CREA, INTA y EEAOC unidos para evaluar la plantación mecanizada de caña

Llevan adelante un proyecto conjunto para estudiar y optimizar esta tecnología, con el financiamiento de empresas del sector.

El cañaveral tiene una vida útil de cinco años, generalmente, que va desde la plantación hasta la primera cosecha, denominada “caña planta”, y con recolecciones posteriores conocidas como “caña soca”. Hace algunos años, empresas tucumanas comenzaron a incorporar la plantación mecanizada en sus campos.

En el 2016, los grupos CREA Cañaverales y Yungas junto al INTA Famaillá y la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres diseñaron un proyecto para estudiar y optimizar esta tecnología, considerada clave para lograr una producción óptima, ya que la plantación en sí es una de las labores con mayor incidencia en los costos de producción.

Especialistas de los tres organismos diseñaron los protocolos para ponerlo en marcha a principios de 2017, mediante la asistencia técnica de las dos instituciones de investigación agropecuaria participantes y el financiamiento de las empresas Doble TT y Pueble-CASE, fabricantes de plantadoras y cosechadoras de caña respectivamente.

Las evaluaciones se realizan en lotes de producción de empresas que forman parte de los grupos CREA, localizados en tres regiones agroecológicas diferentes y en tres fechas de plantación distintas, siguiendo un protocolo que implica realizar mediciones en los siguientes aspectos:

Lote Semillero: peso y largo de la caña semilla; número de yemas viables por tallo; número de yemas dañadas por plagas; brotación potencial en estufas de germinación para determinar la calidad de la caña semilla.

Cosechadora: largo de las estacas y número de yemas por estaca, a fin de evaluar modificaciones para realizar una cosecha de la caña semilla con menos daño en las yemas. Posteriormente, se realiza la brotación potencial de yemas en estufas, con muestras tomadas en diferentes sectores de la máquina.

Plantación: preparación del suelo; profundidad de tapado; temperatura y humedad; número de yemas totales y viables; número de yemas dañadas mecánicamente y por plagas; largo de estaca y número de yemas por estacas; distribución de semillado; peso fresco y seco; daños en la plantación.

Bordo: profundidad y momento de bajado de bordo.

Productividad: porcentaje de emergencia en cada estación de muestreo por tratamiento (cada dos o tres semanas); fallas (diciembre/enero); producción a cosecha (marzo).

Algunos de los datos alcanzados en los dos años de ejecución del programa demuestran que el monitoreo sistemático es esencial para garantizar que el proceso se desarrolle de manera adecuada. También, que existen muchos aspectos a mejorar en el uso de esta tecnología. A modo de ejemplo, hay daños invisibles como yemas que parecen viables, pero al momento de analizarlas demuestran que no lo son.

“Esta nueva tecnología mostro la necesidad de observar cómo es la interacción de los microorganismos patógenos que se encuentran en el suelo con la caña semilla, que presenta diferentes situaciones de acondicionado con respecto a la plantación manual. Esto condujo a plantearnos el uso de productos que mejoren la vida de la semilla”, complementaron los Ings. Arturo Felipe y Juan Vallejo, investigadores de la EEA Famaillá del INTA.

Por todo esto, la incorporación de esta tecnología permite entender que la plantación es una suma de procesos que conforman un sistema complejo que debe evaluarse de manera integral.

El propósito final de esta iniciativa es generar un protocolo de plantación mecánica, que resulte de utilidad para todos los productores cañeros que ya la usan o quieren incorporarla en sus lotes.

 

Fuente: INTA por Juan Inocencio Vallejo, Arturo Felipe

 

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