Turismo Rural, una modalidad para contrarrestar los efectos de la “Huella de Carbono Turística”

¿Qué es la Huella de Carbono Turística?

La “Huella Turística” es el impacto que se genera sobre el entorno que nos recibe debido a la forma en que viajamos. Pensemos que la actividad turística no es ajena al deterioro ambiental que se está dando a nivel nacional y global. Por más placentero que resulte planificar y emprender un viaje, dependiendo de nuestra forma de hacer turismo, la misma afectará, en mayor o menor medida, a la comunidad local y los recursos culturales y naturales de la zona de destino. Para reducir esto es necesario que el visitante y las comunidades anfitrionas se concienticen sobre este impacto y realicen prácticas más sustentables. El Turismo Rural propone al turista actividades con un bajo impacto sobre el medio ambiente.

Según el Barómetro de la OMT de Turismo Mundial, con fecha junio de 2018, se calcula que el crecimiento en las Américas fue del 3%, con los mejores resultados en América del Sur (8%) con respecto del año 2017. Asimismo, un estudio de la Universidad de Sídney del año 2013 ha determinado que la huella de carbono del sector ha superado los 4.500 millones de toneladas métricas en ese año, cuatro veces más de lo previsto, lo que representa el 8% de las emisiones mundiales de GEI (Gas de efecto invernadero). Si esta tendencia se mantiene, la huella de carbono del turismo mundial aumentará hasta un 40 por ciento antes de 2025, cuando alcanzará los 6.500 millones de toneladas métricas de CO2, sino se cambian las políticas y los hábitos, según indica la misma investigación publicada en la,Revista Nature Climate Change.

El crecimiento del Turismo Rural se traduce en la creación de empleo en muchas economías regionales, la diversificación económica y el arraigo de los más jóvenes. Dicho crecimiento nos demuestra que hay que llevar a cabo acciones y elaborar estrategias para reducir el tamaño de la Huella que dejamos como viajeros en cada destino.

Es preciso asumir que debemos practicar un turismo de bajo impacto ambiental involucrando a las comunidades locales, desarrollando programas vinculados al turismo sostenible e incrementando la sensibilización respecto a la biodiversidad y la vida silvestre. El Turismo Rural, una modalidad alternativa al Turismo convencional, nos propone una alternativa para la reducción de la Huella ya que promueve la conservación del medioambiente y propone medidas para proteger la cultura local y regional.

Para ello, el Turismo Rural nos ofrece las siguientes opciones:

Incluye alojamientos “amigables con el medio ambiente” a la lista de hospedajes de nuestra estadía. Algunos cuentan con separación de residuos, reutilizan las aguas grises (aguas que provienen de lavatorios, duchas), utilizan productos biodegradables, paneles solares o cuentan con huerta orgánica. Las casas de campo, casas de familia, hospedajes rurales son ideales.

Plantea recorridos a pie o en bicicleta siempre que sea posible. De esta manera se reduce a cero la contaminación que produce nuestro paseo o traslado, y se aprecia la ruralidad desde un lugar más personal generando un contacto íntimo entre el viajero, la comunidad y la inmensidad que lo recibe.

Promueve el uso de medios de transporte alternativos a los convencionales. Las grandes distancias muchas veces no son accesibles a pie, por lo que debemos trasladarnos con otros medios de transporte. Se opta por caballos, botes sin motor, carretas, bicicletas o viajes en micros o en trasporte público (para recorridos más extensos) que implica que varias personas se trasladen al mismo tiempo, por lo que el impacto ambiental es menor al generado si cada una de ellas lo hace de forma aislada.

Impulsa el cuidado del patrimonio natural y cultural. Recorrer las áreas protegidas y los parques nacionales sólo por las sendas señaladas, respetando siempre los caminos restringidos. Es por alguna razón que nuestro paso no se permite allí. Los senderos suelen estar en recuperación o los sectores suelen estar protegidos; puede existir peligro de derrumbe o simplemente se restringe el paso para que el visitante no se desvíe del sendero, se desoriente y no encuentre el camino de vuelta.

Fomenta el respeto por la fauna natural y autóctona. Implica que, al ver algún ejemplar, no lo alimentemos, no alteremos su paso, no lo corramos, no gritemos al transitar el camino. Somos nosotros como visitantes quienes incurrimos en su hábitat natural y no la fauna quien se interpone en nuestro camino. Lo mismo con la flora. No llevarse ejemplares a modo de recuerdos del lugar.

Alienta la mano de obra local. Adquirir productos artesanales elaborados por la comunidad local no sólo contribuye a la microeconomía del lugar, sino que ningún producto será igual a otro, tienen una identidad propia.  En cada uno se ve la mano de obra, la originalidad, la cultura y el talento personal de quien lo elabora.

Incorpora los paseos y las visitas culturales a nuestro itinerario. Cada comunidad que nos recibe tiene su encanto, su identidad y su historia particular que se ven reflejadas en los sitios culturales que posee y da a conocer. Descubrir el lugar al que viajamos es empaparse de una realidad que no se replicará, es conocer modos de vida diferentes, ser partícipes de esa experiencia y abrirse a las historias que la comunidad local tiene para contar.

¡Podes disfrutar estas experiencias rurales sin dejar tu Huella!

Fuente: INTA por María Laura Febo