El campo frenó las ventas de soja a niveles mínimos desde 2009

La adversa situación cambiaria que enfrenta el Gobierno hace que ponga la lupa sobre los productores agropecuarios, observando qué parte de la cosecha mantienen almacenada en sus bolsas para silo, mientras esperan mejores condiciones para vender.

La inestabilidad cambiaria que comenzó a reinar en el mercado desde la renuncia del ex ministro de Economía, Martín Guzmán, fueron el punto de partida para que cayeran las ventas de productores, en particular de soja, que están en volúmenes mínimos desde que se lleva registro, en la campaña 2009-2010.

El freno es notable, teniendo en cuenta que hasta junio -Guzmán renunció el 2 de julio- los números mostraban una situación inversa. Según datos de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y el Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC), las liquidaciones de exportaciones del agro acumulan USD19.145 M en los primeros 6 meses del año, lo que constituye un récord histórico.

Derrumbe y freno. Pero en julio todo cambió. Con la renuncia de Guzmán se derrumbaron los bonos en pesos del Tesoro y la corrida contra la moneda nacional cambiaron las reglas de juego de la economía.

Así como desaparecieron las listas de precios de todo tipo de insumos nacionales e importados, se congelaron las ventas de autos, las operaciones inmobiliarias y se registraron infinidad de interrupciones a la actividad, también las ventas de los productores de soja se frenaron abruptamente.


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Según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, las ventas de productores de soja llegan al 47% del total de la cosecha de la campaña 2021-2022, bastante por debajo del promedio de campañas anteriores que, para esta época del año, tienden a promediar ventas que rondan al 56%.

¿Por qué una actividad que se venía moviendo a niveles récord se frenó? El cambio de expectativas fue clave. Para David Miazzo, economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), “son bienes exportables cuyo precio está nominado en dólares. Cuando se percibe el riesgo de una devaluación importante -dólar oficial muy atrasado, avanzó 25% interanual contra una inflación del 63% en el mismo período-, que el Banco Central no suma reservas y la brecha cambiaria se dispara, todos corren a refugiarse en dólares o en activos dolarizados. Y en el caso de los productores eso es la soja”, explicó.

Otros cultivos. Las ventas, hasta junio, venían a buen ritmo, aunque con diferencias según el cultivo y por cuestiones de estacionalidad. “En trigo está casi toda la cosecha vendida, 21 millones de tonelada que contrastan con 14 millones de la campaña anterior. Hay algo de aumento de ventas con precio a fijar, pero no es relevante”, dijo el economista especializado Jorge Ingaramo. “Lo mismo pasa con maíz, donde se fijó un precio mucho menos que en la campaña pasada, pero la mayor parte está vendida”, precisó.

“El plato fuerte es la producción de soja, entonces. Todo el mundo sabe que hay 28 millones de toneladas, entre las que quedan por vender de la campaña vieja más lo que quedaba en los silos de las campañas anteriores. Vamos primero a la campaña vieja, 2021-2022. Se vendieron en la última semana 516 mil toneladas, lo cual no está tan mal. Se vende menos porque hay sequía, y porque no hay como sembrar, no hay fertilizantes, etcétera, no se necesita el dinero. Pero no es una catástrofe”, sostuvo Ingaramo.

“Ahora, en la campaña futura, es muy poco lo comprado. La industria compró 700.000 toneladas, el año pasado había comprado 895.000. O sea, el productor está ahí un poco más mezquino para vender. De esas 699.000 toneladas que compró la industria hay 421.000 a fijar. Altísimo porcentaje. El productor espera que devalúen, que bajen las retenciones o tener necesidades financieras para sembrar. La soja se puede sembrar hasta enero. Mucho apuro no tiene”, precisó.

Para el economista, si bien el cambio en las condiciones macro tuvo que ver con la menor venta, eso no es todo. A eso se sumaron los cambios impositivos que jugaron en contra.

“Son 4,66 millones de toneladas menos las vendidas, de las cuales 3,24 son por las menores compras chinas. Ahí está el resultado de haber eliminado el diferencial arancelario de la soja. Hoy la industria tiene la misma retención a la exportación que la exportación del poroto. Y 4,6 millones de toneladas menos son USD 2.600 millones que sumado a valor agregado llegan a USD 2.800 millones de dólares que el Gobierno se está privando por haber creado un absurdo fideicomiso para el pan, la harina y el trigo”, concluyó.

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