Aapresid: cómo sacarle el jugo al maíz tardío

En la primera jornada del XXVI Congreso de Aapresid, un investigador del INTA Oliveros dio detalles de los aspectos clave en los cultivos de maíces de siembra tardía: la inocuidad y su calidad comercial. El control de las malezas, el secado del grano, su rentabilidad y el impacto en la producción animal fueron algunas de las variables analizadas.

 

El investigador del INTA Oliveros Facundo Ferraguti brindó en la primera jornada del XXVI Congreso de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa. Una interesante exposición sobre la calidad comercial y la  inocuidad de maíces de fecha tardía. Tras destacar que en los últimos diez años la región maicera del país viene incluyendo en su rotación al maíz de siembra tardía, lo que permite reducir los riesgos climáticos de este cultivo dada su mayor probabilidad de tener un balance de agua favorable y menores chances de sufrir golpes de calor en el período crítico, Ferraguti dijo que aunque desde la oferta ambiental las fechas tardías tienen un menor potencial de rendimiento, el piso de rendimiento es mayor y en muchas regiones el rendimiento obtenido iguala o supera el de fechas tempranas.

 

“Las siembras tardías exponen al cultivo a mayor presión de insectos y en algunos casos coinciden estadios susceptibles con picos poblacionales de la plaga como la oruga cogollera o la isoca de la espiga. En el caso de Helicoverpa, el control químico tiene una eficiencia errática y muchas veces el daño ocasionado a la espiga no justifica su implementación, por lo que la elección del híbrido es un aspecto crucial para minimizar el impacto de la plaga”, precisó, y dijo que, no obstante, las galerías generadas en el ápice de la espiga son una fuente de ingreso de humedad y propicia la proliferación de hongos micotoxigénicos.

 

Luego señaló que un aspecto que frecuentemente se señala como desventaja de las siembras tardías es el excesivo tiempo que el cultivo permanece en el campo hasta que la humedad del grano se considera propicia para cosecha. Ante esto, dijo que el objetivo principal de esta práctica es minimizar la pérdida económica que representa recurrir al acondicionamiento de la mercadería y el impacto sobre el flete. Sin embargo –advirtió- estudios recientes demostraron que esta interpretación no siempre es correcta, sobre todo si se tiene en cuenta el aumento de descuentos por el rubro granos dañados y los costos de aplicación a la población de malezas que crece y se desarrolla durante el secado del grano.

 

Tomando como base algunas experiencias realizadas en la Estación del INTA Oliveros desde la campaña 2014/15 a la actual donde se abordaron aspectos como fechas de siembra, comportamiento sanitario de híbridos y evaluaciones de abundancia y diversidad de especies de malezas, Ferraguti analizó los puntos a tener en cuenta para definir el momento de cosecha óptimo de un maíz de fecha tardía.

 

Uno de estos puntos fue la dinámica del secado de grano a campo. “Si bien existe variabilidad entre híbridos, la acumulación de materia seca cesa en el grano cuando la humedad es cercana a 30%. En este momento se considera que el cultivo alcanzó la madurez fisiológica (MF)”, dijo.  A partir de eso la tasa de secado depende exclusivamente de la humedad del grano, la temperatura y la humedad relativa durante el otoño. “A medida que el secado del grano progresa, las temperaturas son progresivamente más bajas y la humedad relativa aumenta, se observa una ralentización de las tasas de secado. Este cambio en la tasa de secado se da a partir de un punto de inflexión que está determinado por una combinación de factores inherentes al híbrido (morfología de espiga, chalas y grano) y las condiciones ambientales”, agregó.

 

La calidad comercial fue el segundo de los aspectos que enumeró. Allí precisó que cuanto más tiempo transcurre entre MF y Te, la calidad del grano se ve más afectada y aumentan los descuentos por el rubro “granos dañados”. “En nuestras experiencias, los valores de granos dañados en Te se ubicaron en un rango entre 1.68 a 12.1%. La tasa promedio de aumento del rubro dañados desde MF a Te fue de 0.018 a 0.11% dañados/día. La mayoría de las muestras correspondieron a Grado 3, principalmente por bajo peso hectolítrico (PH), aunque algunos híbridos de alto PH y bajo porcentaje de granos dañados lograron sostener el Grado 2 que tenían en el momento del Pi. En un 7% de los casos la mercadería estuvo fuera de estándar por superar la tolerancia de granos dañados”, indicó.

 

Otro punto fue el análisis económico, donde ponderó las simulaciones de sucesivas cosechas con la humedad del grano entre una H°Pi alta (19.5%)y la humedad de entrega (14.5%, grano “seco”). Allí se contemplaron los gastos de secado, la merma física, el costo del flete (flete corto 30 Km + 120 Km de flete largo) y los gastos de comercialización. Se asumió un paso por planta acondicionadora y posterior entrega en Puerto Gral. San Martín (Santa Fe). “Hoy los gastos representan un 15.6% de la cotización cuando se cosecha “seco” y en caso de mercadería con 19.5% de humedad, los gastos ascienden al 29,5%. La estrategia de esperar hasta que el grano esté seco tiene justificación económica ya que supone un ahorro de gastos de acondicionamiento y flete que se reflejan en un 6% más de margen bruto con respecto a la cosecha en H°Pi (19,5%), aún teniendo en cuenta los descuentos por calidad y un coeficiente de reducción de rendimiento (0.98) atribuido a vuelco de plantas y caída de espigas”, sostuvo.

 

En este punto advirtió que esperar hasta el grano seco aumenta la abundancia y diversidad de malezas. “El control es dificultoso ya que la aplicación debe alcanzar efectivamente a individuos debajo del rastrojo que en general se han rusticado por frío y sequía, por lo que es normal que las aplicaciones fallen y se deba recurrir a principios activos más costosos y/o aumentar el número de aplicaciones”, dijo.

 

El impacto económico en la producción animal fue el último de los aspectos analizados. Sobre esto, dijo que está asociado a diferentes factores: los granos de maíz colonizados completamente por hongos pierden valor como alimento, lo que determina una reducción de la concentración de aceite, proteínas y de la energía metabolizable en granos amohosados. Ferraguti advirtió que, dependiendo de la especie y la categoría del individuo que se alimenta, la presencia de micotoxinas puede provocar una caída en el consumo, una reducción de la ganancia de peso, el aumento de la incidencia de enfermedades debido a la inmunodepresión, el daño a órganos vitales y la interferencia con la capacidad reproductiva. “Es frecuente que en las espigas de maíz coexistan más de un patógeno y sus respectivas micotoxinas. El resultado es un impacto negativamente sinérgico en la salud y productividad animal en comparación con los efectos individuales”, afirmó.

 

A modo de consideración final, Ferraguti expresó que los beneficios del secado a campo se reducen si se tienen en cuenta los gastos extra para el control de malezas y, sobre todo, si el grano es destinado para producción animal propia, al tiempo que supone un riesgo para la salud de la población que ingiere en forma directa el grano o indirectamente a través de productos de animales que consumieron granos contaminados.

“Actualmente existe una demanda global de granos más sanos e inocuos, por lo que las regulaciones de los países compradores influyen sobre la forma en que los países que quieran exportar deberán producir. Una vez que el grano se contaminó con micotoxinas es muy difícil neutralizarlas o eliminarlas, ya que son muy termoestables, son resistentes a la aplicación de compuestos químicos y la inactivación física (secuestrantes) o biológica (enzimas) tiene aplicaciones prácticas reducidas. La forma más práctica de combatirlas es a nivel de campo tratando de minimizar su generación en pre cosecha y evitar la contaminación en las siguientes etapas de la cadena de producción”, concluyó.