El cultivo está en su período de llenado de grano y la presencia de insectos puede afectar el rendimiento si no se realizan acciones en caso de superar los umbrales críticos.
Atravesamos momentos claves en la soja y la aparición de insectos deben ser monitoreados para evitar perdidas en los rendimientos. El investigador de INTA Pergamino Mariano Luna informó que se están detectando vuelos de adultos de medidora, y que “en las próximas semanas deberían verse las larvas pequeñas”. De todas maneras, “las larvas mayores a 1,5 cm son aquellas a paritr de las cuales se debe tomar medidas”, agregó el especialista.
La campaña comenzó con ataques de isoca bolillera en los primeros estadíos de la soja, que fueron detectados en los monitoreos de INTA Pergamino y se recomendaron la realización de controles oportunos. “La isoca bolillera corta el brote de soja y produce una ramificación que hace que la planta tenga menor producción”, indicó Luna. Los ataques del gusano cogollero durante inicios de enero fueron muy frecuentes en toda la región norte de la Provincia de Buenos Aires en el cultivo de soja. “A fines de diciembre”, explicó Mariano Luna, “hubo vuelos de spodoptera buscando gramíneas y depositaron huevos en los rastrojos de trigo”. La soja se vio afectada ya que estaban disponibles cuando crecieron las larvas. Los monitoreos realizados por Luna indican que “se dieron grandes defoliaciones y lotes totalmente consumidos por esta especie”.
Monitoreo y controles
“El monitoreo semanal debe mirar la evolución de la plaga y anticiparse a los pedidos de acciones de control”, expresó Mariano Luna. Teniendo en cuenta que la gran mayoría de los trabajos de aplicación son realizados por contratistas, el INTA recomienda anticiparse a los pedidos de acciones de control para poder planificarlo de acuerdo los pronosticos climáticos (que pueden consultarse en http://climayagua.inta.gob.ar/ y http://siga.inta.gob.ar/#/forecast).
“El estado de cultivo de la soja, la ubicación de la plaga y las condiciones ambientales son tres factores a tener en cuenta para la decisión de una aplicación”, indicó Mariano Luna. El tratamiento debe llegar a la base del tercio superior y el tamaño de gota adecuarse a la intensidad de viento. “Si los vientos son menores a 10 km/h se utiliza un tamaña de mediano a fino, mientras que entre 11 y 16 km/h se recomienda un tamaño grueso, siempre asegurándose un impacto de 30 a 40 gotas por centímetro cuadrado, remarcó el investigador.
Fuente: INTA por Cesar Baldoni