Cogollero en maíz tardío, orugas en girasol y chinches en soja, son las que requirieron mayor cantidad de aplicaciones. ¿Qué pasará este año?
Ya con la campaña de gruesa lanzada, empiezan los monitoreos y a visualizarse la presencia de diferentes insectos. Es cierto que ninguna campaña es igual a la anterior, pero analizar lo que pasó es importante para aprender y poder tomar decisiones futuras.
REM encuestó a los productores de Aapresid, respecto al manejo de plagas que llevaron adelante en la campaña 18/19. En promedio realizaron 0,1 aplicación para Cogollero en maíz temprano y 0,3 en maíz tardío. Esto significa que se aplicó 1 de cada 10 hectáreas sembradas con el cultivo en el primer caso y 1 de cada 3 en el segundo. Pero, a su vez, se ven importantes diferencias entre zonas, siendo el Litoral (Entre Ríos y Centro de Santa Fe) la de mayor cantidad de aplicaciones y las zonas Centro (Núcleo) y Sur (Sudeste y Sudoeste de Bs As) las de menor. En cuanto a esta plaga, la principal del cultivo de maíz, debe considerarse además que hay biotecnologías muy eficaces funcionando y otras que si bien han disminuido su nivel de control son capaces de evitar o reducir el nivel de aplicaciones, en lugares de media o baja presión. En los valores mostrados no se discrimina la tecnología de maíz utilizada.
Yendo a girasol, la cantidad de aplicaciones para orugas rondan las 0,5, lo que significa que se aplicaron la mitad de las hectáreas sembradas, con relativamente poca variación entre zonas, estando por encima de la media las zonas Oeste medanoso (Oeste de Bs As y La Pampa) y Sur.
En soja, se analizan tres tipos de plagas diferentes: orugas, chinches y trips y arañuelas. Para las primeras se hicieron en torno a 0,85 aplicaciones, es decir que se aplicaron 8 ó 9 de cada 10ha sembradas, con relativamente poca variación entre zonas, estando nuevamente la zona Litoral sobre la media y la Sur por debajo. Aquí, nuevamente debe considerarse que hay biotecnología que está ayudando en el manejo de estas plagas, bajando el número de aplicaciones necesarias. La adopción de Intacta entre los productores encuestados fue de un 18% para la zona Litoral, la de mayor presión, un 15% para la Oeste (Córdoba y San Luis) y 5% ó menos en el resto. Cabe aclarar que no se han encuestado las zonas NOA y NEA de mayor nivel de adopción de esta tecnología.
Con chinches, la situación es diferente. El promedio ronda las 0,75 aplicaciones por ha, pero la variación entre zonas es marcada. El Litoral nuevamente supera al resto, con más de una aplicación en la campaña, le siguen el Oeste medanoso (0,9) y Centro (0,8), luego el Oeste (0,7) y por último la zona Sur, donde solo se aplicaron 1 de cada 3 ha.
Los trips y las arañuelas se ubican muy por debajo del resto de las plagas de la soja. La campaña 18/19 fue húmeda en la mayoría de las zonas y este ambiente, claramente, no es el preferido por estas dos plagas. La zona de mayor cantidad de aplicaciones fue la Oeste, donde se aplicó 1 de cada 5ha. Para la presente campaña cabría esperar una situación bastante diferente en este sentido, ya que estamos en un año mucho más seco, en la mayoría de las zonas, generando un ambiente más predisponente para trips y arañuelas.
Lo expuesto hasta aquí son promedios de los manejos de todos los productores encuestados de cada zona, pero dentro de este universo se ven también diferencias marcadas. Por ejemplo, en la zona Litoral, para cogollero en maíz tardío, un 30% de los productores no tuvieron que realizar aplicaciones, mientras que un 20% tuvo que hacer más de una. Respecto a las orugas en soja, en la zona Oeste, una tercera parte de los productores hicieron menos de una aplicación, mientras que un 25% tuvo que hacer más de una. En estos dos casos, la biotecnología debe estar jugando un rol importante. Pero en chinches también se evidencias importantes diferencias entre productores: en la zona Litoral, la de mayor presión, el 8% no tuvo que hacer aplicaciones, mientras que un 10% hizo dos.
Como se exponía al principio, no existen dos campañas iguales, como tampoco existen dos productores o lotes iguales, pero saber las tendencias zonales permite saber cuáles son los principales problemas para los que hay que prepararse y también “autoevaluarse”, comparándose con el promedio. Un monitoreo sistemático y el criterio profesional siguen siendo los insumos básicos, que permiten aplicar en cada lote la mejor tecnología disponible.
Fuente: Aapresid