En los últimos años, la actividad ganadera vacuna, a nivel mundial, fue acusada en reiteradas ocasiones de generar un impacto ambiental negativo, a partir de la emisión de dióxido de carbono. Pero un estudio la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de los Estados Unidos (NASA, por su sigla en inglés)- refutó estas afirmaciones y demostró que la Argentina es uno de los pocos países del mundo con balance positivo de carbono.
Según explicaron Adrián Bifaretti y Eugenia Brusca, del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva), el enfoque tradicional para medir esta variable parte de la medición de dióxido de carbono, basado en el recuento y estimación de la cantidad emitida de este gas.
Se llegó a esta conclusión tras un estudio publicado por la Earth System Science Data, que utilizó mediciones realizadas por la misión Orbiting Carbon Observatory-2 (OCO-2) de la NASA. El trabajo da una nueva perspectiva, al hacer un seguimiento tanto de las emisiones de combustibles fósiles, como de los cambios totales en las “reservas” de carbono de los ecosistemas, incluidos árboles, arbustos y suelos.
Balance positivo. El principal hallazgo fue que Argentina es uno de los pocos países que aparece con balance positivo, a partir de la captura de carbono en bosques, arbustales y pastizales, territorios que, en el informe, fueron englobados bajo el nombre de “tierras de pastoreo”.
Para el IPCVA, la ganadería nacional “es parte del ecosistema natural y constituye una de las actividades que lleva al agro argentino a ser un actor esencial en la gestión de la fotosíntesis y la recuperación del dióxido de carbono de la atmósfera en el ciclo natural del carbono”.
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Bifaretti y Brusca detallaron que los recursos forrajeros consumidos por los vacunos tomaron del aire el dióxido de carbono, como parte del ecosistema natural a través de la fotosíntesis. “El metano que emiten está hecho en base al carbono del pasto que consumieron y su duración es de entre 10 a 12 años en la atmósfera”, explicaron.
Cumplido ese lapso, el metano se transforma en agua y dióxido de carbono, que es absorbido naturalmente a través de la fotosíntesis por las pasturas y pastos naturales. “Es así como el ciclo se repite una y otra vez, es naturaleza pura”, afirmaron.
Coincidencia. El color verde del mapa elaborado con datos de la NASA coincide con la ubicación de los sistemas de producción de carne de nuestro país. Al respecto, desde el IPCVA explicaron que si se compara con otros sistemas ganaderos -más industrializados e intensivos- el ganado argentino cuenta con una base alimenticia que se caracteriza por una baja utilización de insumos, agroquímicos y fertilizantes químicos.
“Por otra parte la ganadería argentina es una de las pocas actividades que permite la trasformación de proteína vegetal no apta para el consumo humano en proteína animal de alto valor biológico indicado para el consumo humano”, detallaron. Y agregaron: “Si los sensores de la NASA se refinan aún más, estos avances serán clave para verificar qué países cumplen con los compromisos firmados en la COP 21 y posteriores”.
Por último, afirmaron que, con esta evidencia, no se debe seguir señalando a la ganadería como una de las causantes del calentamiento global y el cambio climático.