El INTA participó de un curso internacional sobre la industria de la seda en la India centrado en mejoramiento genético, procesos de extensión y comercialización. Estrechar vínculos y profundizar los conocimientos, el objetivo.
La República de la India es el segundo productor mundial después de China y, también, el principal consumidor de seda. Desde hace 20 años, este país está en un proceso progresivo de aumento de producción interna a fin de sustituir las importaciones desde China. En este camino para lograr la soberanía productiva, impulsan una serie de capacitaciones a fin de formar cuadros técnicos por el mundo y establecer vínculos de cooperación e intercambio de técnicas y conocimiento.
Francisco Pescio, asistente regional AMBA del Programa Prohuerta (INTA/MSyDSN), fue seleccionado en una convocatoria para participar de la capacitación en sericultura e industria de la seda, dictado por el Instituto Central de Investigación y Capacitación en Sericultura (CSRTI, por sus siglas en inglés), en la ciudad de Mysore, al sur de la India. El curso se dictó en el marco del programa de cooperación técnica de la India (ITEC).
“Junto a expertos de más de 15 países en vías de desarrollo, me perfeccioné en cuestiones más avanzadas de mejoramiento genético de larva, procesos de extensión y comercialización, y manejo del gusano”, detalló Pescio quien no dudó en reconocer que “la tecnología hindú puede ser aplicada en nuestro país y generar convenios de cooperación entre la Argentina y la India”.
“La seda es un producto fuertemente arraigado a la cultura hindú”, explicó Pescio. En este sentido, agregó: “Lo más interesante del modelo hindú es que se basan en la agricultura familiar. Hay 8 millones de personas que tienen un empleo vinculado directamente con la industria de la seda, de los cuales 500 mil son productores de capullos y el resto son artesanos, hilanderos y comerciantes”.
“Todo el sistema está basado en precios justos, ya que no hay un actor dominante”, explicó el especialista, quien además destacó el rol que juega el Estado en ese país: “Se ocupan del mejoramiento genético, hacen extensión, tienen equipos de vinculación tecnológica y de tecnologías adaptadas”.
En este sentido, subrayó que el país asiático “tiene armado un sistema con encadenamientos productivos orientado a los más vulnerables de la sociedad, con desarrollo tecnológico de avanzada y con una fuerte presencia estatal que impulsa la generación de empleo que resulta muy interesante para replicar en nuestro país”.
De acuerdo con Pescio, la forma de trabajar en la Argentina es similar a lo propuesto en la India en materia de desarrollo de trabajo en pequeña escala y de agregado de valor. “Tenemos algunos desarrollos en los que estaban interesados avanzar en cuestiones de nanotecnología y biotecnología vinculados a los capullos, a la fibroina y a otros productos derivados de la seda que pueden ser bastante interesantes”, explicó.
Asimismo, reconoció que el país asiático tiene “mucho interés” de continuar con la formación y de poder seguir avanzando en desarrollos tecnológicos en común.
La industria de la seda en la Argentina
La sericultura consiste en el cultivo de la morera, la cría del gusano de seda y la elaboración de productos con esa fibra son los tres elementos que definen a la actividad. En nuestro país, hay alrededor de 400 productores de seda, está orientada a la agricultura familiar y la realizan principalmente las mujeres.
Entre sus ventajas, esta actividad puede realizarse como complemento o ingreso extra, no requiere una gran inversión inicial y constituye un ciclo corto relativamente sencillo. No es contaminante ni peligrosa y puede ser llevada a cabo por cualquier persona.
El gusano de seda es un lepidóptero, de la familia de las mariposas, que se destaca por su rápido crecimiento y su alimentación basada exclusivamente en hojas frescas de mora. En 45 días, aumenta 8.000 veces su tamaño y, al finalizar su ciclo como gusano, construye un capullo que está hecho de seda.
Para producir seda, el técnico dijo que se necesita un lugar cerrado y algunas pequeñas instalaciones que pueden construirse con materiales reciclables como madera. En la Argentina, hay emprendimientos de sericultura en la zona de la Mesopotamia –Misiones y Corrientes–, pampeana –La Pampa y Buenos Aires– y noroeste –Salta y Jujuy–.
Con un clima cálido y favorable, la cría de gusanos de seda constituye una ocupación permanente durante gran parte del año que, en general, se extiende desde el comienzo de la primavera en septiembre-octubre hasta inicios del otoño en abril.
Fuente: INTA