El comercio exterior es un motor clave para muchas economías en todo el mundo. Sin embargo, cada vez más países están aplicando restricciones en los mercados globales con el fin de proteger sus propias industrias. En este contexto, un estudio realizado por la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) analizó cómo algunos países del sudeste asiático están limitando la entrada de productos agroalimentarios argentinos, como la carne vacuna y la harina de soja, y calculó el impacto económico de estas restricciones. Según el estudio, es posible aumentar las exportaciones a estos mercados y generar ingresos de hasta u$d 600 millones anuales.
El papel de las medidas no arancelarias
A partir de 1945, el comercio internacional experimentó un crecimiento exponencial. Sin embargo, a medida que diferentes países buscaban proteger sus industrias, surgieron los aranceles, es decir, impuestos sobre los bienes importados. A finales del siglo XX, organismos internacionales recomendaron reducir estos aranceles para fomentar el intercambio global. En este nuevo contexto, muchos países comenzaron a implementar medidas no arancelarias (MNA) para limitar la entrada de productos extranjeros y proteger sectores productivos clave, como el agroalimentario.
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Impacto de las MNA en el comercio con Argentina
Según el investigador Luciano Cristofaro de la FAUBA, Indonesia, Malasia y Vietnam son grandes importadores de productos agroalimentarios argentinos, pero han incrementado sus medidas no arancelarias, lo que ha llevado a una disminución de nuestras exportaciones. En el estudio se cuantificó el dinero que Argentina pierde debido a estas medidas.
En el caso de Malasia, casi el 60% de su población consume carne halal, que es una certificación que garantiza el cumplimiento de los estándares y principios islámicos. Esto implica que las instalaciones de cría y faena deben dedicarse exclusivamente a la producción halal. Argentina presentó una preocupación comercial ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) debido a que esta medida reduce los ingresos en casi u$s90 millones anuales.
Por otro lado, Indonesia impide la importación de carne vacuna argentina alegando razones sanitarias. Exige que la carne esté libre de fiebre aftosa durante 12 meses y sin vacunación durante tres años previos al envío, lo cual es incompatible con las normas de la Organización Mundial de Sanidad Animal. Como resultado, dejamos de exportar carne por un valor superior a u$s200 millones al año.
En el caso de Vietnam, uno de los principales compradores de harina de soja argentina, se exigen etiquetados, pruebas de laboratorio y certificaciones difíciles de cumplir para nuestros exportadores. Esta barrera comercial implica que Argentina pierda u$s300 millones al año.
Según Cristofaro, superar estas medidas no arancelarias nos permitiría percibir más de u$d600 millones anuales. Para lograrlo, es necesario informar adecuadamente a los productores sobre las preferencias de consumo, como la certificación halal en Malasia. En el caso de Indonesia, se requiere una intervención gubernamental y un acuerdo entre ambos países para facilitar el comercio de carnes. En cuanto a Vietnam, es necesario informar a los productores y promover un etiquetado adecuado.
Oportunidades y desafíos en el comercio agroalimentario
Patricio Calonge, otro docente de la FAUBA, destaca que los agroalimentos representan más del 60% de las exportaciones argentinas. Aunque actualmente ocupan pequeños nichos de mercado, muchos de ellos tienen un potencial de crecimiento enorme, como es el caso de las legumbres. Calonge enfatiza la importancia de estudiar la demanda y analizar lo que ocurre en otros países para mejorar la competitividad de nuestros productos agroalimentarios.
En conclusión, las restricciones en el comercio agroalimentario están afectando las exportaciones argentinas a países del sudeste asiático. Sin embargo, existen oportunidades para superar estas barreras y aumentar los ingresos en hasta u$d600 millones anuales. Para lograrlo, es necesario abordar las medidas no arancelarias implementadas por estos países y mejorar la competitividad de nuestros productos. El comercio exterior sigue siendo un motor clave para la economía argentina, y es fundamental aprovechar las oportunidades que se presentan en el mercado global.
Fuente: FAUBA