El cambio climático nos está golpeando muy fuertemente, es necesario que todos tomemos conciencia de ello.
En los registros históricos acumulados el trimestre noviembre-diciembre-enero promedian unos 330 mm, en el mismo trimestre 2017/18 sumó 80 mm para Chacabuco. En algunos sectores en el norte del partido fue un poco más y en otros sectores en el sur del partido la precipitación acumulada en el trimestre noviembre enero fue de menos de 70 mm.
Es importante tener en cuenta que en el mismo período la evapotranspiración, es decir, el agua que evapora el sol directamente del suelo, más la que evapora como transpiración de la cubierta vegetal de cultivos y plantas; la mayor parte de las campañas y en los registros históricos queda bastante equilibrada con un leve déficit de agua útil en el suelo para los cultivos durante enero por las mayores temperaturas, y por lo tanto, mayor evapotranspiración.
La relación entre el agua precipitada y el agua evapotranspirada, es decir la relación entre las entradas y salidas de agua de los agroecosistemas se denomina balance hídrico. En el trimestre noviembre-diciembre-enero de 2017 el ambiente arrojó un balance hídrico con un déficit en torno a los 300 mm, en algunos sitios fue un poco mayor y en otros sitios algo menor pero con impacto claramente de déficit severo.
El atenuante de esta situación vino de la mano de los excesos en el balance hídrico invernal que acumularon mucha agua y habían hecho ascender las napas freáticas hasta situarlas en el primer metro de profundidad del perfil del suelo a inicios de la primavera en grandes extensiones del partido Chacabuco.
Los cultivos de maíz sembrados a principios de primavera fueron haciendo uso de esta reserva de agua, y a medida que la primavera avanzaba, se acercaba el verano y las precipitaciones se hacían esperar. Los cultivos de soja que se sembraron a fines de octubre, en muchos casos fueron implantados con excesos hídricos, “en el barro” como suele decirse en el campo.
Luego las precipitaciones fueron escaseando y las tasas de crecimiento, es decir el crecimiento diario de los cultivos, fueron disminuyendo hasta volverse evidente una reducción considerable del porte de las sojas de primera a inicios del verano. Esto fue producto de la sequía a la que estaba sometido dicho cultivo, más allá de que pudiera extraer algo del agua freática que a estas alturas del año ya había descendido abruptamente hasta situarse por debajo de los 2,5 m a mediados de enero en muchos sitios del partido y por debajo del alcance de medición en muchos otros casos.
Las escasas lluvias de Navidad socorrieron temporalmente a algunos maíces que se encontraban en período crítico, es decir, en floración y polinizando para generar grano. Situación que a los pocos días fue revertida por el déficit que se fue instalando nuevamente haciendo que las espigas se llenen de manera incompleta y con evidentes pérdidas. Lamentablemente y producto de este escenario, en algunos casos las pérdidas serán moderadas y en otros casos muy severas; consecuencia de la menor producción de granos a la que se suma su bajo peso hectolítrico. En estos casos las lluvias de febrero llegaron tardíamente.
En el caso de las sojas de primera, más allá de la gran cantidad abortos de flores, que implica una menor producción de chauchas y de granos, se observan al día de hoy con expectativas más favorables, porque las vainas que lograron cuajar y formarse están en pleno llenado de granos, por lo que se espera que la variable producción de granos no se vea tan afectada y compense un poco la menor cantidad de vainas formadas.
En el caso de las sojas de segunda, sembradas tardíamente luego del trigo y la cebada, desde mediados a fines de diciembre y principios de enero, en este año en particular para la comunidad agroalimentaria de Chacabuco, se observan cultivos que sufrieron un stress muy severo con escaso desarrollo y en algunos casos pérdidas de sembradíos directamente. Las lluvias de febrero en este caso aún no lograron sacar a estos cultivos de segunda de su estado de stress y se observa una muy lenta respuesta a la abundante precipitación recibida.
En resumen, hasta ahora la zona viene sufriendo un trimestre nov-dic-ene levemente más seco que el tristemente recordado en la campaña 2008/09, que fue una de las sequías más severas de la historia registrada por estas Pampas. Sin embargo, como atenuante para la actual campaña 2017/18, los perfiles de suelo venían con excesos hídricos del invierno y por lo mismo con gran cantidad de agua útil en el perfil que permitió que los cultivos no se perdieran completamente.
El cambio climático nos está golpeando muy fuertemente, es necesario que todos tomemos conciencia de ello. Los productores agropecuarios, los propietarios de campos, los funcionarios públicos, la población en general. El riesgo de la producción se ha incrementado enormemente, los seguros contra granizos e incendio son claramente insuficientes y cada vez se volverá más necesario un sistema que permita mitigar el riesgo y que contemple mayor cantidad de fenómenos ambientales para ser cubiertos como la sequía, anegamientos, etc.
En este nuevo contexto climático, los contratos de arrendamiento debieran contemplar una mayor flexibilidad acorde a un manejo que demanda ajustes en todos los aspectos posibles desde el punto de vista productivo-ambiental y adecuado a los nuevos y cambiantes escenarios que se presentan.
Los cultivos de servicios ambientales son una herramienta crucial para mitigar estas situaciones, sin embargo los escasos márgenes de rentabilidad en muchos casos dejan fuera de los análisis esta posibilidad, porque no se toma en cuenta el riesgo ambiental, y no cuantifican adecuadamente los beneficios que esta tecnología de procesos aporta al sistema.
La evolución hacia un nuevo paradigma en el cual la detección de vulnerabilidades, la adaptación a los nuevos cambios que presenta el ambiente y las herramientas de mitigación parecen evidentes junto a la necesidad de una menor presión fiscal, una mayor proactividad y flexibilidad por parte de los propietarios de campos (más del 60% de la producción se realiza en campos arrendados), en concordancia con una mayor toma de conciencia, por parte del productor acerca del manejo del riesgo ambiental con mayor incorporación de conocimiento y tecnologías de procesos por la sustentabilidad de todo el sistema.