La emergencia cambió los planes de una administración que entró en cuarentena

Ya no hay hoja de ruta, sino una gestión abocada a la emergencia. “Vamos minuto a minuto, día a día”, se lamentó en las últimas horas uno de los hombres de confianza del presidente Alberto Fernández. “Cambió todo”, remató el hombre con despacho en la Casa Rosada. El impacto del brote del coronavirus irrumpió con fuerza dentro del Gobierno y modificó todos los planes.

Lo que hasta hace unas horas era prioridad pasó a un segundo plano. Ahí quedaron apilados algunos proyectos claves como la legalización del aborto -que podría ingresar a la Cámara de Diputados en los próximos días-, la reforma judicial y el cambio de la coparticipación de la ciudad de Buenos Aires. “Se abrió un paréntesis”, describió un funcionario con acceso diario al despacho presidencial.

También la negociación de la deuda, que entró en un mar de especulaciones a la espera de que el ministro de Economía, Martín Guzmán, dé alguna certeza. Reclamo que ya no es solo extramuros de la Casa de Gobierno, sino que comenzó a escucharse en oficinas oficiales. Además, el Palacio de Hacienda retrasó la oferta para reestructurar la deuda externa que iba a presentar el último viernes y canceló el roadshow que tenía previsto con inversores para darles detalles de la oferta.

Los principales colaboradores de Alberto Fernández no ocultan la “preocupación” por los efectos del coronavirus en materia económica. “Puede parar la actividad económica, que ya viene muy golpeada”, admitieron fuentes oficiales.

Pese a los pronósticos adversos, Fernández buscó mostrar tranquilidad y control de la situación, el principal objetivo que impulsó la primera cadena nacional del Presidente. Sabe que si atraviesa esta tormenta ya nadie dudará de su liderazgo. Pero es una apuesta con final abierto, ya que el brote crece a nivel global con resultados inciertos.

Los que acompañan a diario al jefe del Estado aseguran que casi no cambió su rutina. Hay, desde ya, cuidados adicionales. Se suspendieron todos los actos públicos previstos; mañana, por ejemplo, iba a presentarse en el Regimiento de Granaderos, pero la visita se postergó.

Además, el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, dispuso el control de temperatura para todos los visitantes, ya sea en la Casa Rosada o en la quinta presidencial de Olivos. Incluso, se suspendieron todas las audiencias con extranjeros que provengan de las zonas afectadas por la enfermedad.

En paralelo, la situación de la gran mayoría de los ministros es peor. Toda la atención está puesta en lo que dice y hace Ginés González García. El ministro de Salud fue el único que logró saltar el cerco que había impuesto el ministro de Economía. Por el efecto del brote del coronavirus, el responsable de Salud se llevó $1700 millones para gastar en insumos ante lo que en el Gobierno anticipan como la propagación inevitable del virus.

Si antes de la pandemia había poco para repartir, ahora se cerraron todos los grifos, no hay plata para nadie. “Nada de nada”, reconoció uno de los ministros que visitó al Presidente en los últimos días. Todas las reuniones tuvieron como foco el avance de la enfermedad.

Al igual que un viajero con síntomas de coronavirus, el Presidente y su administración quedaron en una especie de autoimpuesta cuarentena con el objetivo de contener la enfermedad y calmar a la sociedad.

Ayer, el Presidente se reunió con colaboradores en Olivos para seguir minuto a minuto los alcances. Un día antes, Fernández protagonizó una reunión de la Mesa Interministerial para monitorear la implementación del DNU, que estableció la emergencia sanitaria a nivel nacional por un año y la obligatoriedad de la cuarentena para los argentinos que aterricen en el país provenientes de las “zonas afectadas” por la pandemia de Covid-19.

La novedad fue la inclusión de los gobernadores -en las últimas 48 horas recibió a varios, como Jorge Capitanich (Chaco), Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y Juan Manzur (Tucumán)-, es que el Presidente quiere que la lucha contra el coronavirus sea una estrategia común con los mandatarios provinciales. Ahí, junto con ellos, se llegó a la conclusión de que por el momento no era necesario cerrar las escuelas.

“Tenemos que hacerlo entre todos y todas. Demostrarnos que en los temas importantes estamos unidos. Somos la Argentina. Un país unido en el que cada uno debe comprometerse con los demás y todos con cada uno, empezando por el Estado”, fue el guiño del Presidente a los gobernadores y la oposición en la cadena nacional, en la que leyó un mensaje que duró seis minutos.

Como sucedió esa noche en su despacho, el Presidente mantiene línea abierta con varios integrantes de su equipo, como el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; el ministro de Salud, Ginés González García -el diálogo y cruce de mensajes es “permanente” -; el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro; el jefe de asesores, Juan Manuel Olmos; el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz; el vocero presidencial, Juan Pablo Biondi; el asesor Alejandro Grimson y Vitobello.

Todo lo que se habló y definió fue en torno al brote; no hubo tiempo para nada más.

Fuente: La Nación | Por: Santiago Dapelo

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