En un mundo donde la eficiencia y la sostenibilidad son cruciales para el desarrollo agrícola, los cultivos perennes han emergido como una opción prometedora. Un equipo de investigación —integrado por especialistas del INTA, del CONICET y del Instituto de la Tierra de Estados Unidos— ha analizado en profundidad las ventajas de estos cultivos, en particular el girasol perenne, conocido científicamente como Silphium integrifolium.
Los cultivos perennes, como el girasol, no solo brindan protección contra la erosión del suelo, sino que también requieren menores costos de manejo.
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Tal como señala Maximiliano Zamboni, investigador del INTA Catamarca, el girasol perenne, cuando se conserva como silo, presenta un valor nutritivo 2.5 veces mayor que el de la alfalfa, lo que implica una importante mejora en la alimentación animal.
El estudio en el Valle Central de Catamarca busca identificar el potencial de adaptación del girasol perenne en condiciones locales. Durante las pruebas, se ha evaluado su respuesta a diferentes tratamientos de riego y su tolerancia al estrés hídrico.
Este tipo de investigación es fundamental, ya que permite determinar la viabilidad de estos cultivos en un contexto árido y semiárido, donde la eficiencia en el uso del agua es esencial para la producción agrícola.