Las grandes productoras de biodiesel piden un mercado interno abierto

El desabastecimiento de gasoil, asociado a factores externos e internos y con su pico máximo en plena cosecha gruesa, reposicionó a los biocombustibles, particularmente al biodiésel, que sufrió un duro golpe en 2021, cuando la tasa de corte se redujo por ley del Congreso del 10 al 5%.

En la Argentina se consumen por año 14 M de metros cúbicos de gasoil, según datos de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno (AABH). Ese volumen se destina a abastecer los vehículos con motores diésel, maquinaria agrícola y minera, barcos e industrias. La AABH aclara que a ese volumen se agrega el que demanda la generación eléctrica, que es muy variable.

La AABH explica también que en el país solo se producen 11,5 M de metros cúbicos, diferencia que provoca el déficit de abastecimiento debido a la imposibilidad de sumar capacidad de refinamiento de petróleo en el país.

Por tal motivo, los productores de biodiésel -elaborado a partir del aceite de soja- defienden la capacidad este biocombustible de aumentar la oferta de gasoil, al poder mezclarse con ese carburante en niveles regulados por el Estado.

Leyes. En 2010, la ley 26.093 exigió incorporar un 5% de biodiésel al gasoil producido en la Argentina, incentivando el desarrollo de la actividad y la construcción de plantas productoras. Ese porcentaje fue luego elevado al 10, en un régimen de promoción.

En 2021, cuando venció su vigencia, esa ley fue reemplazada por la 27.640, que volvió a reducir al 5% la tasa de corte, generando importantes reclamos sectoriales.

La crisis de abastecimiento producida en el otoño de 2021 obligó a las autoridades argentinas a incrementar nuevamente la tasa de mezcla. Así por la resolución 438, de junio pasado, de la Secretaría de Energía, se la incrementó al 7,5%, aduciendo que “un escenario de escasez de gasoil y altos precios, junto con un creciente aumento de la demanda interna e inconvenientes en la logística de importaciones, que dificulta un adecuado abastecimiento de los volúmenes que requiere el mercado argentino”.

También en junio, por decreto presidencial 330, se autorizó agregar otro 5% de corte por 2 meses, pero provisto por las empresas que exportan biodiésel, las cuales por la ley 27.640 de Marco Regulatorio de Biocombustibles, no estaban autorizadas a participar en el mercado interno de corte.

En el caso de la tasa de 7,5 por ciento, solo para empresas que venden en el mercado doméstico, el precio lo establece y publica la Secretaría de Energía de la Nación. En cambio, la cotización de 5% adicional provisorio por 60 días se pacta entre los refinadores de petróleo y los productores de biodiésel que antes solo exportaban.

Oportunidad. Luis Zubizarreta, presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio), que representa a las empresas exportadoras, explica que “la nueva medida permite competencia y vender al mercado doméstico”.

“Lo vemos como una oportunidad, no solo para nosotros, sino para la Argentina. Producimos un combustible que tiene una calidad superior a la del fósil, lo cual es claro desde el punto de vista ambiental, y que además tiene precios competitivos. Lo que estamos proponiendo al Gobierno es que nos deje competir contra el gasoil que Argentina importa y ese es el modelo que nosotros venimos empujando”, señaló.

Y agregó: “Los que exportamos tenemos capacidad ociosa, producimos en escala y estamos integrados, así que somos muy eficientes y podemos vender a un precio muy competitivo”. De todas formas, opina que se debería avanzar a un esquema total de competencia. “Hay que dejar este régimen reglamentado en el que se define discrecionalmente quién vende y a qué precio”, opina.


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Cambio climático. En tanto, Víctor Castro, director Ejecutivo de Carbio, precisó que el biodiésel contribuye a “mitigar los efectos del cambio climático para reducir los gases de efecto invernadero”, lo cual, sostiene, ayuda a la Argentina a cumplir con los compromisos internacionales asumidos en esa materia. “Estudios del INTA indican que el uso de biodiésel con aceite de soja reduce en un 70 por ciento la emisión de gases de efecto invernadero respecto del gasoil”, precisó.

Y agregó un dato no menor: “La situación que generó la guerra (entre Rusia y Ucrania) nos llamó la atención a otra realidad, que es la de que tenemos un producto disponible 100 por ciento nacional, que no depende de importaciones”, recalcó.

Castro precisó que el corte del 12,5% representa unos 800.000 metros cúbicos de oferta anual de biodiésel al mercado, que se suman a los 550.000 metros cúbicos ya existentes. “La decisión se tomó para el periodo julio-agosto, pero se extendería un mes más y, en realidad, debería ser permanente”, aseguró, ya que el país está trabajando a un 50% de la capacidad instalada para producirlo.

Materia prima disponible. “El gran ‘driver’ de la producción renovable es la disponibilidad de materia prima. En Europa había créditos muy convenientes para producir biocombustibles y se hicieron múltiples plantas, pero no había materia prima”, explica Castro. Mientras que “en la Argentina, la disponibilidad de materia prima está dada porque tenemos uno de los complejos de molienda de soja más grandes del mundo; somos los primeros exportadores de harinas y aceites de soja y esto es lo que tenemos que aprovechar”, recuerda.

Al respecto, Zubizarreta opina que “hay que ir hacia un esquema de competencia en beneficio de nuevas inversiones”, al tiempo que aclara que la expansión del biodiésel en el mercado internacional es difícil, por las medidas arancelarias restrictivas impuestas por los Estados Unidos y la Unión Europea, situación que se da en el contexto “de un mundo con políticas proteccionistas”. “Pensar en la salida por las exportaciones no parece lo más adecuado”, sostiene.

Autoconsumo. Además de producir para la venta en el mercado interno -destinada a la mezcla con el gasoil- hay empresas que piensan en elaborar biodiésel para consumo propio, con el fin de lograr autonomía y no tener problemas de traslado de la producción.

Tal es el caso de Las Chilcas, un establecimiento agropecuario del norte de Córdoba, activo desde 1980 y que en 2016 instaló una planta de bioetanol de maíz, a la que ahora planea agregar una de biodiesel -con una inversión estimada de US$800.000- y otra de biogás para generar energía eléctrica -que demandaría alrededor de US$ 1 M- en 2023.

Mario Aguilar Benítez, director de Las Chilcas, explicó los motivos del proyecto: “Lo estamos encarando por una necesidad, por los problemas de abastecimiento y también ante eventuales incrementos de precios. No cortar la producción por tener combustible propio nos daría mucha ventaja y flexibilidad”, asegura.

Lejos en el tiempo. El director ejecutivo de la AABH, Claudio Molina, explica que el faltante de gasoil no es solo una situación derivada de la guerra ruso-ucraniana. “Esta situación explotó este año, pero no es un problema de ahora”, aclara.

En primer lugar, precisa que la reducción del corte, dispuesta en la nueva ley de Biocombustibles sancionada en 2021, es una de las causas, porque exigió disponer de más gasoil, obligando así a incrementar la importación.

Otro de los factores es el desacople entre los precios internacionales y los locales. Esa diferencia -señala- desató “una ola de compras desde el exterior en las provincias limítrofes como Misiones, Corrientes, Formosa y Salta”. “El impacto de esa operatoria no está muy claro, pero ha sido mucho y, además, se dieron las condiciones para que haya contrabando”, advierte. “Por otro lado, la desesperación por la falta de un insumo crítico en época de cosecha hizo que muchos productores trataran de comprar más, para tener stock”, agrega.

Faltan trenes. Pero Molina, cita un dato muchas veces olvidado y de larga data para mencionar otro de los motivos principales de la falta de este insumo. “El problema que tenemos hoy se comenzó a gestar hace 6 décadas, con el proceso de pérdida de participación del ferrocarril en el sistema de transporte nacional”, explica. Actualmente, en la carga de producción agropecuaria, el ferrocarril representa alrededor del 4,4 por ciento del transporte total de la Argentina. “Se transporta un poco más de la mitad de lo que se transportaba en 1927”, señala.

Sin embargo, no cree que las medidas transitorias de aumento de corte estén asociadas a una apuesta del Gobierno argentino hacia los biocombustibles. “Cuando la comprensión viene por el lado del espanto y no de las convicciones, la solución es inestable”, advierte Molina.

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