Malezas en el girasol: manejo en la zona del Chaco

El girasol es un cultivo que soporta el estrés hídrico, aunque su crecimiento inicial lento lo hace vulnerable a la competencia de las malezas en las primeras semanas de su implantación. En la primera jornada del XXVI Congreso de Aapresid “Sustentología”, la ingeniera agrónoma Graciela Guevara compartió sus experiencias en manejo de malezas con distintos herbicidas en las particularidades de la región chaqueña.

 La primera jornada del XXVI Congreso de Aapresid desarrollado en Córdoba bajo el lema “Sustentología”, contó con una interesante disertación sobre el manejo de malezas en el cultivo de girasol a cargo de la ingeniera agrónoma Graciela Guevara, quien centró su exposición en las particularidades del NEA, particularmente de la provincia del Chaco. Para contextualizar, recordó que esta zona cuenta con un régimen pluviométrico que oscila entre los 800 y 1.100 milímetros anules, con el 80% concentrado en los meses de octubre a abril, y cuya oferta ambiental en las primeras etapas de desarrollo del cultivo depende casi exclusivamente del agua acumulada en el perfil del suelo.

Tras advertir que las alteraciones en el agro-ecosistema producidas por la aplicación extendida de la siembra directa llevaron a la aparición de biotipos resistentes a herbicidas de mayor uso, Guevara consideró como imperioso realizar un correcto manejo de las malezas para impedir el consumo de agua durante la época invernal, donde se evidencia un marcado déficit hídrico coincidente con el período de barbecho en el girasol.

“El girasol es un cultivo relativamente tolerante al estrés hídrico, aunque su crecimiento inicial lento lo hace vulnerable a la competencia de las malezas las primeras 3 a 4 semanas de su implantación. Debido a la interferencia de malezas en la producción de girasol, el problema se debe encarar en forma integral, con distintos métodos y en diferentes momentos de intervención, para lograr un programa de manejo de malezas que facilite un control aceptable a costos convenientes”, apuntó.

En este sentido destacó la importancia de conocer los distintos tipos de malezas que existen en cada lote y la presencia de biotipos resistentes para realizar un diagnóstico correcto y diagramar una estrategia conveniente.

En cuanto a las estrategias de manejo del barbecho, Guevara sostuvo que el objetivo fundamental es la acumulación de agua y nutrientes mediante el control químico de malezas. “Es el elemento primario del conjunto de prácticas para expresar el rendimiento potencial. El cultivo antecesor, determinará el tiempo del barbecho, cobertura y presencia de determinadas especies”, dijo. Al enumerar las malezas más abundantes y difíciles de controlar, mencionó especies como la “malva blanca”, la “gomphrena”, el “botoncito blanco” y el “pasto amargo”, entre otras.

Según explicó, la elección de los herbicidas que irá en la mezcla de tanque para su aplicación dependerá de las especies presentes, estado de crecimiento de la maleza, del cultivo antecesor; del tiempo de duración del barbecho y la genética a sembrar. Y subrayó que es importante conocer el ciclo de vida de las mismas, para establecer el momento más óptimo para la aplicación.

Guevara mencionó los herbicidas residuales, los de acción foliar, los de doble golpe, y los de aplicación selectiva. Advirtió que en el caso de los residuales, la dosis dependerá de la duración del barbecho, en tanto que para los de acción foliar debe haber un período de carencia de 10 a 20 días entre la aplicación y la siembra del girasol.

Al referirse al control en el cultivo sostuvo que cualquier estrategia que haga más competitivo al girasol mejora considerablemente el manejo de malezas, tales como siembra de híbridos aptos para la zona, en fecha oportuna y humedad suficiente, densidad de siembra adecuada, muy buen control de plagas tempranas (insectos de suelo y aves), para un stand uniforme de plantas.

“El control, se debe complementar con la estrategia química en diferentes momentos. El control temprano de malezas invierno-primaverales; tales como quínoa, yuyo colorado, es el que determinará el rendimiento final del cultivo. El crecimiento inicial lento del girasol alrededor de los 25-30 días de la siembra, no lo hace competitivo frente a las malezas de germinación primaveral como quínoa, yuyo colorado, verdolaga, pasto colchón, y algunas perennes, que conduce a la aplicación de herbicidas residuales simples o combinados”, afirmó.

La ingeniera agrónoma explicó que la aplicación de herbicidas pre emergentes (latifolicidas y/ o graminicidas) pueden aplicarse en forma simple o combinada para que complementen su modo de acción y el espectro de control de cada componente de la mezcla. “La acción de estos herbicidas residuales aplicados al suelo, requieren de una precipitación para su incorporación y activación en el perfil del suelo donde se halla la mayor concentración de las semillas de malezas. La ocurrencia de precipitaciones luego de la siembra y aplicación del herbicida, no sucede frecuentemente y es allí donde las características de cada producto determinan su residualidad de incorporación”, apuntó.

Para el control de las malezas de hoja ancha propias del cultivo de girasol, dijo que la elección del herbicida dependerá del tipo de maleza presente, estado de crecimiento de las mismas, desarrollo y estado fisiológico del cultivo. Mencionó para tal efecto a latifolicidas (como Aclonifen, Benazolin, Imazapir e Imasamox) y graminicidas (como Haloxifop-P-metil, o Cletodim).

“Las dosis de aplicación de cualquier graminicida dependerá de la concentración de la formulación, estado de crecimiento que presenta la maleza y la especie a controlar. Siendo las mayores para las perennes y las anuales deben tener alrededor de 5 hojas hasta pleno macollaje y todas deben estar en plena actividad fisiológica”, advirtió.

 

Por último, se refirió a las aplicaciones de pre-cosecha. Dijo que el desecado temprano del girasol es una práctica recomendada para disminuir los daños por aves (palomas y cotorras), cuando el cultivo presenta menos de 35% de humedad, aunque también tiene la ventaja adicional de secar las malezas que emergieron en forma posterior al período crítico y que entorpecen la cosecha. Entre las latifoliadas, dijo, se encuentran los yuyos colorados, la quínoa, la enredadera o bejuco y, entre las gramíneas, el complejo Chloris-trichloris, sorgo de Alepo, sumada a algunas anuales de ciclo estival.

“A pesar de no ser un desecante el herbicida más utilizado es el glifosato, de buen control sobre las gramíneas desarrolladas, con escape de enredadera o bejuco desarrollada. El paraquat el otro producto de mayor uso para la desecación del girasol, pero con menor efecto sobre las malezas desarrolladas. Para casos especiales, como la enredadera desarrollada; muy común en la región, se puede utilizar carfentrazone, con efecto desecante tanto sobre girasol como sobre la maleza”, sostuvo.

A modo de reflexión final, Guevara recordó que el conocimiento de las malezas a controlar, el uso racional y la rotación de principios activos, facilitará el manejo de malezas en el sistema productivo evitando la aparición de biotipos de difícil control y resistentes.

Fuente: Prensa Aapresid