Si bien todas estas empresas representan varios miles de millones de dólares, en el caso de TPR, junto a la terminal de embarque que tiene con Renova, son activos que van más allá del negocio agroindustrial porque significan la posibilidad a cualquier empresa, local e internacional de contar con operatoria y manejo en puertos propios. Un activo muy apreciado hoy en día en el comercio internacional, por el cual Vicentin también recibió ofertas de compra que terminó desechando.
En el caso de Glencore en el sector indican que intentó quedarse con el resto de la planta de biodiésel que tiene con la compañía argentina y también con otras de sus unidades de negocios. Lo mismo sucedió con una firma agroexportadora argentina de capitales nacionales, tampoco se llegó a un acuerdo mientras tanto Vicentin continuaba dilatando la convocatoria de acreedores.
Concretamente de ahora en más, una vez que se ejecute la apertura del concurso de acreedores, los activos de Vicentin SAIC quedarán fiscalizados por la Justicia comercial que lleve la causa. Es decir, si sus dueños quieren vender o comprar una empresa, deberá remitirse el plan al juzgado. Este escenario sería justamente el que la familia dueña de Vicentin quiere evitar. Por lo pronto, a través de sus operadores, los dueños hicieron correr la afirmación de que sus dos plantas de procesamiento “valen cada vez menos” porque están paradas hace más de dos meses.
Si bien la empresa está cada vez más acorralada por la Justicia, según cuentan en el mundo de los agronegocios, la intención de sus dueños sería “vender algún activo menor”. Pero esta opción no sería suficiente para resolver su default. Mientras, buscará por todos los medios conservar intacta su estructura gigante mientras avanza el concurso de acreedores y los cientos de afectados, entre los que se incluye el Banco Nación, deberán someterse a los plazos de la Justicia comercial.
Fuente: ambito.com – por: Yanina Otero