Fertilización combinada potencia el mijo perenne: el INTA logra aumentos de hasta 2000 kilos por hectárea

Fertilización combinada potencia el mijo perenne: el INTA logra aumentos de hasta 2000 kilos por hectárea

Un equipo de investigación del INTA evaluó diferentes estrategias de fertilización y renovación para potenciar el crecimiento del Panicum coloratum L. —conocido como mijo perenne—, una especie forrajera clave para la ganadería en regiones semiáridas. Los resultados demostraron que la combinación de nitrógeno y fósforo no solo incrementa la producción de forraje, sino que también mejora la eficiencia en el uso del agua.

Los avances serán presentados durante la jornada a campo del 11 de noviembre en Jacinto Arauz (La Pampa), donde se compartirán experiencias y resultados con productores y técnicos.

Un forraje clave para zonas áridas

El mijo perenne es una gramínea de clima cálido reconocida por su alta productividad, persistencia y resistencia a la sequía. Se utiliza tanto para pastoreo directo como para corte, y su capacidad de adaptarse a distintos tipos de suelos y recuperarse tras períodos de estrés hídrico la posiciona como una alternativa estratégica para la producción ganadera en ambientes con limitaciones hídricas.

Resultados del estudio

El trabajo fue desarrollado por especialistas del INTA Guatraché y del grupo de Suelos de la Estación Experimental de Anguil, quienes analizaron distintas combinaciones de fertilización y renovación de pasturas implantadas en 2014 sobre un suelo franco-arenoso.

Los resultados preliminares de dos campañas consecutivas mostraron que la aplicación conjunta de nitrógeno y fósforo puede aumentar la producción de forraje hasta un 16 % y mejorar en un 10 % la eficiencia en el uso del agua.


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“El mijo perenne ha demostrado ser una especie muy eficiente para las condiciones del sudeste pampeano, especialmente en suelos con baja disponibilidad de nutrientes”, explicó Susana Paredes, investigadora del INTA.
También destacó su alta capacidad para captar radiación solar y resistir condiciones extremas, incluyendo heladas de hasta –18 °C en el cultivar Klein Verde.

Más producción y mejor calidad

El ensayo evaluó distintos niveles de fertilización —40 y 80 kg de nitrógeno por hectárea por año, con y sin fósforo— y un testigo sin fertilizar.
Los mejores resultados se obtuvieron con 40 kg de nitrógeno por hectárea, logrando incrementos de hasta 900 kg/ha, mientras que al combinarlo con fósforo, los aumentos llegaron a 2000 kg/ha.

Durante el primer año, afectado por lluvias inferiores al promedio histórico, los rendimientos promediaron 3667 kg de materia seca/ha, con un máximo de 4500 kg/ha.
En el segundo año, con mejores condiciones climáticas, los valores oscilaron entre 4900 y 7900 kg/ha.

“En los tratamientos con nitrógeno observamos mejoras en la calidad forrajera, con contenidos de proteína bruta del 7,6 al 8,7 % en verde y del 3–4 % en diferido, además de una digestibilidad del 57 % y 53 %, respectivamente”, detalló Daiana Huespe, integrante del equipo técnico.

Más raciones, más eficiencia

El estudio también mostró que el mijo perenne permitió obtener entre 600 y 700 raciones por hectárea en ambos años, mientras que la fertilización sumó entre 100 y 200 raciones adicionales.

“La fertilización combinada con nitrógeno y fósforo constituye una alternativa agronómica eficiente para potenciar la productividad y calidad del mijo perenne, consolidándolo como una opción valiosa para los sistemas ganaderos del sudeste pampeano, especialmente en ambientes con baja fertilidad y limitaciones hídricas”, concluyó Paredes.

Fuente: INTA Informa

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