- La actividad agropecuaria y agroindustrial está inmersa en un ámbito rodeado de distintas especies de roedores silvestres, roedores de campo o colilargos que, desde el punto de vista epidemiológico y zoonótico, pueden ser peligrosas por las virosis que transmiten y la alta mortalidad que llegan a producir.
El hantavirus es una enfermedad viral aguda grave causada por el virus “hanta”, que tiene una alta mortalidad en humanos entre el 30% y el 50%. El virus permanece activo en las heces, orina, saliva y sangre de roedores portadores y puede ser transmitido al ser humano por dos vías principales: inhalación y ocular. Esto ocurre cuando sus secreciones conteniendo el virus activo se secan y se dispersan en el aire formando aerosoles. Otra vía de transmisión que requiere mucha precaución es a través del contacto de heridas con objetos o superficies contaminadas.
Al momento se conocen 14 especies de roedores asociadas al hantavirus y pertenecen a los géneros Oligoryzomys, Akodon y Calomys, entre otros. Su cuerpo mide entre seis y ocho centímetros de largo y su cola logra alcanzar los diez centímetros, se alimentan de granos, semillas, frutas u hortalizas, pero también de residuos (basura) y alimentos de animales domésticos; viven, se desarrollan y se reproducen en ambientes silvestres en zonas rurales; normalmente huyen de la presencia humana y sólo migran a sitios como viviendas, galpones o talleres cuando se dan determinadas condiciones climáticas o por perturbación de su hábitat natural debido a labores culturales o cosecha.
“La primera medida para prevenir el contagio, es romper nuestros mitos incorporando conocimientos sobre los roedores, el virus y el contagio; pero más importante aún, es entender la compleja relación que existe entre el roedor, el ambiente y el hombre”, comenta Marcelo Hoyos, Gerente de Higiene Ambiental en BASF.
¿Cuáles son las recomendaciones para evitar el contagio?
- Contacto: Consultar siempre al sector de salud o zoonosis municipal si la zona ha tenido casos de hantavirus recientes o en el pasado. Luego comenzar a incorporar todas prácticas culturales que ayuden en la prevención.
- Seguridad: Si estamos en zona de riesgo, pero sin casos reportados, al ingresar en ambientes cerrados, oscuros y poco ventilados, es muy importante utilizar elementos de protección como guantes descartables, máscaras faciales, gorro y gafas.
- Desinfección: Desinfectar con cuidado toda superficie que pudiera estar contaminada con heces u orina de roedores aplicando una parte de lavandina en nueve de agua con trapos o rociando con una regadera y dejar actuar como mínimo 30 minutos. Lavar y desinfectar alimentos o insumos en cajas, latas, botellas y bolsas que puedan estar contaminados con heces y orina.
- Cerrar aberturas: Estos roedores, por su pequeño tamaño pueden ingresar por aberturas de 4 cm. Son hábiles trepadores, por lo tanto, es conveniente revisar techos, tirantes y sellar toda abertura mayor a 4 cm.
- Evitar generación de aerosoles: No se debe barrer en seco, ni usar aspiradoras o agitar elementos que liberen polvillo y que puedan estar contaminados. No encender la calefacción o refrigeración domiciliaria o de vehículos si se sospecha la presencia de roedores bajo el capó.
- Huertas: En caso de construir huertas, disponerlas lo más alejadas posible de la vivienda (mayor a 30 mt), ordenar y limpiar el medio alrededor de la misma, controlar malezas para eliminar refugios y retirar restos de frutas o semillas antes de oscurecer.
- Programa de control de roedores: Si las autoridades de zoonosis locales reportan casos de “hanta” en la zona, ellos indicarán la estrategia correcta de control y quién debe efectuarla. Controlar roedores, ya sea con sistemas mecánicos o químicos, puede también ser muy peligroso ya que en ambos casos hay hemorragias y secreciones (orinas y heces) las cuales justamente hay que evitar, por lo tanto, siempre consultar a zoonosis local.
Para más información: Ing. Agr. Marcelo Hoyos, Gerente Técnico Higiene Ambiental BASF: ambiental-ar@basf.com.
Fuente: Prensa BASF