas que ayuda a pensar el campo como un sistema integral”, resume López Morillo.

Una apuesta que va más allá del clima

En un contexto de eventos climáticos extremos cada vez más frecuentes, esta estrategia no solo protege el suelo: es una inversión en futuro. Con menos erosión, mejor uso del agua y más resiliencia ante tormentas, los productores pueden seguir trabajando la tierra sin temer que la próxima lluvia lo arruine todo.

¿La moraleja? A veces, para ganarle al clima, hay que aprender a escucharlo y trabajar con él… no contra él.

Fuente: INTA

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