INTA alerta sobre un nuevo escenario sanitario en maíz y propone un manejo integrado de plagas
El avance de la chicharrita del maíz, la reaparición de la oruga de la espiga en maíces Bt y los casos de resistencia de la cogollera en Brasil configuran un nuevo escenario sanitario que preocupa a los especialistas del INTA. Frente a este panorama, destacan la necesidad de un Manejo Integrado de Plagas (MIP) con una mirada holística que permita diseñar sistemas agrícolas más resilientes.
“Las plagas no cambian solas: se adaptan y evolucionan según el agroecosistema. El futuro del manejo depende más de cómo diseñamos los sistemas agrícolas que de la plaga en sí”, advirtió Diego Szwarc, investigador del INTA Reconquista (Santa Fe).
Entre los cambios más notorios, la adopción de maíces Bt relegó al barrenador de la caña (Diatraea saccharalis) a una plaga secundaria, aunque sigue presente en sorgo, caña y maíces no Bt, con casos de resistencia documentados en la región. En tanto, la cogollera (Spodoptera frugiperda) se mantiene como “la gran sobreviviente” por su plasticidad alimentaria, ciclos superpuestos casi todo el año y resistencia múltiple a Bt e insecticidas.
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La oruga de la espiga (Helicoverpa zea) también gana protagonismo en maíces tardíos Bt, con incidencias de hasta el 98 %. Además de los daños directos, favorece el desarrollo de hongos y la contaminación con micotoxinas. A esto se suma la expansión de la chicharrita (Dalbulus maidis), que durante la campaña 2023/24 avanzó hacia el centro y sur de la zona maicera, impulsada por inviernos más benignos y el escalonamiento de siembras.
Frente a este escenario, Szwarc planteó que el camino es avanzar hacia un MIP integral: diversificar siembras, rotar cultivos, fortalecer el control biológico —con bioinsumos y mediante el diseño del paisaje agrícola—, implementar refugios en maíces Bt y aplicar fitosanitarios de manera racional.
“La pregunta ya no es cómo controlar una plaga, sino cómo diseñar sistemas agrícolas que no las favorezcan. Pasar del control al manejo, y de allí al manejo integrado del agroecosistema, es la clave para lograr sistemas productivos resilientes y sostenibles”, concluyó.
Fuente: INTA