La iniciativa, que se pretende comenzar a implementar en 2019, dispone que en los establecimientos faenadores se registrará la dentición del animal, de manera tal de identificar las categorías 2D (hasta dos incisivos permanentes), 4D (más de dos y hasta cuatro incisivos permanentes), 6D, 8D y +8D (ocho incisivos permanentes con desgaste).
De esa manera, por ejemplo, las vacas especiales podrían categorizarse como “joven” (hasta cuatro dientes) o “adulta” (más de sietes dientes), para luego subcategorizarla como “livianas” (hasta 430 kilos) o “pesadas”.
En lo que respecta a las reses, se está diseñando un sistema de categorización en función de la conformación, nivel de engrasamiento y contusiones. Se trata de aspectos más complejos porque, a diferencia de los anteriores, incluyen componentes de carácter subjetivo.
El nuevo sistema se está evaluando en diferentes frigoríficos para ponerlo a punto. Una vez implementado, se instrumentará la segunda fase del programa, que incluye análisis de factores relativos a la calidad de la carne, tales como área de ojo de bife, marmoreado, color y pH del producto.
El sistema de clasificación de vacunos vigente, que fue establecido en 1973 por la entonces Junta Nacional de Carnes, solamente tiene en cuenta el peso, sexo y conformación de los animales sin ninguna variable objetiva que oriente la edad de los mismos.
El propósito final del nuevo sistema de tipificación es que sirva de base para el pago diferencial del producto por parte de los consumidores, de manera que dicho diferencial pueda trasladarse a los ganaderos para que produzcan hacienda en función de los requerimientos de demandas específicas (ya sean del mercado interno como externo).