En el inicio del Congreso A Todo Trigo, Fernando Rivara presidente de la Federación de Acopiadores dio la bienvenida con un discurso subido de tono, expresando el descontento de los productores que en definitiva se traduce en la sociedad, por la aplicación de políticas desacertadas para el sector.
En tal sentido, Fernando Rivara recomendó que: “Los gobiernos vuelven a poner en su radar la importancia de la comida y los países que poseen la fortuna de tener tierras fértiles y productores capaces, están estimulando al máximo la siembra de granos. Esto es lo que hace Brasil, camino a convertirse en la góndola de alimentos del mundo. Es lo que también hacen Uruguay, Paraguay, Bolivia, Australia, etc. Es que este camino lleva a una fabulosa generación de riqueza a los países que tienen la suerte de poseer tierra y productores, puntualizó”.
Además expresó que: “En los últimos 50 años, mientras nuestra producción agrícola-ganadera aumentó 6 veces, la de Brasil lo hizo 14 y sus exportaciones se multiplicaron por 70. Los argentinos gastamos los últimos 50 años discutiendo. Discutimos cuál fue el peor Gobierno, discutimos cosas que en el mundo han sido superadas hace generaciones y, mientras discutimos sobre el pasado, seguimos en caída libre, haciendo las cosas a contramano de lo que hace el resto del mundo. Hace más de 80 años que el filósofo Ortega y Gasset nos dijo “Argentinos, a las cosas. Déjense cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcicismos”. Está claro que no le hicimos caso. Y por eso hoy estamos pagando las consecuencias de muchas irresponsabilidades, de elegir el camino fácil, de querer distribuir lo que no existe, de regalar lo que no estamos en condiciones de regalar. De abandonar la valoración al esfuerzo, al trabajo, a las obligaciones que nos debemos como ciudadanos, aseveró”.
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A su vez sintetizó que: ” Todos sabemos que el aumento de la pobreza, la indigencia, la deserción escolar y el narcotráfico han llegado a límites inesperados, y que una inflación incontrolable golpea a todas las familias. Existe un clima de desesperanza que provoca el deseo de muchos argentinos de buscar un futuro mejor en otras tierras. Y en esta situación de crisis, ver que el Congreso de la Nación todavía tiene más de 10.000 empleados, que el Senado aumenta sus gastos un 86% anual, provoca un gran enojo en la sociedad. A ustedes, que son gente del interior, les pregunto: ¿Cuántos empleados había en sus intendencias 20 años atrás y cuántos hay ahora? ¿Qué servicios se crearon para justificar la cantidad de gente que se agregó a recibir un sueldo pagado por el pueblo argentino? ¿Cómo puede ser que en esta situación terrible por la que está pasando la gente se tenga que soportar que Aerolíneas Argentinas tenga un déficit de 670 millones de dólares o que los funcionarios del PAMI tengan los sueldos que tienen y encima de un día para el otro nombren 400 empleados? ¿Es verdad que, desde su estatización en 2009, Aerolíneas Argentinas tuvo un déficit de 7.200 millones de dólares?
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En 10 años la población creció un 10% y se perdieron 34 mil puestos de trabajo, pero en el mismo periodo el empleo público aumentó 27%. A esto se suman 7 millones de empleos informales. El gasto público de los 3 niveles del Estado (Nación, provincias y municipios) pasó del orden del 30% del PIB entre 1980 y 2007 para ascender a un nivel insostenible e infinanciable de alrededor del 45% del PIB actual. En valores absolutos, este 15% de aumento representa un aumento de gastos de 60 mil millones de dólares por año aproximadamente, lo que explica los aumentos de impuestos, de la deuda pública y de la inflación. Es un valor cercano al total de las exportaciones anuales de Argentina y considerablemente superior al último préstamo del Fondo Monetario Internacional. ¿En serio hay alguna persona en este mundo que todavía piense que la salida es crear más empleo público sacando más plata al sector productivo? En 20 años se recaudaron 150 mil millones de dólares solo por retenciones. Y estamos peor que antes. Se regaló plata a manos llenas, se eligió el asistencialismo sobre el fomento a la creación de puestos de trabajo y encima se descalifica a los que crean riqueza. Sinceramente, creemos que es absolutamente imprescindible reestructurar y bajar en términos reales el costo de la organización política en los tres poderes a nivel nacional, provincial y municipal. Veo muchos funcionarios públicos de buenas remuneraciones que piden aumento de impuestos para ayudar a los desposeídos, lo que no veo es a nadie de ellos donando una parte de sus salarios para esos desposeídos. Señores, lo que necesitamos es una suerte de nuevo contrato social que haga renacer la esperanza a los argentinos de poder construir un futuro mejor para todos en general y para cada uno en particular, cerró”.
Por su parte expresó que: “con debates argumentales, sin agravios ni descalificaciones, nos daremos cuenta de que si queremos un país que crezca sin crisis, con una sólida inserción internacional, con fuertes inversiones en capital y tecnología que aumenten la productividad y el empleo para disminuir la pobreza, la agroindustria tendrá reservado un papel decisivo. Los argentinos debemos lograr coincidencias básicas y mayoritarias que operen como un marco donde deben encuadrarse las reglas de comportamiento futuro. Si queremos recrear la confianza entre nosotros, aún en las diferencias, debemos hablar con honestidad. El 14 de marzo el Gobierno nacional aumentó 2 puntos las retenciones al aceite y la harina de soja, traducido al lenguaje común, le sacó a los productores unos 400 millones de dólares por año para subvencionar, con esa placa, a las harinas de trigo. Con estupor escuchamos al secretario de Comercio decir que el subsidio a la harina es “un esfuerzo del Gobierno nacional”. No contento con tamaña deformación de la realidad, ordena que las bolsas de harina lleven la inscripción “Harina con subsidio del Estado”. Me hace acordar a un gobernador de la provincia de Buenos Aires que, con la plata de los bonaerenses, regalaba zapatillas con su apellido grabado en las mismas. El Consejo Agroindustrial Argentino, al cual orgullosamente pertenecemos, es un ejemplo de lo que nos gustaría ver en la política: eslabones de la cadena agroindustrial que, a pesar de las diferencias y distintas miradas, supimos consensuar un abanico de ideas básicas por las cuales todos luchamos. Nuestro compromiso es el diálogo, con este Gobierno y con los que vendrán. Desterramos taras ideológicas que apuestan por el “cuanto peor, mejor”. Pero también quiero decir que lamento que el Poder Ejecutivo haya tomado algunas de nuestras ideas elevándolas al Congreso en un proyecto de Ley llamado “Régimen de Fomento al Desarrollo Agroindustrial”, en el cual, entre los puntos más importantes, figuraba la estabilidad de los beneficios por un mínimo de 5 años. Apenas dos meses después de presentar el proyecto, crearon fideicomisos, piden aumentar las retenciones y buscan aprobar otro impuesto extraordinario. Los fideicomisos “privados” obligatorios de oleaginosas, maíz y trigo son retenciones encubiertas y, por lo tanto, ilegales. No están aprobadas por el Congreso nacional. Nos retienen dinero sin nuestro consentimiento. De lo que deberían ocuparse es de darnos las herramientas para poder producir trabajo y riqueza”.
Finalmente subrayó que: “Los que trabajamos no tenemos cubiertas para la maquinaria agrícola, no tenemos gasoil (salvo el AMBA, como siempre), desde el año pasado empezó a escasear el gasoil pero nos dicen que la culpa es de la guerra de Rusia contra Ucrania, que comenzó el 24 de febrero de este año; no hay camiones para adquirir y es increíble, porque no hay camiones para la producción en un país de las dimensiones de Argentina. Tenemos tal grado de descomposición social que un grupo de empresarios transportistas toma por asalto rutas nacionales, paran a los vehículos, amenazan y deciden quién puede pasar y quién no, y la policía está a 15 metros del piquete dentro del patrullero para no molestarlos. ¿Quién le da la orden a la policía para proteger patotas? ¿En qué régimen democrático se permite que un sindicato agreda y bloquee una empresa hasta hacerla quebrar porque considera que no cumple con normas sindicales? Es alarmante el grado de ineficacia que muestra el Poder Judicial tironeado permanentemente por supuestos intereses políticos. No venimos a discutir de quién es la culpa, esto es un fracaso colectivo. Es de todos. Lo que venimos a marcar es lo que hoy pasa en Argentina y que para cambiar esta realidad que nos duele lo que necesitamos, por sobre todas las cosas, es un nuevo contrato social, un compromiso colectivo. Son tiempos de extrema agresividad, de descalificación permanente a quien no comparte las ideas, se prefiere combatir a convencer. Necesitamos grandeza y serenidad para encarar esta tarea de reconstrucción. Y en orden de debatir argumentos, mencionemos lo que podríamos llamar “el sesgo de la mención confusa” que consiste en comparar el precio de 1.000 kg de trigo con el precio de 1 kg de pan. ¿Alguien escuchó alguna vez decir que el kg de trigo cuesta alrededor de 44 pesos y que se necesita 1,1 kg de trigo para obtener 1 kg de pan que vale 270/300 pesos? Imaginemos lo que piensa el público general cuando se informa de que el trigo vale 44.000 pesos y el pan 270. En segundo término, analicemos “la trampa de los porcentajes”, que es la de referirse y comparar porcentajes de variación en lugar de hablar de valores absolutos. Por ejemplo, entre enero de 2021 y marzo de 2022, tanto el trigo como el pan a precios cuidados aumentaron un 80%. Por esta mención, mucha gente deduciría que el pan aumenta porque aumentó el precio del trigo. Esta idea se instala fácilmente en la sociedad para que se culpe a los productores del mayor precio del pan. Nada más alejado de la realidad. En efecto, el 80% que aumentó el trigo significó $16 por kg, mientras que el incremento del 80% del precio del pan, con precios cuidados, fue de aproximadamente $120 por kg. Como, reitero, se necesitan 1,1 kg de trigo para hacer 1 kg de pan, solo $18 de los $120 que aumentó el pan se pueden atribuir a la suba del trigo, incluyendo los efectos de la invasión rusa. ¿Y los otros $102 cómo se explican? ¿A qué se debieron? Ahí los panaderos ya están pidiendo luz y gas subsidiados para no aumentar el pan, y en poco tiempo pedirán que el Estado se haga cargo del 60% de aumento salarial. Los puntos señalados revelan el sin sentido de las medidas de intervención destinadas a desacoplar aún más los precios internos de los internacionales, para proteger la mesa de los argentinos. Suponer que se puede controlar la inflación –es decir, el proceso de crecimiento permanente de los precios- interviniendo los mercados agrícolas es, como mínimo, un enorme y muy costoso error.”.
Fuente: Ruralnet
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