Dejarán de practicar cultivos intensivos en 50.000 hectáreas

Desde el INTA impulsan un plan que aporta a la transición agroecológica que se demanda en gran parte de las poblaciones rurales de la región.

El director de la Estación Experimental del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Oliveros, Alejandro Longo, anticipó que las alternativas productivas extensivas para las zonas periurbanas santafesinas son una transición agroecológica para gran parte de las poblaciones rurales de la región.

“Hace tiempo empezamos a visualizar qué se puede hacer en estos contextos, donde las ordenanzas comienzan a prohibir la aplicación de productos con síntesis químicas”, resaltó, agregando que en todo el territorio de la provincia se prevén replanteos agrícolas sobre una superficie superior a las 50.000 o 60.000 hectáreas de tierra con amplia aptitud agrícola.

La opción son las producciones extensivas, basadas en agricultura combinada con ganadería, con sistemas adaptados hasta en la maquinaria agrícola. Por ahora, la preocupación del sector está centrada en la pérdida económica que generan las restricciones, sobre todo si se considera que la mayoría de las 50.000 hectáreas se encuentran destinadas al cultivo de soja, maíz y otros granos tradicionales.

Ante esto, el INTA anticipó que varias experimentales han abordado el tema y lo llevan adelante como una macrorregión que busca otras posibilidades de producir. “Estamos confiados que con el tiempo la experiencia en áreas periurbanas o agroecológicas, serán trasladadas a los sistemas de producción tradicional con técnicas que ayudarán a disminuir la utilización de agroquímicos y otros insumos, sin la necesidad de perder rentabilidad”.

Por su parte, Francisco Cardozo, experto en recursos forestales, dijo que desde 2015 hay una estrategia de desarrollo agroecológico en toda la provincia que se diversifica desde la ganadería hasta una amplia diversidad de cultivos. Según este especialista, el enfoque de trabajo les ha permitido sostener que son posibles estas producciones y el agregado de valor en muchas localidades.

“Hay una propuesta integral de trabajo. Un cambio en el sistema, que en algunos momentos nos indica que es necesario salir de la siembra directa y roturar el suelo”, reconoció, acentuando las diferencias.

También dijo que la fuerte presión de la sociedad reclama conciencia y solución para todo lo que se produzca al lado de las zonas urbanas sin que eso represente algún tipo de afección a los ciudadanos. “Acá no se pierden los sistemas tradicionales, sino que se gana superficie para transformar los recursos productivos en un eje para la seguridad y soberanía alimentaria”, subrayó, recordando que es necesario volver a recuperar la producción de alimentos locales y los mercados de cercanía.

Plan de salida

En Oliveros se habló de nuevas soluciones tecnológicas, sistemas participativos de garantías, nuevas ordenanzas para los sistemas y metodologías de producción, trabajo en red y desarrollo sostenible.

También se incluyeron los recursos forestales dentro de las alternativas para las áreas periurbanas. Se piensa buscar la posibilidad de generar cortinas y pequeños bosques alrededores de comunas y municipios. “Estamos observando que es necesario salir del producto forestal para empezar a mirar un poco el sistema. Es decir, vemos posible la integración de esta actividad con la agropecuaria y la producción silvopastoril. Sabemos que producir madera es posible, integrándola a los sistemas ganaderos y la agroforestería. El objetivo es revertir que todos los recursos madereros de Santa Fe sigan viniendo en dos terceras partes de otras provincias”, enfatizó Cardozo.

A priori, consideró importante la biomasa, la recuperación del 80% de los bosques nativos que se perdieron en los últimos 100 años.

“Tenemos que recuperar masa arbórea. Ahí podremos recuperar beneficios ecosistémicos, mitigando los efectos de temperaturas, mejorar el consumo de napas, controlando la velocidad y el impacto de las lluvias, así como también, la protección de los vientos”.

Por ahora, la propuesta inicial pasa por hacer bordes forestales en los pueblos, aunque se espera que no solo sean barreras, sino que generen productos como madera, leña o frutos.

Colaboración internacional para cuidar la citricultura

La enfermedad más destructiva de los citrus en el mundo es causada por una bacteria que ha generado pérdidas millonarias y se la denomina HLB. Es de tal envergadura el perjuicio que expertos de las naciones de la región trabajan de manera conjunta para enfrentar el drama con impacto comercial.

Especialistas vinculados a la ciencia y tecnología conformaron una plataforma de trabajo para coordinar acciones conjuntas que se complementen con los planes de prevención y control dispuestos por los organismos de fiscalización vegetal en cada país.

La plataforma, que se ejecuta mediante un proyecto del Fondo Regional de Tecnología Agropecuaria está integrada por INTA de Argentina; INIA de Uruguay; la paraguaya Universidad Nacional de Itapuá y el Gobierno Autónomo de Bermejo de Bolivia. La finalidad del proyecto es prevenir el avance del HLB en la región para evitar la ruptura del entramado socioeconómico y productivo que constituye la cadena citrícola en la región, que en su etapa primaria cuenta con 180.000 hectáreas con cítricos y más de 6.000 agricultores familiares. Para ello se propone adaptar, difundir y concientizar la tecnología del manejo integrado de plagas en el control del vector del HLB de los cítricos en la agricultura familiar a través de lotes demostrativos en campo de productores citrícolas en cada región. En la provincia de Entre Ríos se establecerán tres lotes demostradores, uno de ellos en Concordia, otro en Federación y el último en Chajarí.

En Concordia se realizó un taller entre actores del sector citrícola, representantes gubernamentales y de asociación de productores para compartir los alcances y definir cuestiones iniciales para la puesta en marcha del proyecto. En esta línea se trabajó de manera participativa para que, de común acuerdo, se elijan los lotes donde se instalarán los ensayos y se realizará el seguimiento durante los 42 meses que dura el proyecto.

 

Fuente: CRA/INTA Oliveros

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