Miel del Periurbano, producto de exportación

INTA AMBA brinda a los apicultores capacitaciones. El agregado de valor es clave para aumentar ganancias. Este trabajo podrá observarse en la Semana de la Visibilización de la Agricultura Periurbana del 8 al 15 de septiembre en todo el AMBA.

El Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) concentra cerca de 15 millones de habitantes, casi un 30 por ciento del total de la población nacional, en este contexto hay una importante producción de alimentos que se exporta. “Y la apicultura es el más claro ejemplo por eso trabajamos mucho con los apicultores para que logren cada día un producto de mayor calidad; esto lo hacemos mediante acompañamiento técnico”, aporta Gustavo Tito, director del INTA AMBA.

En este contexto, vale aclararse que la Argentina se destaca entre los primeros tres países en el podio de los productores de miel a escala mundial. Y debido a su calidad es muy buscada en el exterior, tanto que el 90 por ciento de la producción se exporta casi en su totalidad a granel. La Estación Experimental establece un vínculo con los apicultores periurbanos tanto con productores, cooperativas y asociaciones, poniendo en práctica un protocolo sobre el manejo de esta actividad teniendo en cuenta que en la provincia de Buenos Aires se produce el 75 por ciento de la miel de la argentina.

Alejandro Taladriz, técnico apícola del INTA Avellaneda, explica que “debido a la densidad poblacional del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) es necesario tomar una serie de recaudos para un manejo adecuado y no generar conflictos entre el sector productivo y los vecinos”.

“Desde el INTA AMBA –explica Tito–aportamos para que los apicultores puedan trabajar en el periurbano. Junto alPrograma Nacional Apícola del INTA (PROAPI) avanzamos en Protocolos Recomendatorios para la Apicultura Periurbana con la intención de avanzar en ordenanzas, políticas públicas, para que regulen y permitan la instalación de apiarios en áreas urbanas y periurbanas, sin causar molestias a los vecinos”.

Puntualmente en el periurbano hay un desarrollo de la apicultura con productores que tienen en promedio unas 50 colmenas. Estos apicultores tienen una conexión más directa con el mercado interno lo cual le posibilita comercializar más en el ámbito de cercanía: “Esto es una ventaja comparativa con el resto ya que puede fraccionar en origen y es un valor agregado ya que entre otras cuestiones puede tener siempre insumos como un tambor ya que es un envase que recarga pero no lo pierde en una venta a granel y el precio fraccionado es casi el doble al de la venta por tonel en exportación”, detalla el técnico apícola.

“Por todo esto diariamente –enumera Taladriz– hacemos hincapié en trabajar con abejas de una mansedumbre demostrada, realizar un manejo del apiario en determinadas horas, tener agua potable siempre disponibles para las abejas para que no vayan a las viviendas en busca de líquido, poner algún tipo de barrera física para limitar el vuelo de la abeja, tener un número controlado de colmenas por colmenar, entre muchas otras.”

Es importante destacar la ley vigente que legisla para que se den los avisos pertinentes por parte del productor que va a fumigar cercano a colmenas para que el apícola pueda resguardar las abejas: una aplicación con insecticida puede disminuir la población o a eliminarlas totalmente además de mermar la actividad floral que es la base de una mejor miel.

Este sector encadena sus estrategias para ser un pilar de la biodiversidad y lo logra desde sus aportes a la polinización, al equilibrio de los ambientes y a los procesos de desarrollo local. “El rol de la abeja como agente polinizador es un servicio ecosistémico muy significativo, incrementando la cantidad y la calidad en las producciones hortícolas, frutícolas, aumentando el stand de plantas forrajeras, y siendo indicativo de un ambiente saludable”, afirma Lisandro Martínez, del Instituto de Prospectiva y Políticas Públicas del INTA, en el documento “El sistema agroalimentario del Área Metropolitana de Buenos Aires. Ejercicio exploratorio de prospectiva territorial de Ediciones INTA”.

Además, la ubicación de los apiarios en los predios de horticultores y otros espacios vedes del AMBA permite potenciar el servicio ecosistémico de la polinización incrementando la producción de hortalizas y frutas. Esto beneficia a ambos productores: los apícolas que encuentran un lugar en el AMBA; y los hortícolas que pueden aumentar su rendimiento en un 30 por ciento con la solo presencia de abejas en sus campos.

En otro orden un tema clave es que el 75 por ciento de los apicultores bonaerenses superan los 55 años: “Es muy importante que comencemos a tener renovación de productores en este sector”. Para esto se debe seguir trabajando fuerte en fomentar la educación en escuelas agrarias en el desarrollo de técnicos”, detalla el especialista.

Agregar valor

Para Tito“Uno de los desafíos del INTA AMBA es otorgarle a la miel valor agregado teniendo en cuenta que nuestro país se estima un consumo de 250 gramos por habitante al año”. Por esto los técnicos promocionan el consumo como forma de generar una mayor demanda e incremento del sector productivo con quienes compartimos las buenas prácticas.

El INTA AMBA trabaja en el incremento del consumo aportando técnicas de valor agregado generando instancias de capacitación propias o a través de escuelas agrotécnicas, CEPT, CEA, ONG y municipios de toda el Área Metropolitana de Buenos Aires.

Desde el punto de vista de tecnologías del sector son clave las UDAs presentes en el AMBA donde se muestran las técnicas de manejo de los apiarios acorde a las características medio ambientales, floración, genética y formas de manejo promedio y representativo de la zona.

Alejandra Ricca, técnica del INTA EEA AMBA, lleva adelante capacitaciones para apicultores donde se enseña a elaborar diferentes cosméticos como gel base, jabón de miel y coco, crema base y otros con propóleos. “Si se compara con la venta de un frasco de un kilogramo de miel, el de crema permite una ganancia entre un 50 y 70 por ciento más”, evalúa.

La búsqueda y propuesta de diferentes opciones de agregar valor a los productos de colmena permite al sector apícola diversificar mercados de comercialización que necesita. Para iniciar con la actividad se necesitan utensilios de cocina que solo deben utilizarse para este fin, hornallas, heladera y un lugar físico en condiciones higiénico-sanitario. “Nuestra misión es enseñar a elaborar productos naturales, incrementar los conocimientos sobre las propiedades naturales de los componentes empleados, su uso personal, y/o el desarrollo de una actividad artesanal”, afirma la docente.

En suma, en periurbano se desarrolla una apicultura a pequeña escala donde el total de la producción se vende en forma fraccionada aportándole valor agregado.

 

Fuente: INTA por Federico Gaston Guerra