El cultivo de algodón en el futuro – ¿Es posible crecer en la provincia de Santa Fe?

DEFINIENDO CONCEPTOS: Crecer Sustentablemente

Una definición de “crecer” es aumentar ya sea la cantidad, el tamaño, la intensidad o la importancia de una cosa.

Crecer sustentablemente (como algo que puede sostenerse por sí mismo y con razones propias) implica agregar una condición al crecimiento, y es que algo se mantenga o permanezca en el tiempo en el mismo estado o condición lograda.

Aplicadas estas definiciones al área bajo cultivo con algodón en la provincia de Santa Fe en un flujo de tiempo orientado al futuro, significa que la superficie dedicada al cultivo en un horizonte intertemporal de mediano/ largo plazo (5 a 10 años), crece hacia una meta posible, factible y viable que, más allá de una variabilidad anual acotada, garantice lograr un objetivo y mantenerlo – hectáreas sembradas y cultivadas –; que posibilite que este crecer se traduzca en desarrollo, en este caso particular en una amplia región del norte provincial.

Al hablar de desarrollo corresponde incorporar al crecer las dimensiones ambientales y sociales, que en esta oportunidad las contemplamos como supuestos relevantes y con metas propias, por eso no las incluimos en este análisis.

¿OPORTUNIDADES? ¿CUÁLES?

Una de las principales virtudes del cultivo es que posibilita el agregado de valor industrial locamente. Desde su primera obligada transformación, la separación de la fibra de la semilla dentro de la región geográfica donde se produce el algodón en bruto. Que se cree y agregue valor regional – fruto de las operaciones agrícolas, cosecha, transporte y desmote- se debe principalmente a causas relacionadas principalmente a la logística del transporte que hacen que sea poco viable económicamente producir la primera transformación industrial en regiones más alejadas. Así el algodón es local- dependiente en su primera transformación. Las operaciones de agregado de valor que siguen “aguas abajo” en las sucesivas transformaciones industriales (hilatura, tejido, teñido, diseño y confección, comercialización mayorista y minorista), pueden o no realizarse localmente. El aprovechamiento de esta ventana de oportunidad para la creación y agregado de valor local es una opción estratégica para apuntalar el desarrollo regional.

Aumentar el área bajo cultivo amplía y potencia esta oportunidad, representando nuevas inversiones y creación de trabajo genuino en el sector privado de la economía, a la par de aumentar la contribución impositiva y estimular el consumo local entre otros. Pero demanda una condición: que el área no sólo crezca sino que este crecimiento sea sustentable.

RIESGO SUSTENTABILIDAD

Por razones metodológicas se trabaja con información oficial del Ministerio Agroindustria Nacional. Según esta fuente, Santa Fe alcanzó en la campaña 2011/12 145.000 ha sembradas y fue récord histórico. Este dato nos dice que es posible alcanzar nuevamente esta superficie lograda en el pasado cercano; pero también nos muestra que pasados tres años de esta marca, en la campaña 2015/16 se sembró solo el 37% de esa superficie (53.000 ha) y sólo el 24% en 2016/17 (35.000 ha) y para la presente (2017/18) se estiman 53.000 ha.1 De los datos podemos inferir que el riesgo sustentabilidad medido por la variabilidad del indicador superficie sembrada es muy alto (Coeficiente de Variación 38 %)

Esta variabilidad alta, fruto de una dinámica sectorial y macroeconómica compleja, es un factor negativo a la hora de pensar en una estrategia de crecimiento que debe calificar como sustentable para posibilitar el desarrollo.

CAUSAS DE LA VARIABILIDAD (O DEL RIESGO SUSTENTABILIDAD)

Según un taller realizado en APPA en enero de 2016, los actores de la cadena algodonera en Santa Fe identificaron los siguientes factores que explicaban la superficie sembrada en esa campaña (inferior a la de la campaña precedente) y que ordenado según importancia eran:

  • Rentabilidad escasa o nula
  • Control de Picudo
  • Escasez de recursos financieros
  • Adversidades climáticas
  • Costos relativos desfavorables
  • Competencias en las tierras agrícolas entre algodón y otros cultivos
  • Contaminación Vegetal

Estos factores, identificados por los actores como obstáculos a la mantención y/o ampliación del área bajo cultivo, explican en cierta manera casuísticamente la tendencia del complejo proceso de caída del área sembrada en el último decenio. Aunque no son los únicos.

UN POCO DE HISTORIA

A nivel nacional el cultivo del algodón en los últimos años (2010/11 a 2017/18) está en manifiesta disminución, según inferimos de la información disponible y que apreciamos en el gráfico N° 1:

La ecuación de la función de tendencia muestra que anualmente el área sembrada cae en promedio – 50.555 ha. Considerándola respecto a la superficie media de la serie representa un 10,89 %.

En la provincia de Santa Fe para la misma serie de campañas observamos que la tendencia también es descendente y anualmente en promedio es de – 10.905 ha. (Gráfico N° 2). Considerándola respecto a la superficie media de la serie representa un 12,20%, indicando que la tendencia respecto a la nacional tiene una pendiente mayor (o lo que es lo mismo disminuyó a mayor velocidad)

Si consideramos datos no oficiales2 para la superficie sembrada en esta última campaña (78.820 ha en 2017/18), tanto la variabilidad como la tendencia, aunque son menores no cambian significativamente (CV % 35 y disminución media anual superficie – 9.253,1 ha).

Primera: revertir la tendencia existente consolidando una base mínima sólida; esto es para el corto plazo y habría que asegurarla en no menos de 50.000/60.000 ha, para lo cual hay que diseñar medidas que lo posibiliten, sobre todo en escenarios adversos. Segunda: consensuar una meta para el mediano plazo y diseñar las políticas necesarias para alcanzarlas y sostenerlas (¿150.000 ha?). Tercera: “ir por más” desafiando la creatividad y posibilitando un “futuro plus” para el largo plazo.

¿ES POSIBLE? Para responder a esta pregunta debemos en primer lugar evaluar la oferta de recursos naturales (suelos, clima, infraestructura, etc.). El inventario (información oficial y privada disponible) muestra que ésto posibilitará superar holgadamente el medio millón de ha. La respuesta entonces es SÍ.

¿ES FACTIBLE? La historia muestra que se logró sembrar alrededor de 150 mil ha; significa que oportunamente se contaron con recursos naturales, humanos y de capital (logística e industrial) necesarios para ello, y es dable suponer que actualmente están disponibles, aunque quizás aplicados a otras opciones agrícolas. La respuesta en nuevamente SÍ.

 

¿ES VIABLE? Esta condición, y aunque resulte obvio debemos exponerlo, está ligada a contingencias de mercados (sobre todo precios), esquemas de financiamiento, y condiciones “atractivas” (¿promocionales?), tanto para inversiones como para operaciones, que posibiliten un ESCENARIO PRO ALGODÓN.

En un esquema donde se persiga sustentabilidad en las metas alcanzadas, la viabilidad puede y debe ser asegurada mediante POLÍTICAS PÚBLICAS “SMART” (inteligentes). Las políticas públicas “Smart” basan su éxito en la medida en que cumplen condiciones de eficiencia y eficacia, es decir en que SON EFECTIVAS. Y ésta es la condición necesaria y suficiente para dar viabilidad a las metas que se propongan. La respuesta también es SÍ.

Condicionada a las capacidades y habilidades de los actores, privados y públicos involucrados para HACER LO QUE CORRESPONDA HACER (ser eficientes) Y DE LA MANERA MÁS ADECUADA (ser eficaces)

HACIA EL FUTURO: El rol de los actores privados y públicos

 

La posibilidad y la factibilidad están dadas, y esto no es poca cosa en una búsqueda del crecimiento para el desarrollo regional. La opción estratégica puede sintetizarse en la siguiente idea fuerza: “Visualizar al cultivo del algodón como palanca para el desarrollo regional aprovechando las oportunidades existentes”.

La viabilidad dependerá en gran parte de cuan lúcidos sean los actores del sector por un lado y el estado por el otro, para diseñar y ejecutar políticas públicas inteligentes dentro del modelo de gestión público/privado (¿adecuándose?, ¿mejorándolo?, ¿rediseñando? ¿potenciando?) de manera que se fortalezca la integración y la efectividad de los sectores privados y públicos, en roles consensuados, diferenciados y perfectamente asumidos, dentro de un diseño institucional estable en el tiempo y que garantice, sobre todo, resultados.

Se trata ni más ni menos que de mediar entre un presente que no nos conforma y un futuro que deseamos, haciendo que las cosas ocurran para alcanzarlo. Es importante continuar monitoreando el comportamiento de la actividad y no dejar de trabajar para contar con una actividad sustentable a largo plazo.

En una visión estratégica y prospectiva, la mejora continua de la competitividad, el disponer de herramientas para estabilizar los precios y disminuir los riesgos climáticos, la promoción de nuevas inversiones, el desarrollo de tecnología y proveedores; la generación de empleo, la diversificación y mejora de acceso a nuevos mercados, deberían ser algunos de los ejes de acción a incluir en la agenda regional, lo antes posible.

¿POR QUÉ LO ANTES POSIBLE?

Disponer en Santa Fe de una organización que agrupa a la cadena algodonera representa una innovación organizacional que ha generado una ventaja competitiva sustantiva respecto de otras provincias algodoneras.

Pero en la cultura actual existe un nuevo paradigma que nos dice que “lo rápido le gana a lo grande”; significa el “fin de las ventajas competitivas perdurables”3 , en el marco de que las organizaciones (privadas, públicas o mixtas) ya no pueden apostar a encontrar y encolumnarse estáticamente detrás de ellas; y deben pasar de una oportunidad a otra, en constante desarrollo, siempre buscando la mejor solución a un problema dado.

 

Es adoptar como estrategia el concepto del “estado de flujo organizativo”, donde la retroalimentación e innovación facilita la negociación permanente y la continua adaptación de los actores relacionados en una cadena productiva.

Como diría Reid Hoffman “vivir permanentemente en Beta” -probar, fallar y aprender- de eso trata una estrategia para la gestión de la incertidumbre planteada en un escenario de cambio permanente, intentando ser exitoso en mundo actual en general y del algodonero en particular.

Fuente: INTA