Muchas empresas agrícolas se encuentran en una encrucijada al evaluar la cosecha de maíz para alimentar a sus animales. Al observar zonas con hojas secas, acartuchadas desde tempranas horas del día, sin espigas o con poco grano, surge la pregunta: ¿Deberíamos cosechar o no? Desafortunadamente, en algunas áreas de la pampa húmeda, la falta de lluvias, las altas temperaturas, la baja humedad relativa y la falta de agua subterránea cercana están afectando los cultivos de manera más intensa de lo normal.
Es crucial no apresurarse y tomar decisiones basadas en datos objetivos de materia seca. No es recomendable cosechar con menos del 30% de contenido de materia seca, ya que esto garantiza una fermentación adecuada y una mejor conservación del material a largo plazo. La presencia o ausencia de espigas es vital y afecta significativamente la velocidad de secado y la calidad del material a cosechar.
En casos donde los cultivos presentan 100% de hojas secas y sin espigas, es sorprendente descubrir que, una vez cosechados, pueden tener menos del 25% de materia seca, lo que indica un exceso de humedad. En estas situaciones, el pre-oreo y la cosecha con un recolector frontal pueden ayudar a alcanzar un contenido de materia seca adecuado. Aumentar la altura de corte también puede incrementar el contenido de materia seca, ya que los tallos contienen una gran proporción de agua.
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Si la decisión es cosechar más volumen cortando bajo en un maíz estresado, es importante tener en cuenta que este material tiene altas probabilidades de contener niveles elevados de potasio y/o nitratos. Por lo tanto, sería recomendable analizarlo en un laboratorio antes de alimentar a ciertas categorías de animales, como vacas en preparto, ya que el exceso de potasio puede favorecer la aparición de enfermedades metabólicas de transición, como la hipocalcemia.
En casos como estos, la inoculación es fundamental para favorecer la fermentación y permitir que las bacterias consuman rápidamente el oxígeno. Se recomienda duplicar la dosis de inoculante de calidad para acelerar el proceso. Trabajar en colaboración con el contratista para asegurar que la longitud de la fibra sea adecuada y lograr una buena compactación también es importante, ya que así se reducirán las pérdidas por lixiviación y respiración. En años difíciles, las decisiones también son difíciles. Es fundamental medir el contenido de materia seca, ya que muchas veces la intuición y el estado de ánimo no son buenos consejeros.