Momento de vigilar la soja: campaña 2019/2020, sudeste de Buenos Aires

La campaña 2019/2020 de soja está en pleno desarrollo. En la zona de Balcarce la mayoría de las sojas de 1ª ya están atravesando estadios alrededor de R3 (desarrollo de vainas). Es decir: lo que ocurra en estas etapas clave puede tener impacto sobre el rendimiento y la calidad de la semilla.

Aunque el monitoreo de cultivos es recomendable durante todo su ciclo, éste es un momento clave de prestar atención a las enfermedades.

Para entender el estado sanitario actual de la soja en la zona de Balcarce, es necesario caracterizar el ambiente en el que se ha desarrollado el cultivo en los últimos 100 días. Entre noviembre y mediados de febrero las lluvias sumaron poco más de 300 mm, casi un 40% menos de lo llovido durante el mismo periodo de la campaña previa. Esto, sumado a varios días con temperaturas elevadas, generó un déficit considerable para el cultivo.

El estado sanitario a inicios de febrero se relaciona con lo anterior: el ambiente hizo que las enfermedades se “mantuvieran a raya”. No se ha observado ni reportado (al Servicio de Diagnóstico del Laboratorio de Patología Vegetal, UIB) una situación que hoy resulte “preocupante”. Esto no significa que no hubiera presencia de síntomas o que éstos avanzaran a una tasa muy lenta. Quienes han estado atentos al cultivo y lo hayan recorrido periódicamente seguro encontraron niveles bajos de severidad de algunas de las enfermedades foliares que suelen acompañarnos cada campaña (las que llamamos “prevalentes”): ellas son la “mancha marrón” (Septoria glycines) en el estrato inferior de hojas, el “tizón foliar” (Cercospora kikuchii) típicamente en el estrato superior, y después de lluvias y tormentas con viento, como las ocurridas en febrero, se observa el tizón bacteriano (Pseudomonas savstanoi pv. glycines) en el estrato superior. De manera aislada, se ha observado plantas con síntomas compatibles con la bacteriosis causada por Curtobacterium. El otro grupo importante de enfermedades es el de las “vasculares”. Afectan en mayor o menor medida los tejidos y el sistema de conducción en raíces, tallos o ambos, causando síntomas más o menos generalizados de marchitez o necrosis foliares (internervales o no). Hasta el momento, se han observado plantas aisladas con marchitamiento causado por especies de Fusarium; estas son habitantes del suelo y suelen manifestarse cuando las plantas están debilitadas frente a algún estrés (térmico, hídrico).

Febrero empezó con varias lluvias más copiosas en la zona que podrían empezar a cambiar el panorama sanitario. Hay que vigilar con qué “enemigos” convive el cultivo, cuánto progresan, dónde persistirán y qué podremos hacer en el corto, mediano y largo plazo.

Respecto de las acciones de manejo que pueden tomarse en el corto plazo, una de las disponibles es la aplicación de fungicidas dirigidas a enfermedades foliares. Esto requiere considerar una combinación de varios factores (principalmente los relacionados con el ambiente, la etapa del cultivo y la presencia de síntomas en la campaña en curso o anteriores) y que esto no es una receta que pueda aplicarse de manera generalizada en todos los casos. Lo importante es recordar que el uso adecuado de los fungicidas prolonga su eficacia y es por ello una decisión que debe considerarse con cuidado y asesoramiento idóneo. Si se trata de enfermedades vasculares, éstas son de manejo complejo y poco puede hacerse para manejarlos en la campaña en curso una vez que se detectan. Una de las cosas que puede hacerse es tener los lotes identificados (previo diagnóstico del agente causal) ya que estos pueden ser fuentes de inóculo en el futuro. En nuestra zona las principales enfermedades vasculares incluyen al cancro del tallo por Diaporthe caulivora, la muerte súbita por algunas especies de Fusarium, las podredumbres húmeda por Sclerotinia; del tallo y raíz por Phythophtora; marrón por Cadophora gregata, el marchitamiento por especies varias de Fusarium y la mancha aceitosa por Tanatephorus cucumeris, entre las principales.

El MONITOREO de los dos grupos de enfermedades (foliares y vasculares) es esencial. La base para poder manejar adecuadamente un problema son el diagnóstico oportuno y, cuando sea necesario, la consulta a servicios profesionales. Esto apoyará las decisiones posteriores, y más importante aún, propenderá al uso más adecuado de herramientas de manejo valiosas con las que cuenta el productor.

 

Fuente: INTA por Marina Rosa Montoya

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