🌱 De desierto a potencia productiva: cómo Jorge Mazzieri transforma el suelo del Valle Medio y desafía a la pampa húmeda
Con más de una década de trabajo en los valles del río Negro, el ingeniero agrónomo Jorge Mazzieri lidera un proyecto agropecuario que muestra resultados sorprendentes. En su campo Kaita Co, ubicado en la zona de Negro Muerto, demuestra que la sustentabilidad y la rentabilidad no solo pueden convivir, sino potenciarse mutuamente.
En una entrevista exclusiva, Mazzieri explicó cómo logra mejorar año tras año la calidad del suelo en una región donde, hasta hace poco, solo había monte patagónico. Su experiencia será compartida el próximo lunes 23 de junio a las 10 en el auditorio del Diario RÍO NEGRO, en General Roca.
“Aquí aplico todo lo que aprendí”
Oriundo de la pampa húmeda, Mazzieri asegura que el Valle Medio le permite aplicar de manera práctica sus conocimientos académicos. “Es un lugar donde hay que construir suelo desde cero. En la meseta y en la barda, los sedimentos están más ordenados, pero el valle es un caos sedimentario que dejó el río Negro cuando divagaba entre bardas”, explica.
En este contexto, su campo se volvió un laboratorio a cielo abierto donde las decisiones técnicas tienen un impacto tangible. Un ejemplo claro: en la campaña 2022/2023 logró un rendimiento de 64 quintales por hectárea en un lote de ocho hectáreas.
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De cero a productivo en tres años
En Negro Muerto, zona donde está emplazado Kaita Co, el tipo de suelo permitió una transformación acelerada. “No es un suelo ni muy arenoso ni muy arcilloso. Es intermedio, y eso lo hace más amigable. En tres años podés incluir cultivos sustentables y rentables en la rotación”, detalla.
El riego también es clave. Combinan sistemas de pivote y riego por manto, este último con compuertas australianas que permiten aprovechar al máximo el agua sin generar napas colgadas ni salinización. “Es un método eficiente, rápido y muy sustentable”, remarca.
Siembra directa, fertilizantes y carbono
Kaita Co implementa siembra directa con un enfoque en rotación de gramíneas y leguminosas. Esto les permite reducir el uso de fertilizantes nitrogenados. “Las leguminosas fijan nitrógeno y mejoran el suelo, así que terminás usando menos urea en los cultivos posteriores. Además, ayuda con la huella de carbono”, apunta Mazzieri.
El rastrojo, otro desafío de la siembra directa, también se reutiliza con lógica sustentable. Producen rollos que alimentan al ganado y permiten una implantación más limpia del cultivo siguiente.
Suelo nuevo, horizonte lejano
¿Hasta dónde puede mejorar un suelo que partió desde casi nada? Mazzieri lo tiene claro: “Estamos en una etapa generativa. A diferencia de la pampa húmeda, que perdió materia orgánica, acá vamos sumando. Partimos de suelos con 0,8% y vamos camino al 3 o 4%. Va a llevar décadas, pero lo estamos logrando”.
Para él, la Norpatagonia tiene un futuro prometedor. Y lo resume con una metáfora que comparte con Hugo Ghio, otro referente del sector: “La pampa húmeda ya va en turismo carretera. El valle del río Negro, si lo aprovechamos bien, puede correr en Fórmula 1”.
Gentileza: Diario de Río Negro