🐑 Doble propósito y alto valor: el INTA apuesta al Merino Dohne para transformar la producción ovina patagónica
Un equipo de investigación del INTA avanza en un programa de mejoramiento genético ovino que busca consolidar al Merino Dohne como base productiva en la Patagonia. Se trata de una raza estratégica que combina alto rendimiento cárnico con lana fina de elevado valor internacional, una ecuación cada vez más atractiva para los productores de la región.
El trabajo se desarrolla desde hace varios años en los módulos experimentales de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Valle Inferior, donde se implementa un sistema de absorción genética orientado a transformar progresivamente los rebaños locales.
“El volumen de carne y la fibra de alto precio internacional convierten a esta raza en una alternativa estratégica para los sistemas ovinos de la Patagonia y del Valle Inferior, donde se requiere eficiencia productiva y diversificación de ingresos”, explicó Ciro Saber, veterinario especialista del INTA Valle Inferior del río Negro.
Carne y lana: una combinación poco frecuente
A diferencia de muchas razas carniceras que producen lana gruesa de bajo valor, el Merino Dohne ofrece lana fina y carne de calidad. Los carneros adultos alcanzan entre 102 y 120 kilos a los dos años, con rendimientos de 49 a 60 kilos de res al gancho.
Según detalló Saber, la raza muestra un desempeño destacado tanto en ambientes con buena disponibilidad forrajera —como los valles irrigados— como en zonas más áridas que cuentan con pasturas adecuadas. Además, se destaca por su buena aptitud materna, una característica clave que se manifiesta rápidamente en la primera generación de cruza.
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El desafío genético
En la Patagonia, la composición de los rebaños varía según la región. En el sur predominan Corriedale y Merino, mientras que hacia el norte se impone el Merino Australiano, reconocido por su lana fina pero con menor desarrollo cárnico.
En el módulo del INTA conviven ambas realidades: la Comarqueña, de lana gruesa y buena aptitud carnicera, y el Merino Australiano, de fibra fina. “El desafío fue unir lo mejor de ambas razas, y ahí aparece el Merino Dohne, que permite obtener animales pesados al gancho y fibra de alto valor comercial”, señaló Saber.
Cómo funciona la absorción genética
El proceso de absorción genética consiste en cruzamientos sucesivos entre animales Merino Dohne puros y hembras de razas cercanas, como el Merino Australiano, hasta lograr que las nuevas generaciones se asemejen cada vez más al Dohne.
El proyecto comenzó con trasplantes embrionarios de Merino Dohne sobre ovejas Comarqueñas, lo que permitió obtener los primeros individuos puros. Luego se incorporaron hembras Merino Australiano de alta calidad genética para avanzar con las cruzas.
La primera generación combina un 50 % de genética de cada raza; la segunda alcanza el 75 % de Merino Dohne, y así sucesivamente. Cada generación es evaluada con parámetros estrictos como peso al nacer y al destete, peso pre y post esquila y área de ojo de bife.
Para ser considerados puros de pedigree, los machos deben superar los 115 puntos en los índices de evaluación, mientras que las hembras deben alcanzar más de 100 puntos.
Resultados que entusiasman
“Hoy el piso de nuestro plantel ya no es el Merino Australiano, sino la segunda generación de cruza”, destacó Saber, y agregó que los avances permiten proyectar un futuro con mayor protagonismo del Merino Dohne en los sistemas ganaderos mixtos de la región.
Los números respaldan el optimismo: dentro del módulo experimental, la raza ya alcanzó hasta un 140 % de señalada, consolidándose como una herramienta clave para fortalecer la producción ovina local con animales adaptados, eficientes y con productos altamente valorizados en los mercados.
Fuente: INTA Informa






































