La crisis llegó al agro: empresas líderes enfrentan problemas financieros y riesgo de default
El sector agroindustrial, tradicional motor de la economía argentina, atraviesa un momento crítico. En los últimos meses, importantes empresas nacionales y multinacionales comenzaron a mostrar señales de agotamiento financiero, afectadas por menores márgenes, caída de la demanda, presión fiscal y una competencia cada vez más feroz.
Firmas de renombre como Los Grobo, Agrofina y Surcos, que hasta hace poco eran sinónimo de solidez, hoy lidian con serios inconvenientes en la cadena de pagos. El caso de Los Grobo Agropecuaria, una de las líderes en venta de insumos y servicios agrícolas, encendió las alarmas al presentar un concurso preventivo de crisis, luego de incumplir con el pago de sus Obligaciones Negociables.
Este fenómeno no es aislado: hay preocupación en el mercado por la situación de otras compañías.
Te puede interesar
- Pronóstico de lluvias hasta el 14 de julio
¿Qué cambia para el productor con la nueva suba de retenciones?
Con el regreso del 33% en retenciones, el 80% del área sojera quedaría fuera de juego
¿Qué esperar del clima en el próximo trimestre? Mirá qué zonas se verán más afectadas
- Aumento confirmado: cuánto cobrarán los trabajadores rurales en junio 2025 con la nueva escala salarial
Además, Fix advirtió sobre los riesgos de Agrality, empresa de servicios de siembra donde Bioceres posee el 50%. Su fuerte dependencia de pocos clientes con contratos sensibles plantea un escenario volátil: cualquier retraso en los pagos o cancelación puede desestabilizar la compañía.
En paralelo, multinacionales como Bayer y Corteva también se vieron obligadas a reducir personal, cerrar áreas de investigación y ajustar sus estructuras frente al nuevo contexto. Y la crisis no perdona tampoco a las pymes del interior, que enfrentan problemas para pagar sueldos y cumplir con préstamos tomados durante épocas de expansión.
Entre los factores que empujan al borde del colapso a estas empresas se cuentan la baja en los precios internacionales de los granos, el aumento sostenido de los costos internos (alquileres, combustibles, agroquímicos), la presión impositiva —en especial las retenciones— y un tipo de cambio atrasado que reduce el ingreso real de los productores. Como respuesta, muchos de ellos optan por reducir el uso de tecnología y acotar sus inversiones, lo que achica el mercado para las compañías proveedoras.
La sequía de las últimas tres campañas, sumada a la aparición de plagas como la chicharrita del maíz, agravó aún más el panorama. Una firma cordobesa, por ejemplo, informó a la Comisión Nacional de Valores que no podrá abonar el capital ni los intereses de una Obligación Negociable PyME emitida en 2022.
Con este panorama, la agroindustria enfrenta su propio “ajuste silencioso”. El negocio especulativo quedó atrás y, aunque los productores resisten, el golpe más fuerte lo están recibiendo las empresas que supieron liderar el modelo agroexportador argentino.






































