La carne vacuna sigue siendo cara en Argentina
En los últimos meses, se ha observado una disminución en el precio de la carne vacuna en los mostradores, sin embargo, sigue manteniéndose en niveles altos. A pesar de una caída del 8,1% entre diciembre y marzo, al comparar con el mismo período del año pasado, los precios continúan siendo más altos. Ante un consumo deprimido a nivel interno, los productores y comerciantes están poniendo sus esperanzas en los mercados externos.
El aumento de los precios de la carne vacuna en el último año
El año pasado, los precios de la carne vacuna experimentaron un fuerte aumento después de la llegada de Javier Milei a la presidencia y la posterior devaluación implementada por el Ministerio de Economía. El tipo de cambio pasó de $400 a $800, lo que impulsó el precio de la hacienda en el mercado agroganadero de Cañuelas (MAG) a superar los $2.000 el kilo vivo. Esta suba se trasladó a los mostradores, aunque en menor medida, ya que las carnicerías no pudieron trasladar completamente los aumentos a los precios de venta al público.
Los precios actuales de la carne vacuna
En el contexto actual, los precios de la carne vacuna siguen siendo altos. Según un informe del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina, entre enero y marzo de este año, los cortes vacunos tuvieron un precio promedio de $6.792. Esto representa un aumento del 10,9% en comparación al mismo período del año pasado, un 11,8% más caro que el promedio de los últimos 17 años, y un 8,1% más bajo que los precios de diciembre de 2023. En marzo de 2024, el precio promedio de la carne vacuna fue de $7.212 por kilo.
El panorama de la industria ganadera
La industria ganadera muestra dos realidades diferentes. Por un lado, el mercado doméstico ha experimentado una disminución del 8% en la producción y del 18% en el consumo durante el primer trimestre de 2024. Sin embargo, las exportaciones han aumentado un 23%. El futuro de los precios dependerá de la evolución de las variables fundamentales del mercado.
Una posible tendencia es que la ganadería, incentivada por la mejora en la disponibilidad de forraje, apunte a un ciclo de retención. Esto implicaría una disminución en la producción de carne y un aumento en los precios de la hacienda. En cuanto a la demanda interna, dependerá de la recuperación de la economía y de la capacidad de las familias para adaptarse a los ajustes de precios.
En los mercados externos, aunque las señales son prometedoras, comienzan a surgir algunas preocupaciones. Entre ellas, se encuentran las dudas sobre el ritmo de importaciones de China y la reducción de los márgenes de la industria exportadora debido al aumento en el precio de la hacienda en los últimos meses.