El motor invisible de la agricultura

¿Sabías que el futuro de los cultivos depende de un elemento invisible bajo nuestros pies? Descubrí cómo el ciclo del carbono puede revolucionar el suelo y multiplicar tu productividad.

Por Maclaren Krueger y Carlos Peterson
Publicado el 1 de diciembre de 2023 en Soil Health
Extractado de No Till Farmer 2024

Jerry Hatfield, ex director del Laboratorio Nacional de Agricultura y Medio Ambiente del USDA, revela por qué una gestión eficiente del carbono es esencial para los sistemas de producción.

«El carbono es como el agua y el oxígeno. Sin él, no hay vida», afirma Hatfield. «Sin carbono, el suelo sería solo arena, limo y arcilla, sin ningún componente vivo. Es la fuente de energía para toda la actividad microbiológica del suelo. Somos carbono y lo procesamos. De ahí proviene nuestra energía».

El Papel Vital del Carbono

El carbono circula por los ecosistemas como un componente clave de la estructura del suelo, la salud de los cultivos, el intercambio de nutrientes, la actividad microbiana y la sostenibilidad ambiental. Es la base de todas las macromoléculas esenciales: proteínas, lípidos, ácidos nucleicos y carbohidratos.

Según Hatfield, «necesitamos entender que la agricultura forma parte de un sistema ecológico complejo que debemos aprender a gestionar con inteligencia».

El Ciclo del Carbono: Energía en Movimiento

A través de la fotosíntesis, los cultivos capturan energía solar, transformándola en azúcares y compuestos de carbono que circulan entre el suelo, la atmósfera y las plantas. Los exudados de las raíces alimentan a los microbios del suelo, los cuales, a su vez, sostienen una compleja red de vida subterránea.

“Se estima que entre el 64 % y el 86 % del carbono de los sistemas radiculares se convierte en dióxido de carbono, mientras que solo entre el 2 % y el 5 % se transforma en materia orgánica estable en el suelo”, explica Hatfield.


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Salud del Suelo: El Motor Invisible de la Agricultura

El flujo de carbono en forma de CO2 y azúcares es vital para la salud del suelo. Hatfield destaca la importancia del intercambio de gases:

«Hablamos mucho de la infiltración de agua, pero poco del intercambio de oxígeno y dióxido de carbono, procesos críticos para la vida microbiana. Sin oxígeno, el sistema se vuelve anaeróbico, deteniendo el ciclo del carbono y aumentando el riesgo de enfermedades en las raíces».

Los azúcares, además, actúan como un “pegamento natural” que facilita la formación de agregados del suelo, esenciales para la estructura y la retención de nutrientes.

La Materia Orgánica: Inversión a Largo Plazo

Para Hatfield, mantener la materia orgánica es una inversión continua. Recomienda evitar la labranza entre cosechas para reducir la pérdida de CO2, conservar la humedad y proteger el hábitat microbiano.

«Cada vez que cultivamos en primavera, perdemos agua del suelo. No solo enfrentamos un problema de carbono, sino también de agua», advierte.

Señales de un Suelo Saludable

Hatfield identifica seis indicadores clave de que un suelo está mejorando:

  1. Mayor actividad microbiana
  2. Incremento de materia orgánica
  3. Mejor disponibilidad de nutrientes
  4. Estabilidad de los agregados del suelo (mejor Estructura)
  5. Mejor infiltración del agua
  6. Mayor almacenamiento y disponibilidad de agua

Conclusión: Energía, Vida y Sustentabilidad

El ciclo del carbono no solo impulsa el crecimiento de los cultivos, sino que también define la salud del suelo, la eficiencia hídrica y la resiliencia del ecosistema agrícola.

«Nos dedicamos al negocio de la energía. Nuestro objetivo es convertir esa energía en una forma que beneficie a nuestros cultivos y al planeta», concluye Hatfield.

Fuente: Fundación Producir Conservando

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