Ante la salida de Rusia y Ucrania del mercado mundial de granos, muchos países quieren comprarle a la Argentina

Yuri and Oleksiy, Ukrainian farmers wearing body armours and helmets, work at the topsoil in a field, amid Russia's invasion of Ukraine, in Zaporizhzhia region, Ukraine April 26, 2022. REUTERS/Ueslei Marcelino

“De las 5 a 10 demandas por semana de nuevos compradores que teníamos, hoy recibimos entre 30 y 50 demandas diarias adicionales de nuevos importadores interesados, en trigo, maíz y girasol”.

Así lo contó Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC), quien destacó que esas consultas provienen particularmente desde mercados que eran abastecidos por Ucrania y Rusia, antes que estallara la guerra entre ambos países. Se trata de naciones del sur de Europa, del norte de África, de Medio Oriente y del sudeste asiático.

Idígoras, quien disertó en el panel Impactos de la pandemia y el conflicto bélico europeo del 9º Simposio “Del Sur al mundo”, organizado por el Programa de Bioeconomía la Facultad de la Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), precisó sobre esas consultas que “no solo son de ofertas de corto plazo, sino de capacidad de crecimiento productivo de la Argentina en los próximos años, dado que estamos en una región del mundo sin conflictos bélicos”.

También comentó que a la variable climática que existe en todo sistema productivo y que venía impactando con sequías en regiones como el Mercosur, le apareció una “variable novedosa”, la pandemia, que comenzó a provocar inconvenientes en los flujos y rupturas de las cadenas globales de valor, así como problemas de oferta en logística, incremento sustancial de costos y demoras en el comercio exterior, entre otros.


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“Pero ahora, la aparición de un cisne negro, como fue la invasión rusa a Ucrania genera un impacto fenomenal a nivel global, con problemas de provisión de alimentos, energéticos, de suministro y un proceso inflacionario mundial que impacta en los sistemas productivos, no solo por el valor de los productos, sino por el valor de los insumos”, explicó Idígoras.

Una oportunidad para el Mercosur

Al respecto, subrayó que la variable bélica es un factor de riesgo a nivel de la producción y comercialización de los alimentos: “Desde la Segunda Guerra Mundial no había estado sobre la mesa”, remarcó

Señaló que “esto genera desbalances, desequilibrios, quebrantos y problemas en los consumidores. Este tipo de problemas genera la tentación natural de los gobiernos a la intervención para corregir problemas de mercado”, explicó. Y sostuvo que muchas veces esas intervenciones “fomentan o promueven un crecimiento mayor de los problemas que la búsqueda de las propias soluciones”.

Ante este contexto internacional, Idígoras opinó que debe apuntarse a una revalorización del Mercosur como proveedor de alimentos. “Esta oportunidad debería ir de la mano de unas políticas agroindustriales sostenidas en el mediano y largo plazo, y consensuada con los países de la región, con asistencia y cooperación conjunta, para tener no solo una estrategia productiva sino también logística”, dijo.


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Para que este posicionamiento de la región sea efectivo, es necesario abordar coordinadamente tres seguridades: la alimenticia, la energética y la ambiental. “Le estamos vendiendo a Europa más biodiésel, pero no lo podemos hacer en el mercado interno porque está prohibido por una ley. Este tipo de inconsistencias no deberían existir en este nuevo contexto internacional, donde se priorizan estas tres seguridades”, enfatizó.

Para Idígoras, el acceso a los mercados, que antes era a través de negociaciones multilaterales, “no solo están congelados, sino que estarán archivados” por varias décadas. “Se va hacia una recuperación del histórico bilateralismo o -si se quiere- regionalismo complejo, donde las condiciones de acceso a los mercados van a ser puras y exclusivas, sin tener en cuenta reglas multilaterales. Hoy hay oportunidad de crecimiento, desarrollo e inserción. Son más desafíos que amenazas las que tenemos por delante. Hay que saber cómo arbitrarlas a través de políticas agroindustriales”, concluyó.

Imagen: internet

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