Insectos plaga que afectan al cultivo de trigo en la región pampeana

El trigo es el principal cereal invernal implantado en la región pampeana y por ello es un recurso apetecido por las plagas que desarrollan fases activas de su ciclo durante esta estación. La problemática de plagas insectiles se extiende desde el otoño con aquellas que afectan la implantación, hasta la primavera cuando muchas de las cuales salen de su diapausa, quiescencia o hibernación.

Esta campaña venidera encuentra al suelo bien provisto de agua, pero el año anterior, característico por la sequía, presenta una influencia residual a causa del impacto de este fenómeno en los ciclos vitales. Los coleópteros se vieron favorecidos de manera general, presentándose este año una mayor población de gusanos blancos y gorgojos, aunque así también carábidos benéficos. En cuanto a chupadores, en la campaña anterior se observaron poblaciones del pulgón ruso del cual no habíamos tenido noticias por varios años. Por su parte, las orugas militar verdadera y desgranadora, hacia el sur de la provincia de Córdoba, alcanzaron umbrales de aplicación química en varios lotes. La pregunta que nos hacemos es qué pasará esta campaña.

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La predicción del ataque de insectos a largo plazo es una tarea dificultosa, ya que las temperaturas y precipitaciones, incluso en el corto plazo, pueden tener impactos de magnitud tanto en forma positiva como negativa, no sólo en los insectos plaga, sino también en otros componentes de las redes tróficas que se desenvuelven en el lote y sus alrededores, y que van a estar interaccionando con los mismos. Sin embargo, existe una tendencia de épocas de aparición de ciertas plagas según latitud y una asociación entre insectos y fenología del cultivo que nos permiten focalizar el monitoreo de un grupo de insectos en una etapa fenológica y en otro grupo en otra.

Insectos de suelo que afectan la implantación

Dentro de los insectos que afectan las primeras etapas del cultivo encontramos como protagonistas a los gusanos blancos. De esa forma denominamos a un complejo de gusanos que incluye varias especies, dentro de las reportadas califican Diloboderus abderus, Cyclocephala putrida, C. signaticollis, C. modesta, Archophileurus vervex, Bothynus striatellus, Anomala testaceipennis, Philochloenia bonariensis y Heterogeniates bonariensis (Frana, 2003). Si bien son varias reportadas en la región, no todas las especies tienen la misma relevancia. Diloboderus abderus es la de mayor potencialidad de daño, y, por ende, la más conocida por los productores. El ciclo de vida es anual, la oviposición ocurre finalizando el verano, época en la cual es frecuente encontrarse con el adulto macho denominado “bicho torito”. Por su parte, la hembra suele pasar más desapercibida. Los gusanos atraviesan por tres estadios larvales pasando a los estadios de pre-pupa y pupa hacia fines de la primavera.

El monitoreo de gusanos blancos se realiza cavando el suelo y revisando la tierra que se extrae del pozo. Un indicio de su presencia es la detección de montículos de tierra por sobre la superficie del lote. Para comenzar a corroborar su presencia se debe cortar una primera capa del suelo de unos pocos centímetros con una pala y allí observar si existen galerías. Luego, siguiendo las galerías con la extracción de tierra se confirma la presencia de la plaga. El umbral de control de estos insectos es de 5-6 gusanos/m2. El resto de las especies también se encuentran en estas extracciones, pero generalmente se ubican durante el otoño en los primeros 10 centímetros del suelo en condiciones de buena humedad, es decir, en una capa menos profunda. Especies frecuentes como C. signaticollis o C. putrida presentan en abrilmayo una evolución mayor que D. abderus, con presencia de grasa en mayor proporción del cuerpo del insecto, que les da un color más blanquecino-manteca para esa época. El tercer instar larval de estas últimas es menor a su correlativo de D. abderus, y su cabeza es más pequeña y de color castaño más claro. Sin embargo, en otoño pueden encontrarse larvas de segundo instar de D. abderus que tienen un tamaño similar al tercer instar de C. signaticollis (3 cm), en cambio, ya en la primavera, la larva de D. abderus es mayor alcanzando los 5 cm. El control químico de gusanos blancos se basa principalmente en el uso de curasemillas. Los principios activos tiametoxam, imidacloprid y tiodicarb han demostrado disminuir el impacto de esta plaga (Fava y Imwinkelried, 2004). En lotes con más de 20-25 gusanos por m2, la cantidad residual de gusanos a pesar del control que proporcione el curasemillas puede superar el umbral, pudiendo apelarse al control químico de cobertura previo a una precipitación. Sin embargo, este método de control ha demostrado ser poco efectivo. Para evitar llegar a altas poblaciones en el lote, se recomienda monitorear todos los años, ya que las poblaciones en lotes problemáticos suelen ser residentes en periodos largos de tiempo.

Otro insecto que puede afectar la implantación es el grillo subterráneo, Anurogryllus muticus, que también realiza montículos de tierra, aunque de menor tamaño y con menor granulometría. En presiembra del cultivo se pueden hallar tanto adultos como ninfas. Las galerías que realizan son más pequeñas que las de gusanos blancos y su ingreso es de forma más oval y generalmente “doble”. Además, tienen inclinación respecto al plano de superficie, situación que no ocurre con los gusanos blancos que realizan sus galerías en forma perpendicular a la misma. El umbral de control que se utiliza es de 5-10 individuos/m2. En momentos de escasez de alimento (por ejemplo, luego del barbecho químico o inmediatamente posterior a la cosecha de cultivos de verano) la utilización de cebos muestra ser un método eficaz. Además, se ha atribuido a las aplicaciones de insecticidas en cobertura durante la noche en postemergencia cierto grado de disminución de daño por repelencia.

Una plaga menos frecuente pero que se reportó como problemática en implantación en la campaña anterior fue la oruga militar tardía, Spodoptera frugiperda, con una última generación preinvernal muy numerosa a causa de las condiciones favorables de altas temperaturas durante el otoño. La disminución del stand de plantas tanto en trigo como en otros cultivos alentó las aplicaciones químicas de cobertura. No existe umbral de acción para esta plaga en implantación y es común verla atacando en su forma de “frente de avance”, pero se puede tomar en consideración utilizar una medida de control cuando las larvas tengan un periodo de tiempo por delante para completar el estado larval (que transcurre en 6 instares) y las condiciones climáticas sean favorables a la misma (temperaturas medias por encima de lo normal). Es importante destacar que la implantación es una etapa crucial y que afecta el rendimiento potencial por superficie, por lo cual el monitoreo en esta etapa del cultivo puede evitar daños irreversibles.

Insectos presentes durante la etapa vegetativa

Un grupo de insectos que acompañó al cultivo de trigo a lo largo de su historia en las regiones templadas del país son los pulgones. Algunos afectando el área foliar, otros causando daños en espigas o transmitiendo virus. Dentro de los de primera aparición encontramos al pulgón verde (Schizaphis gaminum), y el pulgón de la avena (Rhopalosiphum padi), ambos con un umbral de 3-5 pulgones/planta en las primeras dos semanas desde la emergencia, y 10-15 pulgones/planta en macollaje. También en estas primeras fases vegetativas pueden aparecer el pulgón amarillo (Metopolophium dirhodum) y el pulgón negro de los cereales (Sipha maydis), cuyo umbral de control es de 10 pulgones por planta. Al avanzar en ontogenia el cultivo y al acumular mayor área foliar cada planta, la tolerancia aumenta, utilizándose un umbral de 15- 20 pulgones/planta para las especies mencionadas anteriormente. Otra especie muy presente en la memoria de los productores pero que no aparece con frecuencia es el pulgón ruso (Diuraphis noxia). Sin embargo, estuvo presente en los trigos de la campaña anterior, asociada a las condiciones de sequía ocurridas en la región pampeana, con un periodo de 8 meses sin precipitaciones de importancia en varias localidades. Para esta última el umbral de acción es 10%- 20% de plantas atacadas en macollaje, y 5-10% de encañazón en adelante (Dughetti, 2012).

Otro insecto que ha despertado inquietud entre los productores en las últimas campañas es el gorgojo del tallo/macollo, Listronotus bonariensis, que produce daños en primordios radiculares, apicales y barrena tallos en encañazón. El año anterior se han registrado lotes con 80% de plantas con oviposturas. En general, se ve favorecido por secuencias de gramíneas en el lote (ejemplo secuencia maíz- trigo), y tiene su pico poblacional hacia fines de agosto. En la EEA. Marcos Juárez se está realizando un seguimiento de esta plaga y se han ensayado diferentes alternativas de control químico. Sin embargo, aún no se ha encontrado una manera de control químico efectiva, por lo que las recomendaciones actuales apuntan a evitar las secuencias de gramíneas en lotes con presencia de la plaga para desalentar el crecimiento interanual de sus poblaciones.

Insectos de relevancia en la floración y fructificación

Cuando finalizan las etapas vegetativas del cultivo y comienza la floración podemos encontrar a las orugas militares temprana (Pseudaletia adultera) y verdadera (Pseudaletia unipuncta). Estas consumen área foliar, y pueden presentarse luego del mayor periodo de heladas, al comenzar el ascenso de temperatura con la llegada de la primavera. En general, el daño aparece en borduras y se las puede observar inicialmente en malezas gramíneas en las cercanías de los lotes. Para su monitoreo se recomienda utilizar una medida de superficie (aro o rectángulo de superficie conocida), realizar el recuento de orugas y trasladar este cálculo a un recuento por m2. El umbral de daño económico está determinado en 5 orugas mayores a 1.5 cm/m2 para grano acuoso y 15 para grano pastoso. Luego de ese estado no se recomienda el control (Leiva, 2013). Posterior y/o paralelamente a ellas aparece la oruga desgranadora Faronta albilinea, que consume granos pudiendo destruir espigas total o parcialmente. Debemos considerar a una situación como de riesgo cuando encontremos 7-8 espigas con granos totalmente consumidos/m2 o sea este el resultado de la suma de espigas parcialmente dañadas (cuando los daños alcancen al menos un tercio de la espiga).

Un insecto infrecuente que se observó en trigos en la campaña 2020 es el trips del cogollo, Frankliniella frumenti, de color amarillo y movimientos rápidos. Suelen causar lesiones cloróticas, rugosidades y favorecer al enrollamiento de la hoja bandera. También se ubican entre las espiguillas y se movilizan entre la hoja bandera y estas. En la provincia de Santa Fe, Perotti y Gamundi en 2008 demostraron incrementos en el rendimiento de 385 kg/ha controlando químicamente a esta plaga. Sin embargo, la ocurrencia de altas poblaciones es una situación que se presenta sólo en primaveras secas.

Conforme aumenta el fotoperiodo y la temperatura se produce la salida de adultos de la chinche verde (Nezara viridula) de los refugios invernales cuyo objetivo es reactivar su metabolismo (principalmente en setiembre y octubre) y en búsqueda de alimento que promueva su futura reproducción. Uno de los hospederos elegidos es el cultivo de trigo en formación de granos, que funciona como un hospedero intermedio de las mismas hasta que tréboles y leguminosas de vegetación espontánea alcanzan su estadio reproductivo el cual les resulta más nutritivo. Cuando los inviernos transcurren con temperaturas por debajo de 0° en periodos de tiempo poco prolongados, y cuando la última generación estivo-otoñal de la plaga fue muy numerosa, la cantidad de chinches en algunos lotes de trigo puede ser alta. Si bien no existe umbral de esta plaga en trigo para nuestro país, para el vecino país Brasil el mismo corresponde a una densidad de 10 adultos/m2 (Gassen, 2001). Cabe destacar que se puede realizar el monitoreo con paño vertical, y que la densidad suele ser mayor en cabeceras y borduras, debiendo evitarse las sobreestimaciones que puede ocasionar un muestreo reducido en estas áreas.

Por: Emilia Balbi – INTA

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